A la izquierda de la izquierda

A la izquierda de la izquierda

Tras lo ocurrido con Matisyahu en el Festival Rototom, he de decir que me preocupa inmensamente que esta nueva izquierda no sepa encontrar un punto de equilibrio razonable y tampoco vea necesario respetar principios tan fundamentales como la libertad de expresión. Esta izquierda a la izquierda de la que se forjó durante la transición a la democracia no parece tener la capacidad de ver los problemas desde una posición objetiva y de moderación. Y así no se puede gobernar un país complejo y diverso como el nuestro.

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Encuentro inquietante lo que viene ocurriendo a la izquierda de la izquierda política española. Me preocupa su predilección por el populismo económico. Pero me preocupan aún más sus salidas de tono y sus desatinos en lo concerniente a la libertad de expresión y al respeto a las minorías.

Permítanme comenzar diciendo que mis convicciones políticas son más bien de izquierdas. Soy partidario, entre otras cosas, de la no discriminación legal por motivo de orientación sexual, del derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, del Estado del bienestar (aunque cobijo algunas dudas sobre su viabilidad si no lo reformamos a tiempo), y de la necesidad de reducir el creciente grado de desigualdad (aunque creo que el mejor antídoto es el crecimiento económico sostenible). También creo en las políticas económicas moderadas y pragmáticas, y tengo serias dudas sobre la efectividad de las políticas de austeridad puras y duras. Creo que se puede y debe plantar una alternativa seria y moderada desde la izquierda para superar los problemas de España y de Europa.

Por todo lo anterior, me parece insólito que un concejal del Ayuntamiento de Madrid --una de las ciudades más importantes del mundo-- no dimita de todos sus cargos ante la revelación de que hizo chistes sobre el Holocausto. Me parece no solamente estético sino absolutamente necesario desde un punto de vista político y moral para proyectar una imagen de seriedad y de moderación.

Ahora bien, el caso de la cancelación de la actuación del artista estadounidense de origen judío Matisyahu en el Festival Rototom de Benicàssim me parece un despropósito y un error aún más graves, comenzando por las presiones que aparentemente recibió para posicionarse sobre la cuestión palestina. No se puede permitir un ataque frontal como éste a la libertad de expresión. Supone además una discriminación dado que, presuntamente, no se le pidió realizar una declaración similar a ningún otro artista invitado a participar en el festival.

Este incidente demuestra también la falta de sensibilidad por parte de esta nueva izquierda hacia todo lo que tiene que ver con la reputación internacional de nuestro país. El que un concejal de una de las principales ciudades del mundo no dimita después de avergonzarnos a todos por sus chistes daña nuestra imagen en el resto del mundo. Decisiones como las de los responsables del festival proyectan una imagen intransigente de nuestro país. Así no vamos a lograr nunca mejorar nuestra reputación internacional.

Me preocupa inmensamente que esta nueva izquierda no sepa encontrar un punto de equilibrio razonable y tampoco vea necesario respetar principios tan fundamentales como la libertad de expresión. Esta izquierda a la izquierda de la que se forjó durante la transición a la democracia no parece tener la capacidad de ver los problemas desde una posición objetiva y de moderación. Y así no se puede gobernar un país complejo y diverso como el nuestro.