Una sociedad capaz de evitar el sufrimiento innecesario a sus animales obliga a personas como Jose Antonio Arrabal, enfermo de ELA y que desea morir cuando él decida, a soportarlo hasta el final. ¿Por qué se le ha de obligar a este padecimiento? ¿Qué legislador insensible ha de decidir sobre mi vida? ¿Qué Dios ha de desear esta tortura?
Los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor, creo que sobre ello ya está todo escrito. En un momento como el actual, en el que a cada nuevo día le sigue el sobresalto de no saber con qué innovadora salida cruenta nos va a sorprender la creatividad, emociona ver noticias que redundan en la idea de que, para ser una persona, no se tiene por qué rozar la malignidad.