Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
'Gypsy' o el musical pasa de la adolescencia a la madurez

'Gypsy' o el musical pasa de la adolescencia a la madurez

El nuevo clásico que Antonio Banderas acaba de adaptar en el Nuevo Teatro Apolo.

Burlesque en 'Gypsy'David Ruano

Si no fuera por la obertura, Gypsy, el clásico musical norteamericano que Antonio Banderas acaba de estrenar como director de escena en el Nuevo Teatro Apolo empezaría piano, es decir, lento. No hay que asustarse. Después de haber abordado varios musicales como este, el actor metido a director de escena sabe lo que se hace, y sabe lo que tiene que hacer para que el público lo pase bien y muy bien.

Lo primero que sabe es elegir. Y Gypsy es un musical que merece la pena ver y oír en directo, en el teatro. Ver, porque es todo un espectáculo, aunque no llueva como en Cantando bajo la lluvia que estuvo en este mismo teatro en Madrid. Ni sus protagonistas surquen el cielo montados en alfombras voladoras, como en Aladdin. Estos son o se plantean como otro tipo de musicales.

Para empezar, Gypsy tiene una gran historia. Una historia basada en hechos reales. La de Mama Rose. Una madre que, como una gitana, recorre de cabo a rabo la geografía norteamericana con sus hijas y una pandilla de chavales que ha ido reclutando en el camino. Su objetivo es que una de sus dos hijas se convierta en una estrella del vodevil dedicándolas a ello desde su más tierna infancia. Cuando el género ya iba decayendo. Y, por si fuera poco, lo intenta durante los años que siguieron al crack de 1927.

¿Qué mueve a Mama Rose? ¿Qué hace que se lance a la vida nómada y de precariedad del teatro? ¿Qué busca? ¿Qué encuentra en esa búsqueda? ¿Qué (se) pierde? Y en esa pérdida ¿qué ofrece a todos esos espectadores que, seguramente, acuden al teatro por el nombre del director de esta nueva producción antes que por los nombres de los creadores de este musical?

  Escena de 'Gypsy'David Ruano

Son estas preguntas las que esta obra trata de responder. Tanto en lo que dice, en lo que sucede y en lo que se canta. Partiendo del libreto de Arthur Laurents, siguiendo con las letras de las canciones de Sondheim, la música de Jule Styne y las coreografías de Jerome Robbins. Nombres que, tal vez, digan poco o nada al público español. Pero cuyo trabajo este público conoce porque estos artistas han tenido un papel muy importante en el musical americano, en la música del cine de Hollywood y en los standards que cantan mucho de los cantantes melódicos nortemericanos.

Aunque, influidos por Sondheim, no podríamos llamar totalmente canciones a todo lo que se canta en este musical. Esta obra pertenece al inicio de la carrera de este letrista y compositor donde ya mostró su interés por favorecer un entramado musical, a la manera que toda obra de teatro tiene un entramado teatral, que va más allá de las escenas concretas. Por eso se podría entender como un tapiz sonoro en el que llega hasta sonar el himno americano.

¿Quiere esto decir que no tiene momentazos musicales? No tengan miedo. Está lleno de ellos. Casi cada número musical es un momentazo. Por eso se agradece el cuidado musical que se ha puesto en esta producción. Algo que ya la hace única dentro de lo que se puede ver en Madrid. La orquesta con el maestro Arturo Díez Boscovich a la cabeza, suena de vicio. Hasta han tenido que poner una locución para recordarle al personal que la música es en puritito directo. Por ponerle un defecto, quizás el microfonado de los agudos de Marta Ribera, que hace de Mama Rose, es mejorable.

Y esa relativa lentitud inicial, ese ir metiendo en harina a la platea, tiene un giro brutal. Se produce cuando Lydia Fairén, que interpreta a Louise, la hija pequeña de Mama Rose, la Gypsy del título, canta Chiquitín. Sola, en el escenario, en pijama, con un osito de peluche, sin apenas moverse. A partir de ese momentazo hay que atarse los machos que vienen curvas teatrales y musicales de las que gusta tomar.

  'Invéntate un toque' en 'Gypsy'David Ruano

De las que destacan en lo musical, Solo me falta la chica. Un número con el que Aaron Cobos recibe uno de los mayores aplausos de la noche ya que hace sentir al público que a él también la falta la chica. Al que se añade el divertido número de Invéntate un toque, con tres strippers de burlesque venidas a menos dando consejos a la pequeña Louise de cómo convertirse en una artista como ellas. Lleno de imaginación y un buen medido mal gusto.

Y en lo teatral las escenas en las que sale Carmen Conesa, son puro disfrute. Los momentos melodramáticos, también lo son. Con las escenas entre Mama Rose y Louise, y Mama Rose y Herbie, llevándose la palma de estos momentos. Sin olvidar, el momento del maestro de ceremonias de Hugo Ruíz, en el que se juega con el público, una especie de Paco León mezclado con el personaje que Asier Etxeandia hacía en Cabaret. Más usándolos como referencia, como base para crear.

Un espectáculo en el que se ve la competencia adquirida por Antonio Banderas como director de escena en este tipo de espectáculos. Que se puede ejemplificar con la escena en la que pasan años y lugares. Una excelente elipsis dancística y musical. O las de los camerinos del garito cutre al que van a parar las toreadorables, denominación que sirve de ejemplo para señalar el cuidado con el que María Ruíz ha traducido esta obra y las canciones. Sin olvidar, como buen actor que es, que los personajes tienen un arco dramático que el espectador no solo debe ver, sino entender. Y hacerlo antes con las tripas y el corazón, que con la razón.

  Marta Ribera en 'Gypsy'David Ruano

A lo que añade su gen norteamericano. Porque si algo tiene de específico esta producción no es que sea un musical hecho a la americana, como otros muchos que se ven y triunfan en la Gran Vía madrileña y aledaños. Sino que está puesto desde el conocimiento que tiene sobre el terreno de los Estados Unidos. Sin olvidarse que se hace y se va a ver en España. Esto último, quizás explique cierto tono de sainete en el decir de algunos actores, que también se podría describir como de doblaje de película antigua.

Se preguntará ¿todo esto para qué? ¿No es un exceso? ¿Es el capricho de una estrella? Podría decirse que es para hacérselo pasar bien al respetable con un melodrama musical materno-filial muy sui generis. Cosa que le bastaría a la mayoría para comprarse una entrada.

Pero esta producción, que no olvida esto, va más allá. Tratando de contar la historia de una hija, Gypsy, que es la historia de una madre, la suya, Mama Rose. Ese conflicto universal que no es siempre fácil de resolver. Que no deja de ser doloroso, en el momento de madurar, sentirse en cierta medida como una traición frente a la que hay que rebelarse. Porque igual que les llega el turno a las hijas, también debería llegarle o les debería haber llegado a las Mama Rose.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.