Nos juzgarán en Gaza: bajeza y equidistancia del PP
"A la mayoría de españoles nos produce alivio que el Gobierno esté liderando, dentro de su capacidad de acción, la bandera de la razón, de la ley y de la paz en Palestina".

Hay momentos en la historia en los que los gestos políticos no son suficientes para terminar con una barbarie, pero que sí son imprescindibles para dejar encendida una luz en el retrovisor de nuestra memoria que sirva para que las futuras generaciones sepan que hubo quienes no fuimos indiferentes ante la crueldad.
Porque, a pesar del difícil tiempo que nos ha tocado vivir, las constantes vitales de los principios y valores surgidos en el orden internacional tras los horrores del nazismo, hoy solo laten gracias a los que asumen los riesgos que conllevan esos gestos: los gobiernos que anuncian sanciones; las organizaciones que están sobre el terreno; los cooperantes que arriesgan sus vidas para mantener un hilo de dignidad para los gazatíes; la ciudadanía que se manifiesta en nuestras calles.
Todo, menos la equidistancia y la indiferencia, será entendido como un gesto de humanidad y decencia. Cuando el futuro juzgue este terrible episodio en Palestina, muchos se preguntarán sobre por qué algunos tardaron tanto en reaccionar. Y nadie salvará a los que no hicieron nada, a los que no dijeron nada, menos aún a los que justifican o minimizan el horror en Gaza. Nadie entenderá, entre otros, ni a Feijóo ni al Partido Popular.
El pasado 8 de septiembre, el presidente del Gobierno de España anunció nuevas medidas -de gran valor simbólico y diplomático- con el objetivo de sancionar a los culpables de la masacre, de dificultar el tráfico de armamento hacia Israel y, en definitiva, para mandar un mensaje a la comunidad internacional sobre la necesidad imperiosa de actuar.
Son medidas que acompañan al aumento de la ayuda humanitaria y de emergencia, a la prohibición de vender o comprar armas a Israel, al reconocimiento de Palestina como Estado independiente, a las resoluciones de condena impulsadas en la ONU o a la adhesión de España a la acción judicial emprendida por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia para investigar posibles crímenes cometidos por Israel. La suma de todas estas iniciativas sitúa a España en el lado correcto de la historia: el de los países que abanderan la indignación ante la injusticia y que hacen algo para pararla.
Los atentados cometidos por el terrorismo de Hamás en octubre de 2023 merecen nuestra repulsa y condena. Sus víctimas merecen memoria y reparación; los rehenes deben ser inmediatamente liberados y los autores de los crímenes juzgados y condenados. Esa es la posición que, desde el primer minuto y de manera firme, ha mantenido el Gobierno de España y el PSOE.
Pero al terror no se le combate causando más dolor. Al derecho de Israel a ejercer una acción de legítima defensa se le deben aplicar los límites establecidos en el derecho público internacional. Nada justifica estar por encima de la ley y nadie puede estar por encima del derecho.
La jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia es clara, reconociendo la existencia de obligaciones “erga omnes” sobre la protección de la población civil y la prohibición de acciones que puedan ponerles en peligro ante el ejercicio de la acción de defensa de un Estado. En su acción militar, Israel ha incumplido los principios de necesidad y proporcionalidad; el principio de distinción entre terroristas y población civil; ha incumplido el protocolo del IV convenio de Ginebra que prohibe los ataques indiscriminados y la limitación del acceso a los bienes indispensables para la superviencia; ha violado el derecho humanitario dificultando el acceso a la ayuda de emergencia y a los cooperantes.
Las acciones desproporcionadas del gobierno de Israel han causado la muerte de decenas de miles de inocentes; han provocado la hambruna de cientos de miles de personas; han forzado el desplazamiento de millones de seres humanos, dejándoles sin nada. Han generalizado el terror y eso tiene un nombre: genocidio.
Creo que para la mayoría de españoles, con independencia de nuestra autoubicación ideológica, nos produce alivio que el Gobierno de España esté liderando, dentro de su capacidad de acción, la bandera de la razón, de la ley y de la paz en Palestina.
Creo que para la mayoría de españoles, con independencia de nuestras simpatías políticas, la posición de Alberto Núñez Feijóo y del Partido Popular nos avergüenza e indigna. ¿A quién no se le rompe el corazón viendo los cuerpos esqueléticos de niños hambrientos? ¿A quién no se le quiebra el alma con los lamentos desesperados de las madres que lloran a sus muertos, que salen desesperadas a buscar algo de comer? ¿Qué clase de personas piensan en tacticismos políticos ante esta drama?.
A mediados de esta semana, la Comisión Europea ha anunciado que rompe, en parte, el acuerdo de amistad que mantiene con el Estado de Israel. Es una medida diplomática insuficiente y tardía pero que supone un giro desde la equidistancia a la acción. En este lado, ya solo faltan Feijóo y el PP.
Charles de Gaulle afirmó que “la grandeza se mide por la capacidad de asumir las exigencias de la historia”. La derecha española está demostrando, también con Gaza, su bajeza.
Sergio Gutiérrez es portavoz de Asuntos Exteriores y diputado del PSOE por Toledo
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