Una de las especies más invasoras del mundo se cuela en el vuelo, cazan al 'polizón' y lo analizan en busca de agentes infecciosos
El vuelo tuvo que someterse a un protocolo extraordinario para evitar la posibilidad de contagio.

Lo que debía ser un viaje rutinario entre Miami y Berlín en 2017 se convirtió en un episodio digno de guion. Una rata consiguió colarse en la cabina del avión y puso en alerta tanto a pasajeros como a las autoridades sanitarias. El miedo no solo era al susto —y a los inevitables gritos de quienes padecen musofobia—, sino al riesgo de contagio: los roedores son conocidos portadores de patógenos peligrosos.
Tras aterrizar en el aeropuerto de Berlín-Tegel, la aeronave quedó inmovilizada y se activó un protocolo extraordinario. El avión fue fumigado con dióxido de carbono, convertido en una cámara de gas improvisada. Una vez muerto el animal, un perro rastreador lo localizó y el cuerpo fue enviado al Instituto Friedrich-Loeffler para ser analizado.
Los investigadores identificaron al polizón como una rata negra (Rattus rattus), considerada una de las 100 especies más invasoras del planeta. Originaria probablemente de Asia, esta especie ha colonizado buena parte del mundo gracias a su adaptabilidad y su habilidad para aprovechar los medios de transporte humanos.
La autopsia del roedor incluyó muestras de órganos, fluidos y tejidos para descartar la presencia de enfermedades graves como leptospirosis o hantavirus. El resultado fue tranquilizador: la rata no portaba patógenos de alto riesgo. Aun así, los expertos señalan que este caso refleja un desafío creciente: la globalización y el transporte masivo facilitan la expansión de especies invasoras y de enfermedades asociadas.
No es un hecho aislado. En 2024, un vuelo de Scandinavian Airlines tuvo que aterrizar de emergencia tras hallarse un ratón en la comida de un pasajero, y en otra ocasión un avión de carga quedó fuera de servicio al escaparse decenas de hámsters en la bodega.
El problema va más allá de los roedores. Mosquitos que transmiten enfermedades tropicales como la fiebre amarilla, el Nilo Occidental o la chikunguña ya están expandiéndose a nuevas latitudes gracias al cambio climático y al transporte internacional.
El caso de la rata de Berlín, publicado ahora en la revista Scientific Reports, sirve como recordatorio de que incluso un pequeño polizón puede convertirse en símbolo de un problema global.
