Adiós a las noches clásicas: los astrónomos ponen fecha al final de las apacibles noches estrelladas de toda la vida
Según el estudio, el número de satélites en órbita baja se ha disparado en muy poco tiempo.

A medida que la actividad humana en el espacio se acelera, algunos astrónomos empiezan a temer que la imagen clásica del cielo nocturno, tal como la conocemos hoy, podría desaparecer en apenas unos años. Así lo recoge el medio rumano Libertatea, que resume un análisis elaborado por Alejandro Borlaff, investigador del Centro Ames de la NASA, junto con un equipo de especialistas internacionales.
Según el estudio, el número de satélites en órbita baja se ha disparado en muy poco tiempo. En 2019 había aproximadamente 2.000 objetos activos rodeando la Tierra; hoy esa cifra ya ronda los 15.000. Y el escenario para las próximas décadas es aún más abrumador: "para finales de 2040 podría haber unos 560.000 objetos orbitando la Tierra", siempre que las solicitudes de licencia presentadas por diversas empresas y consorcios lleguen finalmente a aprobarse. La expansión de megaconstelaciones como Starlink o Kuiper es solo la punta del iceberg.
Este aumento masivo no solo modifica la apariencia del cielo nocturno, sino que interfiere directamente con la investigación astronómica. Los análisis citados por Libertatea indican que hasta el 96 por ciento de las imágenes registradas por futuros telescopios como SHEREx (Estados Unidos), ARRAKIHS (Europa) o Xuntian (China) podrían verse afectadas por reflejos procedentes de antenas y paneles de satélites. Incluso el veterano telescopio Hubble, que observa sectores muy concretos del firmamento, podría encontrarse con trazas de satélites en aproximadamente un tercio de sus registros.
El problema no se limita a la estética del cielo, sino que tiene implicaciones científicas profundas. Las estelas brillantes que dejan los satélites suelen confundirse con asteroides, lo que complica el trabajo de detección de objetos potencialmente peligrosos que podrían acercarse a la Tierra. Para los equipos de vigilancia del espacio cercano, distinguir entre un satélite iluminado y un cuerpo rocoso real es esencial, y esa diferenciación se vuelve cada vez más difícil con la saturación orbital.
Actualmente, existen programas capaces de eliminar de forma automática las trazas de objetos artificiales en las fotografías astronómicas. Sin embargo, su eficacia depende de disponer de bases de datos extremadamente precisas y continuamente actualizadas sobre la posición y trayectoria de todos los satélites en órbita. Una tarea monumental si, como señalan los investigadores, el número de objetos se multiplica por decenas en apenas quince años.
La advertencia llega en un momento clave, cuando la regulación del espacio y la sostenibilidad orbital se han convertido en un asunto urgente. Si no se establecen límites claros, concluyen los astrónomos, podría llegar un momento en el que mirar al cielo signifique ver menos estrellas y más tecnología humana flotando sobre nuestras cabezas.
