Leire Díez, Víctor de Aldama y "la agenda de lo improvisto" de Luis García Berlanga
El HuffPost estuvo presente en la disparatada rueda de prensa de la exmilitante socialista a quien muchos medios señalan como "fontanera" del PSOE.

Decía Luis García Berlanga que nunca había experimentado la sensación de haber perdido un día. Para el director, una jornada que muchos entenderían perdida era en realidad un día con otra agenda, "la agenda de lo improvisto". Esa mentalidad adquiere si cabe mayor sentido cuando uno acude, por ejemplo, a una rueda de prensa como la que este miércoles ofreció la ya exmilitante socialista Leire Díez. Pese a la inmensa atención informativa que prometía la señalada desde algunos medios como "fontanera" del PSOE, lo que podía haber sido una efeméride que relegar al olvido se convirtió en una hipérbole de la agenda de lo improvisto berlanguiana.
El Novotel Madrid Center recibe a sus visitantes con un cartelón en el patio de la entrada que reza un anglosajón "your time, your way" (tu tiempo, a tu manera), casi como una sinopsis de lo que ocurriría poco después en el sótano del hotel, en concreto en las salas Oslo, Madrid y Viena, donde había convocado a la prensa la propia Leire Díez después de anunciar su baja voluntaria como militante del PSOE. Díez, que tenía previsto hablar a las 10.00 horas, llegó a la sala media hora antes de lo esperado. "Mira que yo siempre llego justa, pero hoy...", dijo al conglomerado de periodistas que se agolparon sobre una mesa rebosante de micrófonos. Con las gafas para leer colgadas del cuello de la camiseta, Díez se sentó en una silla blanca estampada con relieves en rombo, dejó el bolso en el suelo y se dispuso a posar para los fotógrafos mientras cerraba también intervenciones con algunas cadenas. Así hasta las 10.
Ante la atenta mirada de algunos de los responsables del hotel, quienes no quisieron especificar quién había reservado la sala ni a qué precio, Leire Díez se atavió con las gafas para leer una declaración que llevaba escrita en un par de folios. "A estas alturas, no sé si por suerte o por desgracia, no necesito precisar quién soy, pero sí quiero precisar algunas cosas que para mí son importantes", comenzó. A partir de ahí, Díez enumeró unas explicaciones que ya había avanzado en algunos medios desde que El Confidencial publicara que había tratado de obtener información de mandos de la UCO en conversación con un empresario perseguido por corrupción. "Ni fontanera, ni cobarde", dijo Díez, quien se presentó como una periodista que prepara un libro "sobre los estragos del falso patriotismo y la trama de los hidrocarburos", un trabajo que no hace "en representación de nadie", solo suya.
Y, entonces, la agenda de lo improvisto. Al finalizar su declaración, y con las preguntas de los periodistas pisándose unas sobre otras, un hombre trajeado, chaqueta abierta y primer botón desabrochado, sorteó las cámaras del lateral de la sala para acercarse a Díez. "¡Es de Aldama!", gritó una periodista. Víctor de Aldama, presunto conseguidor de la trama del caso Koldo e investigado en la trama de los hidrocarburos, se encaró con la exmilitante socialista. "¿Qué tenías para amenazarme, fontanera?", espetó Aldama antes de comenzar una caótica persecución a Díez, una espantada que reveló además la presencia en la sala del también empresario Javier Pérez Dolset, otro de los presentes en la reunión desvelada por El Confidencial. Dolset, según dijo él mismo, acudió a la rueda de prensa para apoyar a una "amiga". El empresario declaró a El País hace unos días que investiga "las cloacas del Estado desde hace seis años" con Leire Díez.
Sobre Díez, Aldama y Dolset se abalanzó el personal de seguridad del hotel, cámaras y periodistas. La escena fue la mejor representación del disparate. Dolset empujó en varias ocasiones a Aldama para luego acoger bajo su brazo a una Díez cabizbaja, nerviosa y asustada. La avalancha destrozó el marco estético de unos enchufes de la sala y arrojó al suelo algunas botellas de cristal llenas de agua que asistían ajenas al estrambótico jaleo. Díez se refugió en un despacho de la planta menos uno, adonde quiso entrar el propio Aldama, sin éxito. "¡Sacadla, sacadla!", gritó a los miembros de seguridad de Novotel. "¿No os dais cuenta de que todo es una pantomima?", preguntó el empresario a los periodistas. "Es una mentirosa y se está riendo de todo el mundo", comentó antes de rematar su intervención con un bravucón "que dé la cara, que no la ha dado, que ha salido corriendo en cuanto me ha visto". Tamaño improvisto terminó con un Aldama nervioso y sudado dentro del ascensor que le llevaría al vestíbulo. Con una mano, la derecha, tecleaba el botón de cerrar las puertas mientras con su otra mano, la izquierda, sostenía dos dispositivos móviles.

Con Aldama ya fuera del recinto, Leire Díez no volvió a aparecer. Los empleados del hotel, molestos, pidieron a los periodistas que recogieran todo el material y abandonaran el espacio. El espectáculo había terminado. En la sala Oslo, un enchufe colgaba y una trabajadora de la limpieza se afanaba en recoger el agua derramada por la masa. A la sala en la que se protegió Díez se desplazaron luego cuatro agentes de la Policía Nacional. Después, la exmilitante socialista confirmó que presentaría una denuncia contra Víctor de Aldama. "Lo que ha hecho hoy carece de sentido", dijo.
En la planta baja, dos pilotos de Air China y su tripulación esperaban para hacer el check-in mientras observaban con asombro y cierta gracia al nutrido grupo de periodistas. Fuera, una empleada del hotel ratificó a la prensa que Díez no saldría. Un cliente, curioso, sacaba fotos con su teléfono móvil como quien acude a un museo antropológico. Horas después, Leire Díez comenzó en el programa Todo es mentira lo que parece una gira de presentación del libro que asegura preparar desde hace años. Desde el plató, deslizó que el abogado José Antonio Choclán tiene "un papel muy activo en la filtración de los audios". Choclán es, al mismo tiempo, abogado de Víctor de Aldama, pero también del empresario Alejandro Hamlyn, ese al que Díez ofreció sentarse con la Fiscalía a cambio de información sobre la UCO. Un farol, aseguró esta tarde.
Para honra de Berlanga, no obstante, al día le faltó acaso alguna mención al imperio austrohúngaro. Al menos uno de los salones que albergó la disparatada escena recibe el nombre de Viena. Algo es algo, y no es poco.