El barrio de barracas de Barcelona que desapareció y su nombre lo lleva una playa para rendirle homenaje
Un pequeño gesto a un barrio obrero que luchó hasta el final.
Barcelona es una de las ciudades más emblemáticas y populares de España, con una historia que se extiende por más de 4.000 años y una superficie que supera los 100 kilómetros cuadrados. En su gran labor por preservar la memoria histórica, la ciudad condal rinde homenaje a sus raíces en cada una de sus calles y rincones. En esta línea, ¿sabías que una de sus playas más concurridas lleva el nombre de un barrio desaparecido?
Estamos hablando de la playa del Somorrostro, bautizada así en honor al histórico barrio de barracas que, aunque desapareció con el paso del tiempo, dejó una huella imborrable en la historia de Barcelona. Se trató de un asentamiento levantado junto al mar que llegó a albergar a más de 15.000 personas en condiciones extremadamente precarias, aunque su legado no suele figurar ni en las guías turísticas ni en los libros de historia urbana.
Sobre su origen
El Somorrostro fue durante décadas un barrio bullicioso y caracterizado por su arraigada vida comunitaria. Comenzó a formarse a finales del siglo XIX, cuando en plena expansión industrial las élites construían el Ensanche (Eixample en catalán), mientras que las clases trabajadoras y migrantes fueron expulsadas a los márgenes. Las personas que vivieron en este barrio eran en su mayoría de origen andaluz, extremeño y gitano.
Fue entonces cuando en las playas del litoral este cientos de familias se vieron obligadas a levantar barracas con sus propias manos. Allí tuvieron que vivir prescindiendo de servicios básicos tan necesarios como el agua corriente o el alcantarillado, pero esto no fue impedimento alguno. El barrio fue creciendo hasta formar una autentica metrópoli autónoma, con sus propios códigos, oficios y redes de apoyo basadas en la solidaridad de sus integrantes.
De barrio a playa
La desaparición de Somorrostro se inició en los años 50 y se intensificó en la década de los 60. En 1966, durante una visita de Franco a Barcelona, las autoridades derribaron las barracas situadas frente al paseo marítimo para evitar proyectar una imagen desfavorable. Ante la destrucción de sus hogares, las familias fueron reubicadas en zonas periféricas, dejando al barrio borrado completamente del mapa.
En este espacio que quedó vacío se crearon zonas portuarias, solares industriales y, décadas más tarde, las playas que hoy conocemos. Es más, sobre este terreno también se construyó en 1990 el Port Olímpic que sirvió como sede de las competiciones de vela de los Juegos Olímpicos de 1992, una operación que fue todo un éxito pero que terminó definitivamente con lo poco que quedaba físicamente del barrio.
No fue hasta el año 2010 cuando el Ayuntamiento decidió bautizar esta playa con el nombre del antiguo barrio de barracas, en un intento de rendir homenaje a esa parte marginal de la ciudad condal que ha quedado en el olvido. Hoy se puede visitar una pequeña placa que recuerda que allí hubo un barrio lleno de vida, cultura y resistencia, aunque lo cierto es que este escaso reconocimiento no hace justicia a lo que significó Somorrostro.