El casi desconocido himno oficial de la Comunidad de Madrid escrito con mucha sorna
Cuenta con la letra del filósofo Agustín García Calvo y la música de Pablo Sorozábal.

Este 2 de mayo, mientras Madrid celebra su fiesta autonómica en honor al levantamiento del pueblo contra las tropas napoleónicas en 1808, suena entre los actos oficiales el himno oficial de la Comunidad. Una composición cargada de ironía y humor y escrita por el filósofo Agustín García Calvo por el simbólico precio de una peseta.
A pesar de su estatus legal como himno desde 1983, cuando Joaquín Leguina, entonces presidente de la Comunidad de Madrid, encargó su creación, el tema tiene hoy apenas uso. Solo se escucha en contadas ocasiones, como en los actos institucionales del Dos de Mayo.
Musicalizado por Pablo Sorozábal Serrano, el himno destaca por su tono satírico. A través de versos agudos, García Calvo ironiza sobre la fragmentación territorial de España tras la descentralización autonómica, con una Madrid que se queda "girando sola", tras ser rechazada por sus antiguas compañeras castellanas.
"Yo estaba en el medio: giraban las otras en corro y yo era el centro. Ya el corro se rompe, ya se hacen Estado los pueblos, y aquí de vacío girando sola me quedo", escribe el filósofo, en uno de los pasajes más representativos del texto. Una crítica a la nueva configuración del país que convierte a Madrid en una autonomía obligada, aislada por decreto y rodeada de provincias que prefirieron seguir su propio camino.
El himno también ironiza sobre el desarrollo urbano y el papel de Madrid como centro de poder y progreso: "¡Madrid, metropol ideal del dios del progreso!" —una descripción tan exagerada como intencionada—. Y culmina con una de las frases más reconocibles y queridas por los madrileños: "De Madrid al cielo".
Himno completo
Yo estaba en el medio:
giraban las otras en corro
y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
ya se hacen Estado los pueblos,
y aquí de vacío girando
sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una;
no voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
autónomo, entero!
Mire el sujeto
las vueltas que da el mundo
para estarse quieto.
Yo tengo mi cuerpo:
un triángulo roto en el mapa
por ley o decreto,
entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
provincia de toda provincia,
flor del desierto.
Somosierra me guarda del norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
se llevan el resto.
Y a costa de esto,
yo soy el ente autónomo último,
el puro y sincero.
¡Viva mi dueño,
que solo por ser algo
soy madrileño!
Y en medio del medio,
capital de la esencia y potencia,
garajes, museos,
estadios, semáforos, bancos,
y vivan los muertos:
¡Madrid, metropol ideal
del dios del progreso!
Lo que pasa por ahí todo pasa
en mí, y por eso
funcionarios en mí y proletarios
y números, almas y masas
caen por su peso;
y yo soy todos y nadie,
político ensueño.
Y ese es mi anhelo,
que por algo se dice:
"de Madrid al cielo".