Una historiadora de la alimentación alerta de que nos hemos convertido en extraños en nuestra propia cocina
"Nos hemos alejado de las actividades culinarias, de las técnicas de cocina y del conocimiento de los ingredientes, por desgracia", lamenta la experta.

El ritmo imparable de la rutina del día a día unido al notable incremento del precio de los alimentos ha provocado que cada vez más personas opten por consumir platos preparados o comida para llevar.
Sin embargo, la historiadora de la alimentación Bettina Buhl, entendiendo esos motivos, opina que no son excusas válidas para no dedicarle una pequeña parte del tiempo en el que se está en casa a cocinar.
Tal y como recoge el medio de comunicación danés DR, Buhl se dedica a la investigación y a la divulgación de la historia y la cultura gastronómica danesa en un museo de la península de Djursland.
Haciendo uso de esa experiencia, la historiadora de la alimentación subraya que nuestros hábitos alimenticios están marcados por la prosperidad económica que ha posibilitado poder elegir libremente entre los estantes del supermercado.
Sin embargo, Bettina Buhl, poniendo como ejemplo a la sociedad danesa, recuerda que no siempre a lo largo de la historia se ha tenido el privilegio de poder escoger qué es lo que se come.
"Si tomamos como ejemplo a la generación más mayor de daneses de hoy en día, su infancia fue completamente diferente. No tenían acceso ilimitado a, por ejemplo, el plato de albóndigas. Tenían que conformarse con una, y papá comía dos, al igual que había un día a la semana de gachas y pescado", señala la experta.
En ese sentido, Buhl asegura que, a diferencia de esa generación, ahora nos hemos convertido en extraños en nuestra propia cocina. "Si le das una cabeza de coliflor a una persona de las generaciones más mayores de Dinamarca, te dará siete ideas diferentes de platos y de cómo aprovecharla. Pero si tú y yo tuviéramos que hacerlo, primero tendríamos que buscar en Google hasta cansarnos", destaca la historiadora de la alimentación.
Según Bettina Buhl, una de las principales razones por la que a las generaciones más jóvenes les cuesta más cocinar es porque no saben qué hacer con los ingredientes de un plato. "Nos hemos alejado de las actividades culinarias, de las técnicas de cocina y del conocimiento de los ingredientes, por desgracia", lamenta la experta.
