Investigadores determinan el número de veces que debes estar expuesto a una palabra para incluirla en tu vocabulario
La clave está en la complejidad de su significado y en el contexto.

Puede que alguna vez hayas escuchado una palabra nueva y, aunque la entendieras en el momento, al día siguiente ya la habías olvidado. Esto no es un simple despiste, ya que forma parte del modo en que funciona la memoria y del proceso que sigue nuestro cerebro para “adoptar” una palabra como propia.
Los lingüistas y neurocientíficos llevan décadas intentando responder a una pregunta aparentemente sencilla pero con muchas variables: ¿cuántas veces es necesario encontrarse con una palabra para que realmente se quede grabada y podamos usarla con naturalidad?
No todas las palabras se aprenden igual, algunas, como el nombre de un objeto que puedes señalar, se fijan rápidamente. Otras requieren comprender matices, contexto y usos múltiples antes de que pasen a formar parte de nuestro vocabulario activo.
La edad, el idioma que hablamos y hasta el interés que tengamos en el tema influyen en la rapidez del aprendizaje. Y, aunque parezca increíble, los expertos han logrado poner un número a este proceso y la cifra puede sorprender a más de uno.
Un promedio que lleva décadas estudiándose
Esta incógnita no es nueva. Ya en los años 70, investigadores del Departamento de Investigaciones Educativas de la Universidad de Illinois (EE.UU.) se plantearon el reto. Entre ellos, Mohamed Youssef, quien realizó pruebas controladas con estudiantes para medir cuánto tardaban en retener y usar con soltura nuevas palabras.
Tras múltiples experimentos, concluyeron que, de media, un estudiante necesita 17 exposiciones a una palabra para incorporarla de forma efectiva a su vocabulario. Hoy, la cifra sigue vigente, con expertos que sitúan el rango entre 15 y 20 repeticiones.
No todas las palabras son iguales
Según Catherine Snow, profesora de Educación en la Universidad de Harvard, este número es solo un promedio ya que hay palabras que pueden aprenderse en una única ocasión y otras que requieren muchas más repeticiones. La clave está en la complejidad de su significado y en los contextos en los que se usa.
Por eso, el Departamento de Educación de Estados Unidos recomienda exponer repetidamente las palabras en formatos escritos y orales, y dar oportunidades para que los estudiantes las utilicen, consolidando así su paso de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.
