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Malas noticias sobre uno de los hongos más tóxicos y escurridizos: los micólogos alertan de que ha mutado en los últimos años

Malas noticias sobre uno de los hongos más tóxicos y escurridizos: los micólogos alertan de que ha mutado en los últimos años

Una de las especies más témidas en el corazón de los bosques y "una promesa de vida".

Varias personas recogiendo setas.
Varias personas recogiendo setas, en una imagen de archivo.Natalia Lebedinskaia / Getty

Uno de los venenos naturales más temidos. El hongo faloide agárico, una seta de apariencia ordinaria, sigue siendo una de las especies más témidas en el corazón de los bosques. Tal y como reza el periódico francés CNews, es capaz de engañar a los recolectores, cruzar continentes e incluso reescribir sus propias reglas biológicas. Constituye, más allá de una amenaza, un enigma. 

De acuerdo a los datos difundidos en la publicación, se trata de un hongo mortal y escurridizo. Detrás de su apariencia corriente, el agárico faloidal sigue siendo uno de los hongos más venenosos conocidos. De hecho, "las crónicas antiguas" ya informaban sobre los riesgos de este hongo. El emperador romano Claudio murió a los 54 años por ingerir la seta, y casi quince siglos más tarde, el papa Clemente VII, murió en circunstancias similares. 

En Australia, recientemente, y tal y como se recoge en la publicación, este ejemplar se cobró la vida de tres personas. La tragedia, explica como la apariencia inofensiva del hongo puede llegar a engañar "incluso a los más cautelosos". 

Según la información recabada, el peligro del agárico faloidal radica en la toxina que contiene: amanitina. Cuando se ingiere, bloquea la producción de proteínas, condenando a las células al colapso. De hecho, el envenenamiento experimenta una pausa engañosa: "el paciente piensa que está fuera de peligro antes de volver a sumergirse en un malestar hepático.

La peligrosa especie se puede encontrar tanto en prácticamente todo el planeta: desde los bosque europeos a América del Norte, Australia, Asia y Sudáfrica. Su propia genética evoluciona, modulando su toxicidad según el medio ambiente y las presiones locales. El agárico faloidal ajusta sus armas químicas como "un soldado invisible que está perfeccionando constantemente su arsenal".

Sin embargo, a pesar de ser extramadamente venenoso, la molécula mortal se transforma en "una promesa de vida". "El hongo asesino podría servir a la medicina del mañana al convertirse en un arma terapéutica que ataca las células cancerosas con precisión quirúrgica", reza la publicación.

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