Un estudio resuelve el tesoro arqueológico de 2.500 años: la razón detrás de las cabezas cortadas en Cataluña
Se trataban de prisioneros de guerra y/o enemigos derrotados.

Un grupo de investigadores ha logrado resolver el misterio de las cabezas halladas en diferentes yacimientos de la Edad de Hierro, concretamente en Ullastret y Puig Castellar, en el norte de España. Y es que durante algo más de un siglo los arqueólogos han ido encontrando cráneos humanos decapitados clavados tanto en el interior de los entornos domésticos como en los espacios públicos. Sin embargo, hasta ahora se desconocía si se trataba de un trofeo de guerra o tenían otro propósito.
La historia se remonta a comienzos del siglo IV a.C, cuando las sociedades ibéricas comenzaron a entrar más en contacto con las civilizaciones mediterráneas, lo que llevó a la creación de nuevas rutas comerciales y asentamientos, así como a una mayor violencia entre los extraños.
Aunque al inicio se pensaba que los cráneos eran de miembros respetados de la comunidad y que se mostraban con fines de veneración, un nuevo estudio compartido en Journal of Archeological Science llegó a la conclusión de que puede que no ocurriese así.
Tras comprobar y analizar siete cráneos hallados en Puig Castellar y Ullastret descubrieron que los restos no eran de personas de la zona, lo que daba a entender de que se trataban de prisioneros de guerra o enemigos derrotados. "Podría alinearse con la hipótesis de que las cabezas de los enemigos eran traídas como trofeo y almacenadas en cajas o fosas, una práctica documentada entre los galos del sur de Francia", subraya la investigación-
"Los individuos de Puig Castellar fueron hallados todos ellos en una zona de gran exposición pública, como es la puerta de entrada al poblado", afirman los autores del estudio. "No sabemos si fueron clavados en la pared o en alguna otra zona de la entrada, aunque la hipótesis de que estuvieran colocados en la pared ha llevado a interpretar estos cráneos como trofeos de guerra", añadieron.
Dos de las cabezas que fueron halladas sí que pertenecían a lugareños, lo que indica que se trataban de figuras importantes de la comunidad y no de prisioneros. "Los restos expuestos serían habitantes importantes del asentamiento", aseguraron los autores, "posiblemente venerados o reivindicados por la sociedad, tal vez asociados a grupos familiares o facciones rivales que competían por el poder. Además, los contextos en los que se encontraron estos restos se interpretan como unidades domésticas o viviendas".
Finalmente, la investigación llegó a la conclusión de que los prisioneros de guerra no fueron elegidos al azar, pues estaban repartidos de forma homogénea. "Estas cabezas cortadas revelan una tendencia homogénea en términos de sexo, ya que todas son masculinas; sin embargo, la movilidad y los patrones de disposición sugieren una mayor diversidad, lo que implica diferencias sociales o culturales entre los individuos de estas dos comunidades de la Edad del Hierro", concluye el estudio.
