Un hombre invierte 400 euros en pruebas para descubrir que su perro cojeaba por imitación
"Su empatía era increíbl. Fingió estar dolido solo para apoyar a Russell".

Los vínculos entre los perros y sus dueños puede llegar a ser tan fuerte como el que se puede tener con cualquier familiar cercano, e incluso más. Incluso pueden ayudarnos en el amor, tal y como refleja un estudio publicado el año pasado por Rover.com, en el que se observa que el 47% de los encuestados afirmaba confiar en la intuición de sus mascotas para escoger pareja. Esto puede dar lugar a historias tan entrañables y cómicas como la de Russell Jones y su galgo Billy.
Jones tenía que caminar con muletas porque se estaba recuperando de una fractura de tobillo. Durante sus pases, comenzó a notar que Billy también cojeaba, manteniendo una pata delantera levantada. Preocupado, el británico lo llevó al veterinario. Tras dos citas, radiografías y analgésicos, unos 400 euros en total, no había diagnóstico que explicara el problema.
Nada más llegar a casa, vio a Billy corriendo al jardín y caminando con normalidad. Ahí se dio cuenta de que su perro simplemente estaba imitando su paso. "Su empatía era increíble. Fingió estar dolido solo para apoyar a Russell", contó a Naturlink Michelle, esposa de Jones.
Un mes más tarde, los roles se invirtieron. Billy fue operado para extirparle un espolón calcáneo, un crecimiento óseo anómalo, que se desarrolla debajo del hueso calcáneo del pie. Debido a esto, tuvo que llevar una pequeña escayola que le hacía moverse más despacio. Esta vez fue Jones quien cojeaba a propósito para acompañarlo.
Lamentablemente, Billy murió en marzo de 2022 por cáncer de pulmón, pero no fue olvidado. En septiembre de ese mismo año recibidó póstumamente el premio 'Sensación de Internet' en los People’s Pet Awards.
Memoria episódica de los perros
Aún se está estudiando hasta qué punto los perros son capaces de imitar, un campo que abre nuevas posibilidades para innovar en los métodos de adiestramiento. Claudia Fugazza, etóloga y ex adiestradora de perros, expone en su libro 'Do as I do' ('Haz lo que yo hago') el paradigma con este mismo nombre, "ideado para estudiar las habilidades de imitación de los animales".
La experta explica que este protocolo educativo se diferencia de otros en que el perro no memoriza órdenes específicas, sino que aprende a asociar la palabra "hazlo", o cualquier otra elegida, con la idea de reproducir una acción observada. Es decir, el término empleado no se limita a un ejercicio concreto, sino que transmite un concepto más abstracto: el de copiar un gesto o movimiento realizado por su dueño o guía.
Igual que en otras formas de aprendizaje, la repetición es clave. Con la práctica, el animal comprende que "hazlo" no significa sentarse, girar o saltar, sino que es una invitación a poner en marcha su capacidad de imitación social.
Fugazza añade que, una vez consolidada esta base, es posible introducir vocablos nuevos para enseñar tareas más específicas, desde seguir a una persona o girar sobre sí mismo hasta realizar habilidades prácticas como abrir cajones o encender un interruptor.
