Un profesor arremete fuertemente contra la situación actual de las escuelas: "No me apetece ir a clase, no porque esté cansado, sino porque no le veo el sentido"
"Muchos ni siquiera abren el libro, otros miran la pantalla debajo del pupitre", ha criticado el docente.
A lo largo de los últimos años, los docentes han alertado de que cada vez es más difícil poder dar clase con normalidad. Los alumnos (e incluso sus padres) ya no se preocupan por aprender sino por aprobar las asignaturas realizando el menor esfuerzo posible.
Ante esta situación tan complicada para ejercer la docencia, Paolo, un profesor italiano de literatura de 46 años, ha decidido desahogarse en una página de la red social Facebook llamada La situazione è grammatica (La situación es gramática, en castellano).
El hombre ha arremetido fuertemente contra la situación actual de las escuelas en un mensaje en el que ha asegurado que "hoy no me apetece ir al colegio. No por cansancio, sino porque no le veo sentido".
El docente ha recordado que "cuando empecé, pensaba que el colegio era el lugar donde se podían cambiar las cosas, pero me engañé. Me gustaba explicar. Me gustaba hacer leer libros que me habían cambiado la forma de pensar. Creía que bastaba con ponerle pasión y estaba convencido de que conseguiría transmitir mi pasión".
Sin embargo, esa idea estaba muy alejada de lo que hoy en día es la realidad de la docencia. "Luego llegaron los chicos de verdad, las familias de verdad, los problemas de verdad. Gente que no quiere aprender nada, solo pasar el año. Y padres que te escriben correos electrónicos para discutir medio punto", ha lamentado el profesor.
En ese sentido, Paolo ha contado que "la semana pasada, una madre me dijo que 'la literatura solo sirve para hacer perder el tiempo a los chicos'. Le respondí que tal vez fuera así. No tenía ganas de discutir. Quizás ella tenga razón".
Respecto a la situación en el aula, el profesor ha afirmado que "en clase ya no consigo que me escuchen más de cinco minutos. Muchos ni siquiera abren el libro, otros miran la pantalla debajo del pupitre. De vez en cuando alguien pregunta: 'profesor, ¿sirve para la nota?'. Si respondo que no, todos se apagan. Todavía hay dos o tres alumnos que me siguen, pero no es suficiente".