Un trozo de madera de este árbol se paga a precio de piedras preciosas siempre que se infecta por un hongo
El precio de un gramo puede alcanzar los 10 mil dólares.

Existen coleccionistas de todo tipo y para todos los gustos. Los más conocidos suelen dedicarse a sellos, monedas antiguas o billetes raros. Pero el mundo de las colecciones va mucho más allá de lo que solemos imaginar. A parte de perfumes exclusivos, cómics, vinilos o zapatillas de edición limitada, la pasión por atesorar piezas únicas no entiende de fronteras ni de generaciones, y cada objeto, por más extraño que parezca, puede convertirse en un tesoro para alguien.
Entre los más excéntricos y apasionados también están quienes dedican su vida a encontrar maderas únicas, fragmentos de árboles que no solo representan rarezas botánicas, sino que en ocasiones alcanzan un valor incalculable en el mercado.
Algunos de estos trozos de madera son tan codiciados que coleccionistas e incluso templos religiosos están dispuestos a pagar millones por poseerlos. Lo que a simple vista parece un simple pedazo de tronco puede, en realidad, valer más que el oro o las piedras preciosas.
La madera más cara
En Asia existe un árbol que, al infectarse con un hongo específico, produce una resina tan codiciada que un pequeño fragmento puede alcanzar cifras millonarias. Este fenómeno natural ha dado lugar a un comercio internacional donde coleccionistas, perfumistas y templos religiosos luchan por hacerse con este tesoro.
El árbol en cuestión es conocido como Cinnamomum, aunque en el mundo del lujo y la perfumería se lo llama agarwood o “árbol de los dioses”. Crece en regiones de Indonesia, Vietnam, Camboya, Myanmar y algunas zonas del sur de China. La particularidad del kinam, la forma más valiosa de esta madera, es que no todos los ejemplares llegan a desarrollarlo.
El secreto está en un hongo llamado Phialophora parasitica. Cuando el árbol se infecta, produce una resina espesa como mecanismo de defensa. Esa resina penetra el tronco, lo densifica y genera un aroma complejo que se intensifica con el paso de las décadas. De ahí que los árboles más antiguos sean los más valiosos. La rareza es tal que resulta imposible predecir qué ejemplar se convertirá en portador de esta “resina sagrada”.
Un perfume natural imposible de imitar
El atractivo del kinam radica en su aroma. Se trata de una mezcla única de notas florales, resinosas, frutales y almizcladas que la ciencia aún no ha logrado reproducir de manera artificial. Por eso, marcas de perfumes de lujo y fabricantes de fragancias exclusivas pagan sumas desorbitadas por un fragmento de esta madera.
Además de su uso en perfumería, el kinam tiene un valor religioso. En templos budistas e hindúes se ha utilizado durante siglos como incienso, y se cree que su humo acerca a quienes lo inhalan a lo divino. Incluso hoy, algunos templos conservan piezas de madera custodiadas como auténticos tesoros espirituales.
Precios que desafían la lógica
Las cifras alcanzadas en las subastas son asombrosas. Se han llegado a pagar 100.000 dólares por apenas 10 gramos de kinam. En Shanghái, dos kilos se vendieron por 18 millones de dólares, y en otro caso un lote de 16 kilos de madera de 600 años alcanzó los 20 millones. En Camboya, un templo rechazó una oferta de 23 millones de dólares por un ejemplar único, que permanece bajo custodia de monjes y soldados.
La gran diferencia entre el oro y el kinam es que el primero se puede extraer de manera constante, mientras que el segundo depende de un proceso natural irrepetible que combina tiempo, enfermedad y azar. Es precisamente esa mezcla de rareza, espiritualidad y lujo lo que lo convierte en un símbolo de estatus y prestigio en muchas culturas.
