Una amistad nacida a través de cenas y llamadas acaba con estafa entre amigos: "Se llevó 84.000 euros y no nos queda nada"
“Vivía a todo lujo, pero nunca trabajaba. Decía que si a su esposa le gustaba algo, se lo compraría”.

En Italia, un caso que ha conmocionado a la localidad de Saluzzo, en el Piamonte, ha llegado a los tribunales. Según informa el diario La Stampa, Marco Pasquali está acusado de haber estafado más de 84.000 euros a una pareja de amigos, a quienes prometió inversiones seguras y rentables que nunca existieron.
El presunto fraude comenzó en 2020, en pleno confinamiento por la pandemia de Covid-19. Pasquali, que se presentaba como excapitán del ejército y experto en finanzas, habría logrado ganarse la confianza de sus víctimas con una mezcla de carisma, aparente solvencia económica y frecuentes cenas en común. La relación, que comenzó como una amistad, se transformó en una trampa económica cuidadosamente tejida.
“Le pregunté: ‘¿Siempre estás en casa? ¿Trabajas?’”, declaró ante el tribunal una de las víctimas. “Vivía a todo lujo, pero nunca trabajaba. Decía que si a su esposa le gustaba algo, se lo compraría”. La mujer explicó que su familia atravesaba dificultades económicas y que, en aquel momento, confiaron ciegamente en su amigo.
El marido relató que el primer pago, de 2.500 euros, supuestamente se destinó a una inversión en Suiza gestionada por un tal Pierpaolo Rospo. Pero, según la fiscalía, este “gestor” no existía. “Me dio la impresión de que seguía siendo Pasquali quien contestaba fingiendo ser otra persona”, declaró el hombre, visiblemente afectado.
La pareja llegó a entregarle más de 84.000 euros, pero solo recibió dos recibos. Cuando pedían justificantes, Pasquali respondía con excusas: que el ordenador no funcionaba, que los papeles estaban en trámite… hasta que dejó de responder. “Hace dos años me dijo que si retiraba la denuncia, nos devolvería el dinero ‘que les había quitado’”, explicó la víctima. “Le pedí una transferencia, pero dijo que me lo traería en mano. Todavía lo estoy esperando”.
El impacto psicológico del engaño fue devastador. El hombre admitió que llegó a pensar en suicidarse: “Quise hacerlo en el bosque por culpa de Pasquali. Me culpaba a mí mismo. Es duro; ahora tenemos que empezar de cero”.
Sin recursos para contratar abogado, la pareja presentó una demanda civil y confía en recuperar parte del dinero perdido. La defensa del acusado sostiene que el conflicto tiene “raíces familiares” y que los hechos no ocurrieron como describe la acusación.
El juicio, que continúa en el tribunal de Cúneo, podría concluir con una condena por fraude agravado, delito que castiga a quienes se aprovechan de la confianza ajena para obtener un beneficio económico injusto.
