Pocos saben por qué no se debería poner la lavadora dos veces seguidas
Lo ideal es dejar descansar la lavadora entre 30 y 60 minutos entre ciclos.

Poner la lavadora dos veces seguidas es una práctica habitual en muchos hogares, sobre todo cuando se acumula la colada del fin de semana o hay niños en casa. Sin embargo, pocos saben que esta costumbre, que a simple vista parece eficiente, puede acortar de forma considerable la vida útil del electrodoméstico y aumentar el riesgo de averías.
Aunque una lavadora dé la sensación de ser un aparato robusto, en su interior trabajan componentes que sufren un gran esfuerzo con cada ciclo. Su funcionamiento implica varios elementos como el motor, la resistencia que calienta el agua y la bomba de desagüe que elevan su temperatura durante el lavado.
Si se inicia otro programa inmediatamente después, no tienen tiempo suficiente para enfriarse. Este sobrecalentamiento continuo provoca un mayor desgaste, incrementa el consumo energético y multiplica las probabilidades de fallo.
Una pausa entre lavados
Los especialistas en reparación y mantenimiento coinciden en que lo ideal es dejar descansar la lavadora entre 30 y 60 minutos entre ciclos. Incluso una pausa más corta, de 20 a 30 minutos, ya permite que las piezas internas bajen de temperatura y trabajen en mejores condiciones.
Según Driessen Diario, con este sencillo gesto, una lavadora puede alcanzar fácilmente los 15 años de vida útil con un uso normal, frente a los pocos años que pueden llegar a duran aquellas que funcionan sin descanso.
Cuidado con estas piezas
Uno de los elementos más castigados es el motor. Durante el lavado y, especialmente, en el centrifugado, trabaja a pleno rendimiento, generando calor de forma constante. Si se le exige arrancar de nuevo cuando todavía está caliente, aumenta el riesgo de fallos electrónicos, mensajes de error y reparaciones caras. En las lavadoras de carga frontal, sometidas a mayores esfuerzos en el centrifugado, este problema es aún más acusado.
También la correa de transmisión y los rodamientos sufren las consecuencias. La correa se tensa y se calienta por fricción en cada ciclo, y sin una pausa para “relajarse” puede estirarse, chirriar o romperse antes de tiempo. Los rodamientos, por su parte, soportan vibraciones constantes y, sin descansos, se desgastan más rápido, algo que suele notarse por ruidos anómalos durante el centrifugado.
La bomba de desagüe y la resistencia calefactora tampoco salen indemnes. La bomba trabaja intensamente al final de cada lavado para evacuar el agua y, si no se enfría, puede atascarse o fallar. La resistencia, al calentarse repetidamente en poco tiempo, es más propensa al sobrecalentamiento y a la acumulación de cal, especialmente en zonas con agua dura.
Un gasto innecesario
A todo esto se suma el impacto eléctrico. Cada arranque exige un pico de corriente elevado, por lo que poner varios lavados seguidos incrementa el consumo y puede provocar saltos en la instalación eléctrica, sobre todo en viviendas antiguas. Además, las juntas y mangueras de goma se degradan más rápido si no se enfrían, aumentando el riesgo de pequeñas fugas.
Planificar la colada de forma inteligente es la clave. Limitarse a un máximo de dos lavados al día, dejar al menos media hora entre ciclos, no sobrecargar el tambor y ventilar la máquina tras cada uso. Cuidar la lavadora evita averías y convierte el lavado de la ropa en una tarea mucho más tranquila a largo plazo.
