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Una mujer de 55 años habla por todas las personas mayores sin trabajo: "Ni empleada ni jubilada, formo parte de los llamados NER"

Una mujer de 55 años habla por todas las personas mayores sin trabajo: "Ni empleada ni jubilada, formo parte de los llamados NER"

Tuvo que regresar a vivir a casa de su madre. "Es una tragedia porque la precariedad se instala muy rápidamente", afirma la misma.

Imagen de recurso de una mujer en su casa.
Imagen de recurso de una mujer en su casa.Getty Images

Gwenaëlle Chauvin, una mujer británica de 55 años, forma parte del grupo NER (aquellos que no quieren trabajo ni jubilación) y según afirma a su edad ha tenido que regresar a vivir a casa de su madre, pues se encuentra sin trabajo y recibiendo asistencia social, lo que no solo le está afectando económicamente, sino también de forma psicológica. 

"Me enteré de que formaba parte de un gran grupo de personas apodadas NERS, los desempleados y sin pensión", afirma la mujer a un medio local, que cuenta que a pesar de que es una mujer llena de energía y que ha buscado trabajo sin parar, llegando a enviar más de 1.500 CV, nunca consiguió que la contratasen. 

"A los 55 años mi madre me dijo: regresas a tu casa de Gran Bretaña", comenta la mujer, que denuncia que su situación no es única y que se extiende a todas las personas mayores, que cuentan con una enorme dificultad para encontrar trabajo debido a su avanzada edad. 

"Hasta ahora, me veía como una persona mayor en el mercado laboral. Antes de enterarme de que pertenecía a los NER, los que no quieren ni trabajo ni jubilación", señala la mujer que a día de hoy recibe algunas ayudas y prestaciones sociales. "Para mi, la asistencia social era una mala palabra. No estaba preparada. ¿Cómo iba a vivir con 580 euros?", agrega, al tiempo que explica que la decisión de regresar con su familia la tomó tras el fin de su prestación. 

"Ya no puedes pagar el alquiler y te quedas sin hogar. Así que, a los 55 años, volví a vivir con mi madre", lamenta. "Después de 30 años de trabajo, cotizaciones y crianzas de mí hijos, tomé esta decisión en apenas unas horas", dice Chauvin, que aunque asegura que no siente ninguna justicia, también se pregunta por qué las personas como ella "ya no encuentran nuevas oportunidades". 

"Sé que en Lamballe, donde vivo ahora, hay pleno empleo. Yo era dueña de un negocio. Así que me pongo en su lugar al reclutar para puestos como cajera, puestos en los que creen que no me quedaré. Es una inversión para ellos", subraya. 

Esta situación, tal y como comenta, no solo afecta en el bolsillo, sino que además también perjudica a las personas psicológicamente. "Somos muchos los que tenemos entre cincuenta y sesenta y cinco años que nos encontramos sin trabajo. La vida se paraliza por completo. Hay consecuencias económicas, pero también psicológicas. Es una tragedia porque la precariedad se instala muy rápidamente", sentencia finalmente.