Una subdirectora de guardería habla sin filtros de la realidad de su sector: "Me falta paciencia con mi propio hijo"
"Cuando cierro la puerta de mi oficina, se vuelve a abrir después de unos minutos:

Muchos profesores que trabajan en guarderías reclaman los mismos salarios que otros compañeros de la profesión. Es el caso de Levke Weikert, una educadora y subdirectora de uno de estos establecimientos que se queja del tiempo y el salario. En una entrevista para el medio alemán Die Zeit, asegura que "mi trabajo se divide en una parte pedagógica y otra organizativa. Cuido a los niños, pero también me siento mucho en la oficina".
Weikert critica que le gusta el trabajo conceptual, pero "rara vez hay tiempo para eso". "Cuando cierro la puerta de mi oficina, se vuelve a abrir después de unos minutos: un compañero necesita ayuda porque un niño ha vomitado, los padres tienen una pregunta urgente o hay tantos colegas enfermos que tengo que intervenir", lamenta. Aunque asegura que "no quiero quejarme", porque "le encanta trabajar con niños".
Pero esto no justifica los horarios a los que, por desgracia, tiene que enfrentarse. "Estoy con los niños por la mañana hasta que llega el turno de tarde, cubro los descansos de mis compañeros y acompaño a los niños mayores durante su siesta de la tarde para que tengan un cuidador permanente para ello". Después de 13 horas, llega tarde a casa, y, "a menudo", "me falta paciencia con mi propio hijo, algo que lamento profundamente". "En mi trabajo, es casi imposible desarrollar rutinas. Un día es simplemente demasiado impredecible para eso", reconoce, claramente indignada. "Más personal ayudaría, especialmente en invierno".
Además, asegura que "hay cosas de las que podría prescindir". En primer lugar, asegura que muchos padres "exageran las cosas pequeñas como grandes problemas". "Quieren que comprobemos que el niño no come azúcar bajo ningún concepto y siempre lleva pantalones protectores para que no se ensucie la ropa". Por otro lado, asegura que hay demasiada burocracia. En los últimos años, se han añadido "muchas normativas", en materia de protección de datos, documentación y normas de seguridad e higiene.
Si estas duras condiciones no cambian, Weikert dice que no va a aguantar mucho más. Ella misma las comparte: trabajo 33 horas a la semana, que es casi el 85%. Aun así, trabajo muchas más horas extras. Trabaja regularmente cuatro días a la semana de 08.00 a 14.00. Gano 3.930 euros al mes. Además, un pequeño bono de vacaciones de 220 euros.
