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Va a una reunión de exalumnos y aún le escuece lo que le hizo un profe hace 50 años: "Fue a propósito, era un pésimo profesor"

Va a una reunión de exalumnos y aún le escuece lo que le hizo un profe hace 50 años: "Fue a propósito, era un pésimo profesor"

Las explicaciones del profesor hace medio siglo siguen retumbando en la cabeza de este exalumno.

Pasillo de un instituto vacíoGetty Images

El instituto Reinhard y Max Mannesmann, el más grande de Duisburgo, celebró la semana pasada su 60º aniversario con un reencuentro que reunió a varias generaciones de alumnos. Entre recuerdos entrañables y alguna que otra espina clavada, antiguos estudiantes recorrieron los pasillos de su colegio y compartieron anécdotas de una etapa que, para muchos, marcó sus vidas.

Sebastian Braß, que terminó sus estudios allí hace una década y hoy trabaja como especialista en informática, reconoció que sus años en el Mannesmann-Gymnasium fueron los mejores de su vida. “Los alumnos actuales aún no son conscientes de ello, solo se aprecia con la distancia”, comentó. Junto a dos compañeros de promoción, dedicó parte de la jornada a revisar exámenes antiguos, una oportunidad única para conocer los criterios de corrección que en su día solo se resumían en una nota final.

La iniciativa de rescatar carpetas con pruebas académicas atrajo también a promociones mucho más veteranas. Patrick Berg, médico jubilado que se graduó hace 50 años, viajó desde Münster para reencontrarse con sus raíces escolares. Guarda recuerdos positivos de aquella época, aunque no todos fueron agradables: todavía lamenta una experiencia con un profesor de química al que acusa de haberle bajado intencionadamente la calificación. “Respondí todo bien, pero me puso una C porque decía que solo eran preguntas de C”, recuerda con cierta amargura.

Otros exalumnos de los años setenta evocaron un centro que, por entonces, era moderno y rompía moldes. Heike Hesselmann y Brigitte Bugert rememoran la energía de unos jóvenes docentes y de un director visionario, además de un gran mural abstracto pintado por los propios estudiantes que decoró durante años la cafetería del instituto.

El Mannesmann-Gymnasium también fue pionero en la coeducación en Duisburgo. Por primera vez, chicos y chicas compartieron aula, algo que dejó huella más allá de lo académico. “Dos parejas que se conocieron en clase terminaron casándose, y siguen juntas hasta hoy”, cuenta Bugert entre risas.

Para muchos de los asistentes, la celebración fue más que un aniversario: supuso la oportunidad de reconciliarse con el pasado, agradecer la formación recibida y constatar que aquel colegio no solo ofreció educación, sino también amistades, vínculos duraderos e historias que aún se siguen contando 60 años después.

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