Un mecánico tira de ingenio para transformar su vieja cosechadora en uno de sus grandes sueños cuando era niño
La aeronáutica de andar por casa ha encontrado su icono rural y sin alzar el vuelo, ha conseguido que medio internet aplauda su ‘Frankencóptero’ como si fuese la NASA

Chuck Teschke no ha construido un helicóptero. Lo que ha hecho es mucho más difícil: ha fabricado una fantasía. Este mecánico aeronáutico de Alberta (Canadá) ha convertido una cosechadora MacDon en lo que él llama Heli-Harvester, un artefacto que no puede volar pero que ha logrado despegar en redes, según ha publicado Jara y Sedal.
Todo parte de un sueño de cuando Chuck era niño: tener su propio helicóptero. A falta de presupuesto, hangar o una licencia, ha tirado de ingenio y herramientas para montar una aeronave imposible, con la cabina de una cosechadora, un rotor principal improvisado y una cola con hélice incluida. En lugar de alas, lo que le sobra es imaginación.
Todo parte de un deseo de crío: tener su propio helicóptero. A falta de presupuesto, hangar o licencia, ha tirado de ingenio y herramientas para montar una aeronave rural imposible, con la cabina original de la cosechadora, un rotor principal improvisado y una cola con hélice incluida. En lugar de alas, lo que le sobra es imaginación.
Entre la cosecha y el cachondeo
La criatura de Teschke, más cercana a un disfraz mecánico que a un vehículo funcional, ha provocado todo tipo de reacciones. Los hay que se han lanzado a criticar su falta de estabilizadores o de sistemas de control, como si se tratara de un prototipo militar. Otros, en cambio, han pillado el tono y han sabido leer entre las tuerc
“Es increíble lo que se puede lograr con creatividad y un poco de locura”, comentaba un usuario. Algunos proponían que podía usarse para “cosechar pájaros” o como segadora aérea. Memes, retuits, aplausos… y algún que otro zasca. Lo habitual cuando alguien lanza algo tan raro como honesto al escaparate de internet.
Más allá del revuelo digital, lo que queda es un ejemplo brutal de cómo la inventiva rural sigue tan viva como siempre. El Heli-Harvester no se entiende sin el contexto: un tipo con conocimientos técnicos, tiempo, materiales reutilizados y el deseo intacto de jugar, aunque ya peinen canas. Una joya del reciclaje, del humor y del “¿y por qué no?”. Porque aunque no vuele, el cacharro de Teschke ha demostrado que la imaginación, cuando se pone en marcha, va muy por delante del combustible.