Ana Morgade: "Hablar de una sociedad menos libre es saber muy poco de historia, estamos en una democracia"
La humorista ha conversado con 'El HuffPost' tras participar en una campaña de la marca Choví.

Ana Morgade lleva más de dos décadas viviendo a caballo entre ser "payasa y buza". Aunque pueda sorprender esta definición especialmente por esa segunda profesión, ella explica entre risas que es porque intenta llegar a lo más profundo posible siendo como payasa que es.
Con este lema por bandera, esta madrileña de 46 años se ha consagrado como una de las grandes humoristas españolas tras haber participado en multitud de programas televisivos, de radio o haber llenado salas de toda España con sus espectáculos personales.
En la actualidad, Morgade colabora en Al cielo con ella, el late show de Henar Álvarez en TVE, en Cuerpos especiales de Europa FM y Mañana más de RNE, es protagonista del espectáculo de humor Mentes peligrosas y tiene sus propios monólogos de improvisación, como El que tropieza y no cae...
Para rematar saca tiempo para hacer colaboraciones con marcas, como la campaña de la empresa Choví Salseo en la plaza. Morgade, en esta búsqueda de revitalizar las plazas de la compañía, ha hablado de la importancia del humor para derribar barreras y conocer a vecinos que hasta ahora son desconocidos.
Con el pretexto del humor de fondo y de esa vida familiar y cercana que dan las plazas, la cómica ha charlado con El HuffPost y ha repasado la situación del humor en la actualidad, pero tampoco ha tenido problemas en responder a preguntas como si hay más autocensura, del duelo televisivo Pablo Motos-David Broncano o si sigue habiendo machismo en la sociedad.
El evento se llama 'salseo en la plaza', ¿hacemos menos vida social en la calle y en las plazas?
Hay que pelear un poco, por un lado, con una sociedad que cada vez es más individualista y menos social. Ya entre que vivir está muy precario y muy complicado y te tienes que mudar cada tres por cuatro, llega un momento en que dices, ‘madre mía, es que el día que me deje las llaves dentro no tengo a quién preguntarle que tiene una copia’. Ya no te hablo ni de pedir sal, hablo de cosas que son ejercicios de confianza con el vecindario.
Todo esto se va perdiendo, sobre todo en las ciudades grandes, que son menos personales y más hostiles. Luego si cada vez hay menos plazas, menos sombras y menos parques, ¿dónde te vas a juntar? Si es que encima los pisos son más pequeños. Todo está abocado a que cada vez sea más difícil y es verdad que siempre te puedes juntar en un bar o en un restaurante, pero digamos que cotillear no tiene que costar siempre dinero y tiene que haber una manera gratis de ponerte al día, charlar y contar tus cositas sin tener que pagar.

Ese estar sentado a la fresca, más ahora en verano, que al final es el objetivo de la campaña.
Soy muy fan de esa cosa de hablar a la fresca, de hablar por hablar. La buena conversación y el salseo bonito es muy cultural y en España lo hemos hecho siempre y es una pena que se pierda. Las sillas en la puerta, cada señora tiene su sitio casi como asignado y eso me parece gloria. Cuando ves todavía esos grupitos de señoras a la fresca, para mí eso es patrimonio de la humanidad y tiene que estar registrado como marca España. Las siguientes generaciones tenemos que encontrar nuestra manera de charlar a la fresca porque es algo muy terapéutico.
En la presentación de las salsas Choví habláis con el monaguillo del humor en el barrio, vecinos, etc, ¿cómo notas que ha cambiado el humor el humor, en especial con la llegada de las redes sociales?
Yo no soy una humorista especialmente tecnológica, yo no subo, por ejemplo, piezas a las redes sociales, alguna vez sí, algunas cosas de mi trabajo, pero no suelo crear piezas específicamente para eso. Justamente has pillado a una cómica que es bastante más señora que tecnológica, pero sí, es verdad que al abrir las plataformas todas las personas tenemos acceso a humoristas que antes no estaban en lo mainstream y que no estaban en el paso estrechito que era llegar a tener una cierta popularidad a través de las grandes salas de teatro, los circuitos de humor o a través de la tele. Esas eran las maneras de llegar al gran público y ahora no.
Ahora hay gente que directamente a través de los canales de YouTube o de las redes sociales se convierten en iconos y de ahí ya saltan a los circuitos. Lo cual es genial porque democratiza un montón la situación y hace que gente que a lo mejor nunca habrías visto de pronto esté en tu casa a través de tu teléfono haciéndote reír.
¿Ha evolucionado la forma de hacer humor?
El humor tiene que cambiar siempre. No es un dogma y si puede cambiar las matemáticas, el humor también puede cambiar, muchísimo más. Es cierto que nos seguimos riendo en el fondo de lo que nos hemos reído siempre, pero los patines varían un montón porque lo que nos preocupa varía. Si no te preocupa lo mismo con 20 que con 40, y mucho menos con 60, lo que te hace reír también tiende a cambiar porque cambian nuestras prioridades, nuestros miedos. Todo eso hace que cambie de qué nos apetece reírnos y de que ya no.
¿Se busca más ese vídeo de dos minutos para subir a redes sociales para que sea dinámico y se pueda consumir?
Realmente el humor para redes es un género en sí mismo y tiene sus propios códigos, claro. Cosas que funcionan súper bien en el teatro, que tiene otro tiempo y otro ambiente, no funcionan después en redes sociales. No se transmite el ambiente que había. Creo que es que realmente es una profesión, pero yo digo que yo justamente no soy nada experta en eso y que yo veo a gente que son verdaderos artesanos y que consiguen fabricar piezas impresionantes.
Hablando con compañeros y compañeras me dicen que dentro del show piensan en un par de minutos cada día para luego subirlo a redes sociales porque saben que va a funcionar. Es un contenido en sí mismo. Muchas veces se denosta la gente que crea contenido, pero es que las redes sociales tienen sus propios lenguajes y saber dominarlos es un arte brutal.

¿Tú con todo lo que haces tienes tiempo para salir a estar a la fresca, dormir o descansar?
Es verdad que ahora que no hago televisión parece que estoy tranquila, pero tengo seis trabajos, pero sí que lo saco porque no hay más remedio. Además, tengo una niña pequeña con una energía que si no duermo ya te digo yo que al día siguiente lo pago (se ríe)
La verdad es que sí, estoy muy contenta. Estoy con la gira de Mentes peligrosas, tengo también un espectáculo de improvisación que se llama El que tropieza y no cae, que también está de gira. Tenemos otros espectáculos también de improvisación que vamos a actuar aquí en Madrid en otoño y luego tengo los dos programas de radio, el de Europa FM y el de Radio Nacional con Antonio y con Carmona, que estamos ahí a gustísimo desde hace dos temporadas y también Al cielo con ella, el programa de Henar en la 2… pero vamos, lo que llevo es una vida de autónomo medio y al final cualquier autónomo dirá ‘te entiendo perfectamente, sé de qué me estás hablando’.
¿Hay mucha precariedad en el humor? Eres una cómica consagrada y dices que tienes seis trabajos, alguien que esté empezando…
Yo he tenido siempre mucha suerte porque vivo de ello desde hace muchos años, que eso ya está genial y es un motor, pero como cualquier trabajo artístico, a la precariedad de cualquier trabajo, que ahora mismo seguro no está nadie, por desgracia, se suma lo difícil del humor. Cuando tú eres, por ejemplo, un buen dentista no pasas de moda porque realmente haces bien tu trabajo, pero como el humor tiene esa cosa que es tan difícil de aprender y que es tan difícil pillar de qué va la cosa, de pronto hay un momento donde todo el mundo está encantado con tu trabajo y de repente hay un momento donde desapareces de una manera, más o menos sigilosa, y piensas que sigues haciendo lo mismo y te preguntas qué ha pasado.
Estamos todo el rato surfeando olas y nunca sabes para dónde va a tirar la marea. Hay que intentar, yo creo, crear redes donde cuando no te van tan bien las cosas tengas dónde seguir trabajando, que creo que eso es fundamental, y luego ser muy honesto con tu propio material y decir que aunque te vean 50 o 50.000 sigas teniendo la sensación de estar haciendo lo que más te gusta y lo que te apetece.
Estás de gira con el espectáculo Mentes peligrosas con otros cómicos, ¿qué se va a encontrar el espectador?
Para nosotros Mentes Peligrosas es justamente un proyecto muy ambicioso porque intenta recuperar un público más abierto y no tan de nicho, ya que a veces las redes sociales polarizan mucho al público y parece que tienes contacto con un público más concreto. En este caso somos varios cómicos, cada uno de su padre y de su madre, y eso es muy guay, juntamos a generaciones distintas y a comunidades muy distintas que vienen a reírse en el fondo de lo mismo, que es que somos antiguos alumnos de la vida, que cada vez te pasa más, que ya tienes más el jamón comido que por comer.
Entonces, independientemente de cuánto te quede y cuánto te hayas ya ventilado de tu existencia, todos tenemos esa sensación de nostalgia y de cosas que ya nos han pasado, de haber pasado por situaciones que no van a volver, de echar de menos, etc. Al final eso es bastante más universal de lo que pensábamos y está funcionando genial, llevamos dos años ya dando vueltas lo que nos queda.
Con el alto nivel de vida que hay, los problemas de vivienda, de salud mental, crispación política ¿notáis que la gente tiene ganas de reírse y liberarse?
Yo siempre digo que la risa es precisamente casi más necesaria cuando peor están las cosas. Es verdad que cuando algo se pone muy grave, y que hay ciertos temas de los que a mí, personalmente, no me apetece reírme, pero creo que precisamente cuando consigues reírte de algo es cuando puedes empezar a decir que eso no va a poder contigo. Tú estás subido en un barco y si consigues reírte de la tormenta, esa tormenta no te va a tumbar, no te va a hundir. Siempre he pensado que la risa es un buen termómetro para saber si estás lo suficientemente distanciado de algo como para poder no tomártelo en serio.
Y ahora el humor parece más de vuelta que nunca. TVE ha apostado con David Broncano, Andreu Buenafuente, Henar Álvarez, Marc Giro.
A mí me fascina, me parece una noticia excelente. Yo creo que el humor y la televisión siempre se han dado la mano y todos los programas que ayudan a que llegue a la mayor cantidad de gente posible es estupendo. Sobre todo a esas horas porque después de estar fuera, pelearte con todo, volver a casa, ahí echarte unas risas creo que es súper terapéutico y buenísimo.
Además, siempre se ha hablado del humor y de los grandes temas que a todos nos unen o nos separan. Y de eso hay que seguir hablando. Cuanto más humor hay en televisión, para mí es una buena noticia y no solo a nivel personal para trabajar, sino que es que me parece que es súper importante porque es un ingrediente muy importante de los medios de comunicación.
¿Cómo has visto esta primera temporada del duelo Broncano-Motos y toda la batalla mediática y de audiencias que ha habido?
Realmente es que esas batallas muchas veces pertenecen más al morbo que a la gente que hace en los programas. Yo creo que lo que todo el mundo intenta hacer es su programa lo mejor posible y luego ya las audiencias, cómo funcionan los audímetros, todo eso es otra empresa misteriosa de la que yo nunca he tenido ni idea. Un programa de televisión nadie es capaz ni de levantarlo ni de hundirlo, son elementos enormes con cientos de personas trabajando en ellos y hay tal cantidad de factores que pueden hacer que algo lo pete o que algo pase totalmente desapercibido que es muy difícil lanzar una sola cosa.
Incluso los expertos en audiencias muchas veces reconocen que es muy complicado y que cosas que esperas que lo vayan a petar son un fracaso total y cosas que pasan totalmente desapercibidas al principio de repente conectan. No sé, hay algo de la tele que sigue siendo mágico y que creo que también es bueno y al final lo único que trae de bueno este tipo de guerras, si me aprietas, es que hacen que bastante vea la tele y eso es genial.
Un debate que siempre aparece a la hora de hablar del humor es que hoy en día hay más censura, o autocensura para evitar críticas, que hace 25 años, ¿es cierto?
Sinceramente, creo que la sensibilidad ha cambiado un montón y que eso es buenísimo. Poder escuchar más sensibilidades y que no solamente se haga humor para cierto determinado tipo de población es una noticia excelente. Tener en cuenta quién es el objeto o quién es el objetivo de una burla o de una broma es fundamental y que, probablemente, hablar de una sociedad menos libre es saber muy poco de historia. Nosotros estamos en democracia y venimos de una dictadura. Ya de por sí, por las propias definiciones de las dos, es muy atrevido decir que antes había más libertad. Puede que tú estuvieras en un lugar y en un grupo social al que le permitían hacer muchas cosas y también puede ser que mucha gente sienta que ahora tiene que pensar dos veces lo que dice, pero pensar no es censura, es sentido común.
Es muy fácil desde el privilegio sentir las pérdidas, pero tienes que tirar de empatía y darte cuenta de que ese trozo de pastel que tú sientes como robado, en realidad le ha pertenecido a otras personas toda la vida y ahora lo que estamos haciendo es intentar repartirlo mejor.
Buscando en tu perfil de X (Twitter) he visto que dejaste de tuitear en noviembre del 2024, ¿fue por una mala experiencia o algo en concreto o por la tendencia general de la red?
Ahora mismo Twitter en sí es una mala experiencia. En el momento en que cambió de manos y era extremadamente difícil navegar sin encontrarte constantemente con niveles de odio, de desagrado y de violencia verbal tremendos, yo decidí que esa no era una red en la que a mí me interesase seguir. Yo siempre he apreciado mucho de Twitter la frescura, la velocidad, la cantidad de gente ingeniosa que escribe y que te alegra el día y luego también poder estar al cabo de las noticias, pero una vez que vas consiguiendo eso por otros medios para mí dejó de ser una red en la que a mí me apetecía estar. Tampoco me parece que haya que hacer como un gran evento de eso, simplemente dejé de escribir porque sentí que era una red que había derivado hacia un lugar que no me parecía nada interesante.
Denunciaste con Henar Álvarez hace unos meses un episodio machista con un jefazo de un programa al principio de tu carrera, ¿has vuelto a sufrir más casos como ese o si notas que siguen pasando?
Si la pregunta es si sigue habiendo episodios machistas en el día a día, por supuesto que los hay y que seguimos viviendo en una sociedad profundamente machista. Es cierto que conforme consigues una cierta respetabilidad dentro de tu trabajo, hay ciertas cosas que ya no se atreven a hacer conmigo porque ya no tienes la orilla del río y entonces hay ciertas cosas y ciertos peajes que ya la gente asume que conmigo no se pueden hacer. A mí ya me da todo igual, yo ya estoy al borde de la jubilación, pero, claro...
Por supuesto que la sociedad sigue siendo muy, muy machista y todavía tenemos que hacer un montón de cosas y abrir un montón de sensibilidades.
Los grandes programas del prime time siguen siendo presentados por hombres.
La televisión en las grandes franjas donde se mueve el dinero siguen perteneciendo mayoritariamente a los hombres a nivel de representación. Y, sobre todo, a los hombres blancos y no se ha movilizado. Es verdad que hay señales de cambio súper positivas y súper optimistas, pero los grandes concursos, los grandes programas que tienen grandes números y que hacen grandes audiencias y que tienen grandes patrocinios se siguen dando a las mismas personas y al mismo tipo.
No verlo es no querer asumir una cosa que es evidente, pero esto no solo pasa en la televisión, sigue pasando en las grandes empresas, en las grandes corporaciones, donde es muy difícil ver en lugares de responsabilidad a personas que no sean hombres blancos heterosexuales y eso es muy llamativo. Es fácil pensar sobre ello y ver que eso es una realidad.
