Europa contra los minerales de sangre

Europa contra los minerales de sangre

El Parlamento Europeo acaba de dar un empujón en dirección a una economía europea más ética y menos ligada a los intereses de las multinacionales. En el pleno del pasado mayo, el grupo socialista salió victorioso de una votación polémica: el informe sobre la regulación de la importación de minerales procedentes de zonas de conflicto.

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Imagen: captura de pantalla del documental Blood in the mobile

La Eurocámara, como la sociedad europea en general, vive inmersa en el mundo de las nuevas tecnologías. Salvo algunas excepciones entre los miembros de más edad, no hay eurodiputado que no viva pegado a su móvil. Ya sea en comisión o en el despacho, en debates o en la cantina, tuiteamos, whatssapeamos y hacemos llamadas. Pero si nos preguntas sobre la conexión entre nuestro IPhone y el conflicto de la República Democrática del Congo, la mayoría te mirará con incredulidad. Y es que muchos ignoran que gran parte de los objetos y aparatos que utilizamos a diario tienen un pasado oscuro.

Como ya se lleva años denunciando, minerales como el coltán, que se necesita para fabricar móviles y otros aparatos electrónicos, el oro o el estaño constituyen una de las principales fuentes de financiación de facciones en guerra. Sólo en África se pueden contar veintisiete conflictos relacionados con los recursos minerales. Además, a falta de fuentes de ingresos alternativas, niños y jóvenes africanos se ven abocados a trabajar en condiciones infrahumanas extrayendo dichos minerales. Europa no puede seguir siendo, por su pasividad, cómplice de esta situación.

El Parlamento Europeo acaba de dar un empujón en dirección a una economía europea más ética y menos ligada a los intereses de las multinacionales. En el pleno del pasado mayo, el grupo socialista salió victorioso de una votación polémica: el informe sobre la regulación de la importación de minerales procedentes de zonas de conflicto.

La Eurocámara empezó a discutir sobre este tema a principios de año. Sin embargo, el informe inicial, redactado por un miembro del Partido Popular Europeo, pecaba de una absoluta falta de ambición. Proponía establecer un marco de certificación obligatoria solamente para los primeros escalones de la cadena de suministro (fundidores y refinadores), y lo dejaba en voluntario para aquellas empresas encargadas de la finalización, comercialización y distribución del producto.

Para el grupo socialista, esto era claramente insuficiente. Puesto que los primeros escalones de la cadena de suministro los suelen protagonizar empresas situadas fuera de la UE, el informe dejaba fuera del marco de certificación obligatoria a la gran mayoría de empresas que en Europa trabajan con estos minerales. Aún más embarazoso habría resultado adoptar un texto así, cuando hace tan sólo unos meses el Parlamento otorgó el Premio Sakharov por la defensa de los derechos humanos al Dr Mukwege, conocido por sus repetidas denuncias del papel de los minerales en los conflictos africanos.

El texto final propone un marco de certificación obligatorio a lo largo de toda la cadena de suministro. Permitirá a los consumidores europeos comprar con la seguridad de que ninguno de sus productos, incluidos los smartphones que tanto utilizamos los eurodiputados, haya sido fabricado a costa de la vida de otros. El informe propina ha sido un duro golpe a la economía de los minerales de sangre. Afortunadamente Europa ya no será cómplice.