Premios Max 2013: 'Follies' arrasa con siete manzanas

Premios Max 2013: 'Follies' arrasa con siete manzanas

EFE

Una gala reivindicativa de las artes escénicas, en contra de la resignación, optimista... y vacía de autoridades. La XVI edición de los Premios Max de Teatro se celebró el pasado lunes en plena vorágine por la subida del IVA al 21%, con una caída en la venta de entradas del 30% y sin la presencia del ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.

A diferencia de la pasada edición, en la que Wert presidió la ceremonia, en esta ocasión no hubo ni rastro del ministro ni del secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle. Sobre el escenario, Antonio Onetti, presidente de la Fundación Autor de la SGAE, organizadora de los premios, recriminó a las autoridades su inasistencia.

"A a pesar de la subida del IVA al 21%, la caída de un 30% en la venta de entradas o una nueva Ley de Propiedad Intelectual que supondrá, de entrada, una bajada del salario de los creadores de un 30%", está prohibido quejarse", ironizó.

Fuentes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte han a segurado a este periódico que Wert "no pudo asistir por motivos de agenda", pero que sí asistió el director general del INAEM, Miguel Ángel Recio. "El ministro está en contacto permanente con el mundo de la cultura; asistió a la gala de entrega del Premio Valle Inclán y otras tantas", han aseverado.

'FOLLIES', LA GRAN TRIUNFADORA

La gran triunfadora de la gala, celebrada en en las Naves del teatro Español en Matadero, en Madrid, fue Follies, la adaptación del musical de Steve Sondheim dirigida por Mario Gas, que se llevó seis manzanas: premios al mejor director de escena (Gas), director musical (Pep Pladellorens), figurinista (Antonio Belart), actriz de reparto (Asunción Balaguer), actor protagonista (Carlos Hipólito) y espectáculo musical (Teatro Español).

"Es el premio que más deseaba en toda mi vida", dijo muy emocionada y con la voz entrecortada Asunción Balaguer (Manresa, Barcelona, 1925). "Es un personaje que no sé si es bonito pero es muy tierno y me ha llenado de felicidad todos los días y por eso quiero dedicárselo a Mario Gas".

Miguel del Arco, que en las dos anteriores ediciones había sido el máximo ganador con La función por hacer y Veraneantes, era de nuevo el favorito ya que sumaba 16 candidaturas por tres obras: De ratones y hombres (12), Juicio a una zorra (3) y El inspector (1), pero se tuvo que conformar con los de escenografía (Eduardo Moreno) y mejor iluminación (Juanjo Llorens), ambos por la primera.

De ratones y hombres era, además, la obra que optaba a más premios, seguida por En la luna, de Alfredo Sanzol, con 8 nominaciones, y el montaje de Helena Pimenta sobre el clásico de Calderón La vida es sueño, con 6, de los que solo se llevó el de mejor adaptación (Juan Mayorga), y las tres pugnaban por el premio a mejor espectáculo de teatro.

Fue La luna, que competía por 8, la que se llevó, tras Follies, más "manzanas: a mejor autor en castellano (Sanzol), mejor actor de reparto (Juan Codina), y, el más importante, el de mejor espectáculo de teatro (Teatro de la Abadía y Teatre Lliure).

UNA GALA MUY REIVINDICATIVA

"No podemos perder la fe en nosotros mismos", "no podemos esperar a que vengan otras personas y lo arreglen", "viva el teatro manque pierda", "¿por qué pedir al cielo lo que está en nuestras propias manos?", señalaron actores, directores y organizadores durante la gala, conducida por los monólogos del actor Alex O'Doguerty.

Mario Gas pidió que "siga la lucha" y recalcó que "el teatro está para decir en qué se equivocan los que mandan o los que creen que nos mandan".

Antono Onetti se ha extrañó de la falta de autoridades en la gala y criticó la subida del IVA y la falta de subvenciones a las artes escénicas.

En su discurso Ana Diosdado, premio Max de Honor, aseveró: "Sí se puede, claro que se puede. Siempre hemos podido desde miles y miles de años". "Un pueblo que no ama su teatro está moribundo o ya ha muerto; La entrega de los Premios Max, que ha tenido lugar en la noche de este lunes en el Matadero de Madrid, se ha convertido en una reivindicación de las artes escénicas y en una alegato contra la resignación al grito de 'sí se puede'.