Mi adiós al Teatro Amador, Panamá

Mi adiós al Teatro Amador, Panamá

Hasta pronto amig@s. Os dejo una frase, de Michel Bras, que siempre me acompaña en mis proyectos de cocina y que resume todo lo que he sido y he sentido durante estos breves meses entre la Av. Central y Plaza Santa Ana. "En cocciones cortas se aprecia la perfección; en cambio, en las largas, el ingenio y la armonía".

Canción recomendada: Summertime, Ella Fitzgerald.

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"El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad" Víctor Hugo.

 

A veces pienso que el futuro es una palabra inventada, que no existe, que el presente tan sólo es un intervalo de tiempo y que vivimos en un pasado reposado observando cómo pasa nuestra historia.

La gastronomía es también la historia de una aventura humana. Despunta el día, todo requiere contarse, porque todo vuelve a empezar:

Yo llegué a Panamá hará un año largo, dejando sueños en el Mediterráneo, llamando y abriendo puertas desconocidas; con las manos y la cabeza llenas de ideas que sabía que se quedarían en esta tierra llamada oportunidad. Aprendiendo qué significa la palabra "valor" a través de las experiencias; ellas señalan la dirección que lleva mi camino, como el del verdadero nómada que busca incansablemente su ruta, sin llegar jamás a la meta. Igual la meta tan solo consista en hacer el camino y demostrarse uno mismo que la forma de vida más profunda y auténtica es buscarlo. Y la recompensa: el itinerario de grandiosos fracasos que son los hitos con los cuales se mide la grandeza que pueden lograr las personas con creatividad, respeto, humildad..., ideas.

Y una de esas ideas fue convertir el Atelier del Teatro Amador en el lugar de encuentro más casual y bello del Casco Antiguo. En ese reto, Valle García (mi compañera de viaje) y Omar Ynzenga aceptaron reconvertir el silencio, la tierra, las  luces, las sombras..., en alegría. El espacio, que tan solo contaba con imágenes del pasado y algún que otro encuentro happycultural. Y así fue como me enrolé en este barco que no navega por aguas del Canal y sí por la valentía y el coraje de dos personas que creyeron en mí, y yo en ellos. Pensé que el viaje iba a ser largo, muy largo, porque teníamos todos los vientos a favor; las aguas saladas estaban tranquilas, salvo cuando se agitaban por fiestas con sentido (como la presentación de los 100 años del Canal). La tripulación era feliz y eso se transmitía en los "camarotes" y en la sala.

La cocina; ¡¡ay!! en esa cocina, cuando se repartía el pan, se repartía el amor que Chombolín y sus colaboradores ponían en cada gesto, en cada punta de sal y pimienta.... Y es que el gusto por las cosas de calidad perduran en la memoria y en el tiempo, porque cocinar es descubrir infinitas posibilidades; el hacer ahí con el otro, con lo que se tiene y transformarlo en lo que se quiere; la buena cocina es, ante todo, TIEMPO.

Hoy mi valentía es anunciar que ya no sigo en el proyecto del Teatro Amador: El Atelier del Teatro Amador. Y, como diría mi gran amigo Joaquín Sabina, "este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás...".

Hasta pronto amig@s. Os dejo una frase, de Michel Bras, que siempre me acompaña en mis proyectos de cocina y que resume todo lo que he sido y he sentido durante estos breves meses entre la Av. Central y Plaza Santa Ana. "En cocciones cortas se aprecia la perfección; en cambio, en las largas, el ingenio y la armonía". Me faltó algo de tiempo amig@s, y no las ganas para seguir haciéndolo mejor, con Valle y su gran equipo.

Ya sabéis dónde sigo: en Madrigal y sus "hij@s" (y mientras, os dejo una receta que ha hecho muy felices a muchos amig@s en El Atelier del Teatro Amador).

#sedcuriosos

Andrés Madrigal

Como podéis imaginar, en Turquía, las comidas entre ami@s siempre empiezan compartiendo un delicado mezza (por si no la sabias, el yogur es producto heredado de los nómadas turcos).

2 yogures naturales

2 pepinos españoles

2 zanahorias muy tiernas

100g de aceitunas negras deshuesadas y picadas toscamente

1 pizca de perejil fresco muy picado

400g de queso fresco

10cl de agua muy fría

6 hojas de menta seca

1 pizca de sésamo tostado

4 dientes de ajo

10cl de aceite de oliva

Sal fina

Pelar las zanahorias y rallarlas muy finas. Escaldar unos segundos, refrescar en agua helada y escurrir. Machacar 2 ajos en un mortero y mezclar con aceite de oliva con si fueras a preparar un alioli. Pasar esta pasta a un cuenco y depositar en él la zanahoria rallada. Verter el queso fresco y remover despacio hasta que todos los ingredientes formen una pasta homogénea. Espolvorear con un poco de perejil y las aceitunas negras deshuesadas.

Pasar los yogures a un cuenco grande y batirlos. Machacar 2 dientes a de ajo en un mortero, verter 10cl de agua muy fría y pasar esta mezcla al cuenco de yogur. Lavar los pepinos, cortarlos por la mitad, quitar las semillas y cortar en dados pequeños. Pasarlos al cuenco de yogur, remover con una cuchara y espolvorear con menta seca y sésamo tostado.