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Luis, 69 años, de los pocos torneros que quedan: "No puedes cobrar lo que vale tu trabajo, imposible, no me comprarían nada"

Luis, 69 años, de los pocos torneros que quedan: "No puedes cobrar lo que vale tu trabajo, imposible, no me comprarían nada"

La historia de uno de los últimos artesanos de Toledo, fascinación de turistas y salvador del patrimonio. 

Luis Velasco, tornero de profesión, en su taller de Toledo.
Luis Velasco, tornero de profesión, en su taller de Toledo.YOUTUBE

Un artesano tornero de la madera se dedica a dar forma a los bloques, utilizando un torno, creando objetos utilitarios y decorativos. Sí, no es una máquina que corta y pule, sino una persona, un profesional que selecciona y prepara la mejor madera, da forma a la pieza con herramientas manuales -como gubias- mientras hace girar el torno y aplica acabados para proteger el producto y realzar su belleza. Manos, no palancas ni botones. Un oficio que se está perdiendo y que pocos jóvenes aprenden en estos días. 

Encontrar a uno de estos artesanos se hace cada vez más complicado, pero aún quedan joyas en activo como Luis Velasco, que tiene 69 años y ejerce su oficio en el casco histórico de Toledo. En él lleva desde los 14 años y, por eso, se ha convertido en una institución en la capital castellanomanchega. 

Velasco ha sido entrevistado por la Cadena Cope, que lo acaba de premiar por su labor, y relata que "aunque su taller es una atracción para los turistas, su principal fuente de ingresos proviene de las restauraciones". Actualmente, dedica sus horas a "ebanistas, carpinteros y anticuarios". "Sus manos han devuelto el esplendor a piezas de museos, conventos, iglesias y hasta de la propia Catedral de Toledo", indica este medio.

También se dedica a algo muy curioso: la fabricación de las empuñaduras de madera para las espadas del espectáculo de Puy du Fou, el parque temático toledano que se basa en  experiencias inmersivas, donde la Historia de España cobra vida a través de espectáculos diversos, muy reales. Él pone su grano de arena para que lo sean aún más. Así que se suma a nuevas necesidades y, a la vez, mantiene el patrimonio histórico y cultural. 

"Si no estoy yo aquí, pues adiós"

Tiene que diversificar, también, para mantenerse abierto. "No puedes cobrar, imposible, la mano de obra de un artesano aquí en el torno", lamenta. Asegura que si cobrara lo que realmente vale su trabajo, "no me comprarían nada". Del turismo no puede comer, porque lo que se suele comprar, dice a Cope, son Los "piezas pequeñas y detalles curiosos", como peonzas o molinos de viento. Son los constructores y restauradores los que que "necesitan recuperar elementos de madera de patios y casas antiguas de Toledo" y le piden sus mayores trabajos. Él mismo dice que su legado más valioso será, entiende, el que permanecerá "en todos los museos y en todas las partes de Toledo, en casas antiguas, conventos...".

"Si no estoy yo aquí, pues adiós", resume, ante la falta de manos hoy en día. Su miedo: que, por falta de expertos, las piezas que haya que renovar acaben siendo modernas, de materiales no adecuados o sin seguir las técnicas necesarias. Eso es un tesoro perdido. Por eso no se jubila, pese a tener edad para ello. Por eso y por pasión. "Es ya porque me gusta, me entretengo mucho y no quiero abandonar, mientras que pueda", declara en la entrevista, en la que también reconoce que nunca ha habido una época de vacas gordas en su oficio, siempre peleando, ahora un poco más o de otra manera. 

Sus manos siguen regalando maravillas, desde que empezó a los 13 años, tras quedar huérfano a los cinco y pasar por el auxilio social. A los 14 estaba ya cotizando en un taller de tradición familiar, donde trabajaron su abuelo, su tío y su padre. 55 años de trabajo duro que aún maravilla a quien lo visita en la Tornería de la Merced, "La Factoría".

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