Desmontando los bulos de la derecha sobre Clara Campoamor y el sufragio femenino

Desmontando los bulos de la derecha sobre Clara Campoamor y el sufragio femenino

Se cumplen 50 años de la muerte de quien logró el voto para las mujeres en España y convirtió al país "en una democracia plena por primera vez". Isaías Lafuente la recuerda en 'Clara Victoria'.

Clara Campoamor, en una ilustración de Helena Pérez García para 'Clara Victoria' (Planeta).Helena Pérez García

Cuando Isaías Lafuente (Palencia, 1963) escribió en 2006 La mujer olvidada, pensó que su aportación personal a la figura de Clara Campoamor era, con esto, “suficiente”. No se imaginaba que años después tendría que recurrir a Twitter una y otra vez para desmentir los bulos y desinformaciones que se vertían sobre la mujer que consiguió el sufragio femenino en España, y sobre los apoyos con los que contó –o no– en aquel decisivo debate de 1931

Muy sonadas fueron las rectificaciones que Lafuente, periodista de Cadena SER, pidió a Albert Rivera, a Inés Arrimadas y, más recientemente, a Pablo Casado sobre esta cuestión. “Cansado de responder en Twitter una y otra vez, me decidí a escribir un libro contando cosas que no caben en un tuit ni en veinte para aclarar, espero definitivamente, lo que sucedió y qué hizo cada cual en aquel debate formidable”, explica Lafuente a El HuffPost. Clara Victoria, que edita Planeta, es el resultado de aquel hartazgo, entre otras cosas. 

En él, Lafuente comienza “aclarando” a Clara Campoamor (Madrid, 1888 - Lausana, 1972) y las circunstancias en que se produjo el debate parlamentario con el que logró sacar adelante el derecho a voto para las mujeres en España. La cuestión sigue de actualidad porque, desde hace unos años, “en la derecha le niegan el pan y la sal al Partido Socialista diciendo que hace 90 años sus diputados votaron en contra y que fueron los liberales los que apoyaron a Clara Campoamor, cuando sucedió justo lo contrario”, empieza Lafuente. “Los liberales del partido de Campoamor [el Partido Radical] le dieron la espalda y los que apoyaron el sufragio femenino fueron, entre otros, el Partido Socialista mayoritariamente”, afirma.

No hubo un solo diputado del PSOE que votara en contra del sufragio femenino en 1931
Isaías Lafuente

De los 161 votos favorables al sufragio femenino tras el debate de 1931, 80 fueron del Partido Socialista, que celebró un congreso extraordinario en el que decidió que votaría a favor. Cierto es que había diputados notables del partido, como Indalecio Prieto, que defendían posponer la aprobación del voto de la mujer, pero “no hubo un solo diputado del PSOE que votara en contra”, sino que en todo caso se abstuvieron, matiza Lafuente. “En su siglo y pico de historia, el Partido Socialista tiene muchas cosas criticables, pero en su posición frente al sufragio femenino en la Segunda República tiene que haber un reconocimiento de lo que hicieron aquellos diputados”, reclama el periodista.  

  Isaías Lafuente.CARLOS RUIZ B.K.

Reconoce Lafuente que en aquella época, con la Segunda República aún en pañales, “había una sensación de que, si las mujeres votaban, apoyarían a partidos de la derecha no republicana, y eso podría poner en peligro la República”. No obstante, “eso no sólo lo pensaban en el Partido Socialista”, matiza.

Había una sensación de que, si las mujeres votaban, apoyarían a partidos de la derecha no republicana
Isaías Lafuente

En la España de 1930, el 20% de los hombres jóvenes eran analfabetos, mientras que la tasa de analfabetismo en mujeres jóvenes se situaba en torno al 35-40%. “A las mujeres no se les concedía ningún derecho civil, jurídico o ciudadano”, añade Lafuente; de ahí que muchos diputados de izquierda argumentaran que el voto de la mujer estaría supeditado al del marido, el sacerdote o el padre. 

A Campoamor no le valía este pretexto: también había hombres analfabetos y hombres religiosos, pero a estos no se les negaba el derecho a voto. “Una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto no puede negárselo a la mujer”, razonaba Campoamor.

  Una mujer votando por primera vez en España en 1933, en una ilustración de Helena Pérez García para 'Clara Victoria'.Helena Pérez García

Isaías Lafuente admite que “el miedo a que las mujeres votaran bajo los designios del sacerdote o el marido era una preocupación razonable”. “Los púlpitos, en campañas electorales, también se convertían en lugares desde donde los sacerdotes daban mítines pidiendo el voto para una determinada tendencia o partido”, comenta. Sin embargo, prosigue el periodista, “también existía la posibilidad de que el hombre que iba a misa los domingos votase con esta influencia, o por la influencia de su patrón. No cabía que el prejuicio sólo fuera hacia las mujeres”, señala.   

No fue el voto de la mujer, sino la coalición de las derechas, lo que resultó determinante para la victoria de la CEDA en 1933
Isaías Lafuente

Quienes desde la izquierda pedían que se pospusiera el sufragio femenino en 1931 vieron cumplirse sus temores dos años después, cuando, en las primeras elecciones en las que pudieron votar las españolas, ganó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Y Clara Campoamor fue vista como principal culpable.

Clara, repudiada y exiliada

Campoamor escribió en 1936 Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un libro en el que demostraba con datos, circunscripción por circunscripción, que “lo que resultó determinante” en los comicios de 1933 fue “la propia ley electoral de la República, que favorecía las mayorías”, apunta Lafuente. “Todos los partidos de izquierdas y todos los partidos republicanos se sentían muy fuertes y, en vez de presentarse coaligados, lo hicieron por separado. La derecha, en cambio, constituyó la CEDA e hicieron una gran coalición. No fue el voto de la mujer, sino la coalición de las derechas, lo que resultó determinante”, dice el autor de Clara Victoria. 

Por eso tres años después, en 1936, la izquierda aprendió la lección, y también se presentó en coalición con el Frente Popular, que ganó las elecciones de febrero de aquel año –con el voto de las mujeres incluido–. Clara Campoamor, sin embargo, ya no estaba entonces presente en el Parlamento, y tampoco “nadie tuvo la gallardía de pedirle disculpas” por haberla responsabilizado –a ella y al voto de las mujeres– de la “derechización de la República” en el 33. 

En 1936, cuando ganó la izquierda del Frente Popular, nadie tuvo la gallardía de pedirle disculpas a Clara Campoamor
Isaías Lafuente

Y después vino el golpe de Estado de Franco, que dinamitó cualquier atisbo de igualdad en España, y expulsó a Clara Campoamor, como a tantísimos otros españoles, al exilio. El golpe daría lugar a una Guerra Civil y esta, a una larga dictadura que impidió a Campoamor volver a su país. La madrileña estuvo exiliada en Argentina y en Suiza, en Lausana, donde acabó muriendo un 30 de abril hace justo cincuenta años. 

Rescatando del olvido a Clara Campoamor

La figura de Clara Campoamor se vio “oscurecida” porque “tuvo la mala suerte de morir unos años antes que Franco y eso supuso un exilio prolongadísimo, que también se extendió en forma de exilio de la memoria”, apunta Lafuente. Explica el escritor que Clara Campoamor intentó volver a España un par de veces, pero aquí estaba perseguida al tener abierto un sumario en su contra por haber pertenecido a la masonería –uno de los grandes chivos expiatorios del dictador–, por lo que la mujer se enfrentaba a una pena de 12 años de cárcel. 

No sólo peleó el sufragio femenino, sino que consiguió, con la ayuda de 160 diputados más, que España fuera por primera vez una democracia plena
Isaías Lafuente

Ella, en cualquier caso, nunca se arrepintió de haber luchado por el voto femenino en 1931, y murió “en paz” el 30 de abril de 1972, con 84 años, por un cáncer. Sus restos llegaron unos días después a España y fueron enterrados en el cementerio de San Sebastián, donde se conservan en el panteón de la familia Monsó Riu, de la que Campoamor fue madrina. 

En España ha costado que se empiece a reivindicar abiertamente y sin ambages la figura de Clara Campoamor, la mujer que “no sólo peleó el sufragio femenino, sino que consiguió, con la ayuda de 160 diputados más, que España fuera por primera vez una democracia plena”, recuerda Lafuente.  

“Cada vez que hablamos de Clara Campoamor, cada vez que la citamos, cada vez que la reivindicamos en un libro, en un artículo o en la tribuna del Parlamento, estamos haciendo la justicia que no se le hizo en vida”, sostiene Isaías Lafuente. “En ese empeño estoy yo, en la medida de mis posibilidades”, dice. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es