Armando de Castro: "Nos ha tocado pelear muchos años contra los que querían que Barón Rojo desapareciera"

Armando de Castro: "Nos ha tocado pelear muchos años contra los que querían que Barón Rojo desapareciera"

El guitarrista principal y líder de Barón Rojo habla del inminente concierto en Madrid que, pese al plan inicial, no será la despedida: "La pandemia lo ha cambiado todo".

Armando de Castro (dcha.), junto a su hermano Carlos, los dos pilares de Barón RojoEuropa Press News via Getty Images

41 años siendo parte de la banda sonora de la vida de millones de españoles pesan, pero la leyenda perdura. Para Barón Rojo los planes han cambiado de golpe. Su adiós anunciado a bombo y platillo con un concierto central en Madrid ya no será tal, aunque sí una gran fiesta de celebración.

El 28 de diciembre en el Wizink Center, los hermanos Armando y Carlos de Castro reunirán a invitados y amigos de talla internacional para celebrar “el mejor concierto de nuestra historia”. “Pero irse así, en pandemia, no es lo ideal”, explica el primero de los hermanos, guitarrista principal y segunda voz del grupo, cuya formación completan José Luis Morán (bajo) y Rafa Díaz (batería).

Armando de Castro habla “de todo” con El HuffPost. Con el reposo que le da su medio siglo de música, no evita polémicas, ni siquiera la de “Campuzano”, como se refiere al excompañero Sherpa, quien reabre heridas nunca cerradas del todo cada vez que habla.

La historia de Barón Rojo da para mucho. Iconos del rock español aquí y en Latinoamérica y pioneros en la aventura de Reino Unido, también han tenido que “comerse” conciertos en cualquier condición. Eran los años de la supervivencia, donde el objetivo era evitar que “Barón desapareciera de la memoria colectiva”, algo que “muchos deseaban”, explica Armando de Castro.

¿Cuatro décadas después, cómo explicar qué es Barón Rojo? 

Es, somos, una banda de rock duro o heavy metal, ambas denominaciones nos valen, que se formó en los albores del rock español y cuando no era habitual hacerlo precisamente en español. Fuimos el resultado de la unión de músicos cuajados de orígenes diversos y en cuanto sacamos el primer disco (Larga vida al rock and roll, 1981) vimos que superamos las expectativas de lo que se podría esperar de una banda española.

A partir de ahí, miles de conciertos y millones de seguidores hasta llegar a la anunciada gira de despedida, con el colofón del Wizink Center en Madrid. ¿Va a ser la gran despedida nacional de Barón Rojo?

En su origen sí estaba claramente diseñado como despedida. No lo organizamos nosotros, sino que promotores particulares quisieron encargarse de lo que por entonces se veía como el adiós del grupo, quizás antes de lo que se esperaba. La situación ha cambiado por la pandemia y todas las circunstancias han hecho que sea un concierto importante, pero no el último.

Debido a que la gira de despedida se truncó violentamente, aún quedan muchas zonas del planeta por atender. La despedida queda un poco más difusa, porque quizás de esta gira surjan nuevas ganas de ver al grupo y es posible que esa gira se alargue.

¿Por qué ese cambio de rumbo?

Esta situación no es la ideal para irse: la sexta ola, la distancia, las mascarillas... suerte de la vacunación que está evitando que esta ola sea aún peor, pero no es el momento soñado para un adiós y menos ahora con ómicron.

Si mi hermano Carlos y yo no seguimos en los años difíciles, Barón Rojo hubiera desaparecido de la memoria colectiva y no se oiría una canción nuestra

Después de más de 40 años sobre los escenarios y en los estudios, ¿pesa tirar del carro de la marca Barón Rojo?

Pesa porque no todo es laurel. El grupo ha pasado por travesías por el desierto pero siempre ha quedado la leyenda y el compromiso de ver que intentas mantener la marca. En momentos malos ha habido que comerse actuaciones en condiciones bastante difíciles, con aforos escasos y lugares que te podías plantear qué hacías allí, pero siempre hemos dado la cara con respeto a la música, los fans y nuestro propia banda.

Cuando Campuzano (José Luis Campuzano ‘Sherpa’, cantante y bajista en los primeros tiempos) y Calabria (Hermes, antiguo bateria) se fueron hubo momentos difíciles, sí. [Ambos dejaron Barón Rojo en 1989 y únicamente volvieron para una gira de reunión entre 2010 y 11].

Entonces ellos tenían muchos aliados y nos tocó pelear a contracorriente un montón de años en contra de los que querían que Barón Rojo hubiera desaparecido. Si mi hermano Carlos y yo no seguimos, Barón hubiera desaparecido de la memoria colectiva y no se oiría una canción nuestra. Eso creo que nos lo debe el panorama del rock.

Precisamente, hablando de Sherpa, la polémica le rodea cada vez que se pronuncia en sus redes. Y cuando da que hablar, sale el nombre de Barón Rojo. ¿Sus intervenciones os hacen daño?

Lo que diga o haga sobre su vida y música me da igual, tiene derecho a hacer lo que quiera, por supuesto. A mí lo que me afecta es que se utilice el nombre de Barón Rojo porque su etapa pasó. Él se desgajó del grupo, nadie le echó, así que aprovecharse de lo que ya no es para seguir medrando me entristece. Que utilice la marca Barón Rojo de una forma tan flagrante es algo triste.

Es curioso, porque lleva metiéndose con nosotros años y años y resulta que es ahora cuando a muchos se les han roto los esquemas que tenían sobre él. Me fastidia esa reacción tan tardía de la gente, que antes le apoyaban cuando se metía con nosotros.

En un mundo marcado por la cultura de la cancelación, también en el rock, ¿cuesta hoy escribir letras de rebeldía e incorrección política como las que se escribían en los 80?

Es difícil decir que uno es totalmente libre de escribir lo que le da la gana cuando no tienes un mecenas que te asegure la subsistencia. Eso no pasa. En algún momento dado dependes, por ejemplo, del color de los ayuntamientos, porque el mensaje que dejas entrever en tus canciones pesa a la hora de que te llamen más de un color que de otro.

Eso sí, por lo menos creo que tenemos la suficiente dosis de libertad para quejarnos de lo que queríamos quejarnos. Decir lo máximo que se puede decir. Muchas de las canciones que hicimos en los 80 siguen vigentes. Las luchas por la libertad, por un trabajo digno, son temas eternos.

Una letra que no parece demasiado polémica aunque sí un tanto profética es Incomunicación (Volumen Brutal, 1982). ¿Seguimos viviendo en el reino de la incomunicación o hemos avanzado?

Nos comunicamos de otra manera. Nos aislamos de la comunicación humana y hemos pasado a ser más individuales, siempre con el móvil. No deja de sorprenderme pasar por una terraza y ver a la gente con sus móviles, sin hablarse. Eso sí, hemos ganado en ocio, nos divertimos más que antes aunque sea en otros formatos y eso es importante para vivir.

De esa diversión, de ese ocio, ¿participa el rock?

En el rock si no existiera el ocio difícilmente podríamos existir, pero igual que somos parte del ocio hacemos a la gente pensar y tomar conciencia de determinados temas. Que las letras perduren y sigan teniendo sentido también te hace sentirte la banda sonora de la gente.

Es difícil decir que uno es totalmente libre de escribir lo que le da la gana cuando no tienes un mecenas que te asegure la subsistencia

Ocio y conciencia, pero poco a poco los nombres míticos del ramo van diciendo adiós. ¿Se muere el rock, al menos como lo hemos conocido?

El rock tiene fuerza para rato. Esto es sencillo, si no tuviese fuerza ya se lo habría llevado el viento, pero el público sigue yendo a los conciertos y eso es el mejor síntoma.

Lo que pasa es que estamos en otra época. Ahora hay grandes bandas pero no esos gigantes como en el pasado. El rock duro, el heavy, es muy mitómano y eso ha hecho que veneremos determinados nombres. Quizás el futuro marque la aparición de una nueva estética dentro del género.

Realmente, después de tantos años, tantos grupos, en ese campo es muy difícil renovarse, pero lo fundamental es tratar de seguir haciendo una música interesante con la que tú te sientas identificado, porque tu también evolucionas según avanza la vida.

Evolución social y musical. Tras casi 50 años de carrera ent Coz, Barón Rojo, proyectos individuales en la última época siempre ligados a la guitarra eléctrica y la distorsión, ¿crees que la música que hoy triunfa es peor que la de ayer?

No digo que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque el ser humano tiende siempre a mejorar. Y en la música hay vaivenes, cada época tiene la suya y siempre ha ayudado a la gente a sentirse viva.

Dicho esto, a mí me interesa más la música de ayer que la que me llega estos días, pero quizás yo no reciba todo lo que se está cociendo en la música más popular.

Lo que parecía un final de fiesta de Barón Rojo en Madrid, con amigos e invitados, ahora se pospone sin fecha. ¿Seguís imaginando un final concreto o ya lo descartáis?

Ufff, todos tenemos nuestro principio y final. Ese momento llegará, pero ya veremos si tenemos la suficiente clarividencia para darnos cuenta del momento, porque como artistas a veces puede ser difícil darte cuenta de ese momento.

Cuando planificamos la despedida lo hicimos casi al revés que todos, con una demanda alta de entradas y buen nivel artístico. Ahora los planes han cambiado, no te puedo decir un plazo, un momento. Veremos qué pasará, si será la gente o el mánager, nosotros o quién.

Lo que sí te confieso es que, personalmente, espero que el momento de bajarnos del escenario llegue lo más tarde posible, porque necesito sentirme vivo sintiendo que aporto algo. Y eso lo hago con la guitarra, en vivo.