La "obscenidad" de que una compresa grave lo mismo que una lata de caviar

La "obscenidad" de que una compresa grave lo mismo que una lata de caviar

Por qué es urgente (y justo) bajar los precios a los productos de higiene femenina y a los pañales.

Una mujer sujeta tres copas menstruales.ILOVECYCLO

Un paquete de compresas, o de tampones, o de pañales, tiene el mismo IVA que una cena con tus amigos. Yendo un poco más allá: “Es obsceno que graven lo mismo que una lata de caviar”, critica la pedagoga menstrual Erika Irusta. Una comparación más impactante aún: “La viagra o el porno tienen menos IVA que estos productos de primera necesidad”, señala la activista y fundadora de CYCLO Menstruación Sostenible Paloma Alma.

“Menstruar no es una elección y tampoco lo es que un bebé utilice pañales durante sus primeros años de vida o que una persona mayor también los necesite”, aseveraron fuentes del Ministerio de Igualdad este miércoles tras proponer bajar el precio de los productos de higiene femenina y de pañales, además de algunos usados por personas dependientes. Una medida muy aplaudida por las personas que menstrúan y reivindicada desde hace tiempo, ya que se aplica a estos productos un 10% de IVA y no un 4% como sí se hace con otros de primera necesidad. 

“Es totalmente injusto que este tipo de productos estén gravados con el IVA del 21% o del 10% y no tiene sentido teniendo en cuenta que en España tenemos la posibilidad bajarlos al 4%”, asevera Paloma Alma, quien también explica que llegar al 0% de IVA, como ocurre en Canadá, resulta más lejano, entre otras cosas por la legislación europea.

  Una copa menstrualILOVECYCLO

La activista menstrual celebra que en la propuesta de Igualdad también se incluyan otros productos no destinados exclusivamente a quienes tienen la regla, sino también pañales y otras necesidades de personas dependientes.

Un avance que notarían, sobre todo, las mujeres

Porque la regulación de este tipo de productos -tanto los de higiene femenina como los pañales- afecta directamente a las mujeres, además de las personas trans que menstrúen. “También somos las mujeres las que tenemos hijos y compramos pañales”, señala Alma. Las estadísticas, además, son contundentes: sobre ellas recaen los cuidados de personas dependientes.

Y es que a la desigualdad de género en el reparto de trabajo y los cuidados o a la brecha salarial que afecta a las mujeres y las empobrece más respecto a los hombres, se suma también este factor que para quienes no lo sufran puede ser una tontería. Pero las menstruación dura alrededor de 40 años, tiempo durante el que hay que hacer frente a este gasto adicional. Una caja de 22 tampones, por ejemplo, cuesta alrededor de 3,50. Si lo multiplicamos por las más de 400 reglas que se tienen de media en la vida no es una cantidad desdeñable: 1.400 euros de gasto extra. “Puede parecer que igual un 10% o un 11% no es tanto pero recordemos que menstruamos durante la mitad de nuestra vida”, señala Alma. 

Una evidencia de la desigualdad

Para Irusta, el precio actual de estos productos “es una evidencia más de que los cuidados están desatendidos y de que vivimos en una situación constante de desigualdad”. “Recae en las personas más vulnerables, como las mujeres o los cuerpos que están en situación de precariedad, más aún en tiempos postpandémicos, que han hecho que haya más necesidades”, explica.

“Esta desigualdad ha recaído sobre quienes han estado en primera línea de la pandemia, cuidando a personas dependientes o ejerciendo trabajos de cuidados, la mayoría son llevados a cabo cuerpos feminizados”, explica la pedagoga y autora de dos libros que se enmarcan en este campo. “Es urgente señalar la crueldad y obscenidad de que se nos penalice por no ser el cuerpo dominante que es el hombre cis hetero blanco con dinero”, critica.

“La bajada de los precios permitiría que la menstruación no sea un obstáculo más que tenemos las mujeres en nuestro poder adquisitivo o a la hora de poder tener acceso a otras cosas en nuestra vida y no tener que gastar más dinero por el simple hecho de ser mujeres o haber nacido con cuerpos que menstrúan”, sostiene Alma.

Un debate atrasado

Para la activista, España no es una excepción - “lo que pasa aquí, pasa en otros países”-, pero sí le sorprende lo “atrasados que vamos en este debate, que no debería ser tal”. De hecho, en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2019 ya se incluyó la propuesta, pero no salió adelante. “Parece que siempre ocurre algo más importante que facilitar el acceso a estos productos, pero es hora de hacerlo y es algo con lo que deberían estar de acuerdo todos los partidos, porque tengas el color que tengas, menstrúas”, defiende.

“La medida puede hacer que todo el dinero que empleamos ya de por sí a esto lo podemos dedicar a otras cosas como mejorar nuestra salud, nuestra educación, etcétera”, añade.

No del todo sanos y no del todo accesibles

Alma señala también otro factor a tener en cuenta. Y es que, a pesar del precio, algunos de estos productos “no son todo lo sanos que deberían ser para nuestra salud y nuestro cuerpo”. “Los tampones, por ejemplo, pueden dar lugar a otro tipo de enfermedades o infecciones que también llevan a gastarse dinero, por lo que es un problema bastante más complejo de lo que parece”, explica.

La reducción de su precio también tendrá una consecuencia directa primordial para la activista: “Permitirá que niñas y mujeres que no podían comprar productos de calidad ahora sí que tengan acceso a ellos”. Irusta comparte esta idea con su compañera: “En algunos casos podemos hablar de pobreza menstrual en España, a pesar de que se nos llene la boca hablando de lo avanzados que estamos”. Se refiere a personas en riesgo de pobreza, en situación de migración... que no tienen el mismo acceso a estos productos.

Una medida llevada más allá en algunos lugares

Adelantándose a los políticos, algunas universidades y centros educativos han copiado la idea escocesa o neozelandesa de distribuir productos de higiene femenina gratis. “Debemos tener el mismo acceso a ellos que al jabón o el papel higiénico”, dice Alma.

Irusta celebra también este tipo de medidas que se han llevado a cabo pero pide que no se quede ahí: “Debe haber un seguimiento y acompañamiento didáctico e incluirse en la educación, porque si no la gente lo entiende como otra cosa más de mujeres que meter en el cajón desastre”.

Para ella todos estos gastos deberían estar cubiertos por “el Estado y las autonomías” y deben “ser políticas que atraviesen todo el sistema público”: “Debería haber una salud menstrual universal y deberían educarnos sobre ello”.

Y... no, no sólo las mujeres menstrúan

Ambas expertas hacen un apunte importante antes de acabar: no solo las mujeres menstrúan. Hay hombres trans o personas no binarias que también lo hacen. “Es importante que esto se tenga en cuenta para valorar la manera en la que se distribuyen en algunos sitios como la universidad, ya que no es lo mismo que vaya a pedirlo una chica cis que un hombre trans y esto puede despertar situaciones incómodas o de conflicto”, dice Irusta.

Además, no todas las personas que menstrúan tienen la misma situación y por eso esta propuesta de Igualdad - la tasa morada- debe ir “acompañada de otras propuestas y debates serios más allá de lo clínico, porque menstruar va mucho más allá de la medicina”, señala Irusta. Piensa, por ejemplo, en ayudar a gestionar la menstruación a otros grupos donde la educación menstrual llega aún menos, como las personas migrantes o en situación de pobreza y pone como ejemplo concreto las jornaleras de Huelva.

El simple hecho de que una empresa ponga un lavabo para lavar la copa menstrual o papeleras para los tampones puede facilitar enormemente el día a día de muchas personas. “No cuesta nada, es invertir en cuidados y nos facilita la vida”, concluye Irusta.