Por qué llamamos 'katiuskas' a las botas de agua
Life
Life

Por qué llamamos 'katiuskas' a las botas de agua

Hay que echar la vista atrás hasta 1931.

GLASTONBURY, ENGLAND - JUNE 26: Festival-goers wear wellington boots in preparation for rain during the Glastonbury Festival at Worthy Farm on June 26, 2014 in Glastonbury, England. (Photo by Ian Gavan/Getty Images)Getty Images

Es tiempo de katiuskas. Las botas de agua han comenzado a salir de nuevo de los armarios con la llegada de las primeras lluvias del otoño. El origen de este popular calzado se remonta hasta 1817, cuando el Duque de Wellington las popularizó en Reino Unido. En un primer momento el material que se utilizaba para fabricarlas era el cuero, pero se cambió por la goma o el plástico en 1852.

El duque hizo que en Inglaterra las botas se conocieran como wellies. En España, sin embargo, son las katiuskas de toda la vida. La culpa de que se las llame así la tiene una zarzuela estrenada en 1931.

El Museo del Traje ha explicado en su cuenta de Twitter que se popularizó el nombre de este calzado después del estreno de Katiuska, la mujer rusa, una obra lírica del compositor Pablo Sorozábal que se representó por primera vez en el Teatro Victoria de Barcelona en enero de 1931.

La protagonista de la zarzuela vestía unas botas de caña alta similares a las que se llevaban en días de lluvia. Se puede observar en la fotografía de la revista Guión que ha compartido el museo y que se conserva en el Museo del Teatro.

El nombre katiuska se acuñó porque las mujeres acudían a las zapaterías pidiendo “unas botas como las que llevaba Katiuska en la obra”. El resto es historia.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

Cómo contactar conmigo: