Dónde deberías estar cuando el sol se pone en Madrid

Dónde deberías estar cuando el sol se pone en Madrid

Desde cualquiera de los ángulos del parque de El Retiro merece la pena ver la puesta de sol. Aunque la clásica es verla desde el otro lado del pequeño lago que le rodea y ver como parece que arde desde dentro es un momento único.

Existe un fenómeno en Nueva York conocido como Manhattanhedge. Ocurre dos veces al año, y el sol, en la hora del ocaso se alinea en dirección este-oeste con las calles de Manhattan, creando el efecto óptico que hace que parezca que el sol cae sobre el asfalto neoyorquino. Tengo la sensación, o no sé si es chulería madrileña, de que en otoño este fenómeno es una constante en Madrid. ¡Si hay algún meteorólogo por aquí que me ponga en mi lugar, por favor!

Porque os digo una cosa, no hay atardecer en el mundo que supere a los del otoño en Madrid, y es que ya lo decía Sabina: "¿Te has parado alguna vez a ver los colores que estallan en Madrid cuando, al salir del metro en una tarde otoñal, el sol se va?"

Una puesta de sol es uno de los placeres más efímeros de los que podemos disfrutar, no tiene coste y deja esa sensación de haber recargado baterías.

Vamos por mi listado, es personal y TRANSFERIBLE para que los disfrutéis y lo incluyáis en vuestros planes súper low cost:

EL PARQUE DEL CERRO DEL TÍO PÍO

Está en Vallecas, en un alto (lo llaman el "Parque de las siete tetas". Eso solo se nos ocurre aquí, porque Roma fue construida sobre siete colinas y la llaman "La ciudad eterna".).

La caprichosa forma del parque que ha hecho que reciba ese nombre viene por estar construido sobre una antigua escombrera que el tiempo ha convertido en un parque. La naturaleza ha recuperado lo que en un determinado momento se le quitó.

No voy a decir que estemos sobre una montaña de basura, pero sí que lo fue en su momento. Posiblemente estemos sentados sobre esas zapatillas raídas que adorábamos y que un día desaparecieron porque nuestra madre decidió poner fin a la relación y nos las tiró a la basura en los 90 (hay cosas que se guardan con rencor).

Operativa: Sentarse en buena compañía, a ser posible, y disfrutar de las vistas de la ciudad mientras se juega a reconocer los edificios desde lo lejos. Ir viendo como el sol va cayendo sobre la ciudad y la oscuridad va cubriendo el horizonte desde el alto de este parque es una experiencia.

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EL TEMPLO DE DEBOD

Con un ambiente que nada tiene que envidiar al chiringuito en Tarifa o al bar de playa de Ibiza en cuanto empieza el buen tiempo, es un sitio imprescindible en cualquier visita a Madrid a cualquier hora del día (las vistas del complejo de la Catedral de la Almudena y del Palacio Real desde aquí dejan boquiabiertos a los visitantes) pero es al caer la tarde y en los primeros momentos de oscuridad, aún no profunda, cuando se convierte en un lugar mágico. Quizás esa magia llegó desde Egipto con cada piedra del templo.

Pese a que este lugar ha sufrido dos cruentos episodios (los franceses fusilaron a un grupo de madrileños allí y en la Guerra Civil, siendo el Cuartel de la Montaña, fue asaltado y murieron cerca de novecientas personas allí. Ahora vuelve a ser un parque, pequeño pero de los más bonitos de Madrid. La combinación piedra-agua-naturaleza lo hace único.

Ver la puesta de Sol mirando al horizonte o ver caer la noche sobre la Almudena y el Palacio cuando el sol tiñe de un color púrpura las piedras del complejo arquitectónico es simplemente espectacular.

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LOS JARDINES DE SABATINI

Imprescindible disfrutar de cómo se va ocultando el sol con la imponente sombra del Palacio Real cayendo sobre los jardines que fueron las antiguas caballerizas. Sabed que son mal llamados "Jardines de Sabatini" porque tanto él como Sachetti, el otro arquitecto que diseñó un jardín para ese ala del palacio, se quedaron sin ver si proyecto materializado (momento educativo). Solo hay que quedarse en la barandilla que da a los jardines de la calle Bailén y mirar hacia el horizonte. Lo demás viene solo; suele ser la boca abierta. (Aquí hay que lidiar con algún que otro palo de selfie).

ENTRE EL PALACIO REAL Y LA ALMUDENA

Hay una pequeña cuesta que sube desde la calle Bailen en curva hasta la calle Factor. Ahí hay un pequeño espacio verde con un murete bajo donde tenemos una preciosa vista de la Catedral y el Palacio, sobre todo de la explanada que divide las dos construcciones. Desde allí se ve el horizonte con la Catedral a un lado y el palacio a otro. El binomio naturaleza y arquitectura hace que nos sintamos pequeños.

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VIADUCTO

Solo hay que bajar por la escalera del pintor y esperar a que el sol empiece a filtrarse entre la estructura de piedra del viaducto para disfrutar de un espectáculo de luz que hace que las casas de esta parte antigua de Madrid, dibujadas en colores, brillen. No todas las puestas de sol hay que verlas desde un alto para disfrutarlas y esta es una de esas de a ras de suelo.

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TERRAZA DEL CÍRCULO DE BELLAS ARTES

Este ya no entra en la categoría súper low cost, pero merece la pena. Las vistas de Madrid desde esta azotea, custodiada por la diosa Atenea, son un espectáculo. La luz tiñe los edificios dándoles una luz especial. Una de mis vistas preferidas desde aquí es la de los aurigas de la torre del edificio del BBVA de la calle Alcalá. Si ahora son imponentes, especialmente al caer el sol, no puedo imaginarme el espectáculo para la vista cuando estaban recubiertos por una capa dorada (que tuvo que eliminarse durante la guerra por convertirse en un blanco fácil para los aviones).

EL ESTANQUE DEL RETIRO

Ni os cuento. Sin ánimo de ponerme como una folclórica de pasional solo os digo: Id, sentaos en las escaleras del monumento a Alfonso XII del Retiro y esperad a que el sol haga su papel sobre los árboles, el lago y las estatuas que parece que se preparan para volver a la vida cuando caiga la noche y el Retiro se quede en soledad.

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PALACIO DE CRISTAL DEL RETIRO

Desde cualquiera de sus ángulos merece la pena ver la puesta de sol. Aunque la clásica es verla desde el otro lado del pequeño lago que le rodea y ver como parece que arde desde dentro es un momento único.

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EL AEROPUERTO DE MADRID - BARAJAS - ADOLFO SUÁREZ

Y llegué a mi lugar favorito para la puesta de sol. Mi fascinación por el aeropuerto es inversamente proporcional a mi miedo a volar (no soy una cobarde gratuita, es miedo justificado).

Desde los enormes ventanales de la T4, sentarse a ver como los aviones despegan y toman tierra con el sol cayendo sobre el horizonte de fondo es una de las escenas más espectaculares de las que se puede disfrutar. Esta tampoco entra en la categoría low cost. Pero si tenemos la suerte de coger el vuelo a la hora en la que comienza a caer la tarde lo disfrutaremos dentro del precio del billete.

ALGUNA DE LAS 4 TORRES DE LA CASTELLANA

Si tenéis la suerte de estar en alguna reunión en las oficinas al caer la tarde (ahora que anochece tarde es más bien un castigo tener una reunión a las 21.00 h) pero en otoño / invierno hay que parar para disfrutar de la puesta de sol desde los grandes ventanales. La foto esta tomada desde el restaurante Espacio 33.

LA LONJA DEL MONASTERIO DEL ESCORIAL

A pocos kilómetros de Madrid, es un pecado no visitarlo. Tengo debilidad por este pueblo y uno de los atardeceres más bonitos se puede ver desde el alto del Patio de los Frailes. Podéis también disfrutarlo desde la subida a la montaña de Abantos que lleva al hotel Euroforum. Hay huecos entre los arboles y las preciosas casas que dejan ver la lonja del Monasterio.

En ultimo lugar pondría mi casa. Ver caer el sol sobre los tejados de los edificios antiguos de Madrid para mí es un regalazo (pero este si que es de uso exclusivo para amigos a cambio de que vengan a casa con una botella de vino).

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Este post fue publicado inicialmente en el blog de la autora