"Querer evacuar Gaza en 24 horas es como decirte que te van a quemar la casa y que te resguardes en el baño"
Cristina Muñoz, directora general de la ONG Alianza por la Solidaridad, que opera en la Franja y otros puntos cercanos, explica a El HuffPost los pormenores de la situación "extrema" que se vive en Gaza.
Hay comparaciones que, por su claridad, explican a la perfección la dimensión de un drama. Para Cristina Muñoz, directora general de la ONG Alianza por la Solidaridad, el 'plan de evacuación' de Israel para con la Franja de Gaza es lo mismo que una trampa. Algo así, lamenta, "como decirte que te van a quemar la casa y que te resguardes en el baño".
Con una voz reflejo de un ánimo entre temeroso, dolido y ansioso, la responsable de esta entidad española presente en Gaza, Cisjordania y decenas de territorios en situación crítica atiende a El HuffPost desde Madrid. Aquí tuvo que regresar a comienzos de semana tras la guerra decretada por Israel como respuesta a los atentados de Hamás. Ataques que "la mayoría" de palestinos rechaza, apunta.
Desde España coordina, como puede, las labores que, sobre el terreno, realizan "varios compañeros palestinos y una española, en Jerusalén, que no quiso venirse". Pese a no haber suministros básicos de luz, agua o gas en la zona, siguen trabajando "dando la poca ayuda que ahora mismo se puede ofrecer".
Hay silencios entre sus respuestas. Cuesta describir la situación dramática de la Franja de Gaza, inmersa en una urgencia de la que desconfían hasta los socios de Israel. Y a Cristina le cuesta los mensajes de agobio que envían sus compañeros, en algunos casos de despedida "por lo que pueda pasar".
¿Qué trabajo se puede hacer a nivel humanitario en estos momentos?
Lo primero es dar alimentos, agua, apoyo psicológico y el refugio que se pueda. Como organización, vivimos con la ansiedad de no saber cómo proteger a una población que no deja de sufrir. La gente ha vivido escenas terribles y hay mucho trauma generalizado, porque tenemos que recordar que aquí se han vivido cinco-seis escaladas en unos pocos años. Y si ya era una población dependiente de las ayudas humanitarias para sobrevivir en medio del bloqueo, ahora todo se ha multiplicado
Nuestra preocupación es mantener con vida a nuestro personal para ayudar en lo que se pueda, pero están siendo días muy duros para las oenegés, porque es muy poco lo que podemos hacer, más allá de prepararnos para un posible corredor humanitario. La situación es tal que tenemos diseñado cómo intervendremos en esos posibles corredores, pero no hay manera de llevar el plan a cabo aún.
Más allá de los limitadísimos recursos en el terreno, nuestro esfuerzo ahora mismo también es hacer presión internacional para lograr un alto el fuego e intentar retomar, si de verdad se quiere, las negociaciones de paz.
¿Cómo se deberían gestionar esos corredores?
Lo primero es eso, reclamar corredores humanitarios acompañados de un alto el fuego. Naciones Unidas y Cruz Roja deberían ser los gestores de estas vías seguras, pero todas las fórmulas pasan sí o sí porque Israel coopere. Lo que queremos es un alto el fuego de varias horas para disponer de unos pasos seguros para la población civil, pero también para personal de entidades humanitarias, misiones médicas o suministros básicos.
El problema es que no hay apenas vías físicas. El Paso de Rafah que conecta con Egipto —actualmente cerrado— es un embudo, un paso fronterizo que no está preparado para tal dimensión humanitaria. Lo demás, es salir por mar. Si Israel no ayuda en la evacuación de civiles no hay opción.
De momento, ni sus socios ni países cercanos a Israel confían en su plan de evacuación. EEUU lo ve difícil, la UE habla de "poco realista"... ¿Es realmente viable movilizar a tanta población a la carrera o es una mera coartada legal?
No, no hay opción posible de que la población pueda seguir la evacuación planteada por Israel; es un anuncio inviable para un millón de personas. Es como si te dijeran que te van a quemar la casa y que te resguardes en el baño.
Israel debería comprometerse con el Derecho Internacional Humanitario y frenar sus planes, porque los Estados, incluso en tiempo de guerra, tienen la obligación de proteger a la población civil. No sé cuáles son sus intenciones, no puedo hacer valoraciones, pero cualquiera sabe que no es viable ese plan.
¿Cuál es el sentimiento de la población palestina con respecto a los ataques terroristas de Hamás?
Inicialmente, de mucho desconcierto, porque no se sabía lo que estaba pasando. La primera noción fue el testimonio de compañeros en la Franja, alertando de ataques registrados. Pero pronto ya hubo una consciencia de que iba a ser mucho más peligroso que otros enfrentamientos. Y en cuanto se supo de la gravedad de los ataques de Hamás, se empezó a temer por las represalias de Israel y la escalada de violencia.
La población palestina no está contenta con la violencia de Hamás. Hay una parte de la sociedad que sí, pero la mayor parte y nuestros colaboradores no estaban contentos y esto debemos remarcarlo. Además, los ataques de Hamás también se han llevado la vida de palestinos.
¿Qué mensajes llegan de los cooperantes que permanecen en Gaza?
Por parte de nuestra organización allí permanecen cinco nacionales palestinos, además de una persona española, la jefa de misión, que sigue en Jerusalén porque no quiso regresar. Con ellos el trato no es constante, sólo de vez en cuando por la falta de electricidad y la dificultad para simplemente cargar el móvil.
Pero los mensajes que llegan son muy angustiosos. Ha habido noches que mis compañeros han tenido que moverse hasta seis veces, incluso de instalaciones de la ONU. Y lo que nos graban, lo que nos escriben, son mensajes de despedida, de agonia. "Recordadme si muero", "no sé si mañana seguiremos vivos"... Es muy duro.
¿Han tenido algún contacto con las autoridades españolas?
Yo me volví el lunes en uno de los aviones fletados por España. Estaba en Cisjordania y allí estábamos cinco españoles. Las autoridades se pusieron en contacto con nosotros, pero inicialmente atendieron a los turistas, con buen criterio, porque nosotros tenemos mayor información y recursos para movernos por la zona.
Las embajadas y consulados españoles se vieron desbordados, pero poco a poco han podido ir controlando mejor la situación. De hecho, siguen en contacto con nuestra organización y con otras, preocupados por la evolución de nuestro personal y nuestras labores.