Las orcas del Estrecho de Gibraltar, en la agenda del Proyecto Gran Simio que pide su protección
Piden que se declare la zona como un santuario marino para estos animales y relacionan sus problemas con los embarcaciones con estrés por la acción humana.

Los denominados "ataques" de las orcas a embarcaciones en la zona del Estrecho de Gibraltar llevan siendo polémicas desde 2020, cuando los expertos en estos animales lo ven de otra forma: sostienen que los comportamientos de estos animales podrían deberse que padecen estrés acústico, traumas por colisiones pasadas o incluso a juegos de individuos jóvenes. Así, que han hecho un llamamiento para que no se criminalice a las orcas, ya que, según defienden, esta especie simplemente está reaccionando al impacto de nuestra actividad humana.
Por esta razón, el Proyecto Gran Simio y el Corredor Biológico Mundial han hecho un llamamiento a las instituciones, ONGs, comunidad científica y sociedad civil española y euopea para que apoyen la defensa urgente de las orcas, del mar y "de la vida no humana consciente". Y piden la declaración del Estrecho de Gibraltar como Santuario Marino para las orcas, especialmente en la zona de Barbate.
La petición incluye, entre otras medidas, la regulación inmediata del tráfico náutico durante las épocas más sensibles para esta especie, que está considerada en peligro de extinción. Ambas organizaciones aseguran que la presencia de embarcaciones, el uso de dispositivos acústicos dañinos y la falta de protección legal están poniendo en grave riesgo a estos mamíferos marinos.
En un documento enviado al Ministerio para la Transición Ecológica, al Gobierno de Andalucía y a la Comisión Europea solicitan un plan de acción urgente dividido en cinco líneas: la creación de una Zona de Especial Conservación (ZEC) en el área de Barbate, dentro de la Red Natura 2000, con restricciones al tráfico náutico, prohibición de tecnologías acústicas agresivas y protección de áreas de cría y alimentación; el reconocimiento legal de las orcas como "personas no humanas" o "entidades con derechos", lo que garantizaría su protección jurídica y la del ecosistema en el que habitan, así como la constitución de un Comité Ético-Científico de Supervisión, formado por expertos en etología, derecho ambiental y representantes locales, para el análisis continuo del comportamiento de las orcas y la evaluación de medidas no invasivas..
La cuarta medida solicitada por estos organismos consiste en campañas educativas y de sensibilización, dirigidas a escuelas, puertos deportivos y medios de comunicación para desmentir la imagen agresiva atribuida a las orcas y promover una convivencia respetuosa. Y, finalmente, la quinta petición consiste en el fomento del uso de tecnología para la coexistencia, como boyas de monitoreo acústico, sistemas de alerta voluntarios para embarcaciones y desvíos temporales de rutas marítimas que eviten la expulsión de los cetáceos.
"Las orcas no son intrusas. Expulsarlas sería un acto de violencia contra una especie consciente que pide respeto y convivencia”, ha declarado Pedro Pozas Terrados, director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio, según informa el diario Área Campo de Gibraltar. Además de su importancia ecológica como superdepredadores que equilibran el ecosistema marino, las orcas cumplen una función clave en la salud del océano. “Ayudan a fertilizar el mar mediante nutrientes esenciales que estimulan el fitoplancton, verdadero pulmón azul del planeta y sumidero natural de carbono”, ha explicado Pozas.
El director de esta organización y también vicepresidente del Corredor Biológico Mundial, finaliza recodando el caso de la extinción de la foca monje en las costas españolas: “No podemos repetir la historia de expulsar a especies nativas porque interfieren con nuestras actividades recreativas”.
