Un gato se convierte en la esencia de un instituto: acude a clase y duerme mejor sobre los pupitres
“Las clases son menos estresantes desde que está aquí”.
La intervención de animales de compañía en las clases puede llegar a transformar la forma en que niños y niñas aprenden y se relacionan entre sí. La presencia de mascotas en los entornos educativos reduce el estrés y fomenta la empatía, la responsabilidad y el vínculo entre alumnos y profesores.
Los gatos, segunda mascota más común en los hogares españoles ––presentes en el 17% de ellos, justo por detrás de los perros––, han demostrado un enorme potencial como compañía emocional, por su capacidad para generar calma con su presencia y por la conexión afectiva y el bienestar psicológico que ofrecen a quienes conviven con ellos.
Con una población mundial cercana a los 1.000 millones de ejemplares, su efecto terapéutico y su capacidad para generar calma están más presentes que nunca, tanto que en algunos casos, ya forman parte de las aulas.
La mascota del instituto
En el instituto Mihai Viteazul de Sfântu Gheorghe, en el condado de Covasna, Rumania, la convivencia escolar tiene un compañero muy especial. Se tarta de un gato llamado simplemente Misu, que se ha convertido en la auténtica esencia del centro educativo.
Llegó hace dos años, sin hacer ruido y sin intención de quedarse pero nunca volvió a irse. Desde entonces, estudiantes y profesores no pueden imaginar el instituto sin él.
Misu recorre los pasillos como si fueran suyos, asiste a clase sin interrumpir y duerme plácidamente sobre los pupitres, donde ,según todos, descansa “mejor que en cualquier otro sitio”.
Su efecto en clase
Su presencia ha transformado el ambiente del centro: “Las clases son menos estresantes desde que está aquí”, coinciden los alumnos que lo han visto crecer entre pizarras, mochilas y libros. “Por las mañanas nos saluda como si fuera uno más, y en los descansos juega con nosotros”, explica la periodista Bianca Venter, quien documentó la historia para el medio local Digi24.
Misu pasea y participa en las clases. Se sienta en las mesas, se acomoda en una cesta repleta de chaquetas y se duerme al instante. “No hace ningún ruido y se queda muy tranquilo. Aprendemos a estar en silencio porque no queremos despertarlo”, confiesa uno de los alumnos. Otro añade: “Cuando está en el aula, todos nos sentimos mejor”.
La opinión de los profesores
“Misu calma a los niños. A veces, cuando empiezan a alzar la voz, son ellos mismos quienes dicen: ‘Shhh, que Misu está durmiendo’”, cuenta la profesora de matemáticas, Oana Mitrofan. “Aquí ha encontrado el cariño y la seguridad que necesitaba. Para nosotros ya es completamente normal tenerlo en la escuela”.
La profesora de inglés, Iulia Vulpe, añade un matiz importante: “Los animales tienen un efecto terapéutico. Interactuar con ellos ayuda a desarrollar empatía y cuidado por los demás. Misu es un puente entre alumnos y docentes; nos acerca”.