El pueblo de 300 vecinos de Almería que monta el negocio del siglo en los súper más caros de Asia y América
Actualmente tienen un producto delicatessen conocido mundialmente.
Desde un cortijo en el Valle del Almanzora, en Almería, una pequeña fábrica de mermeladas artesanas ha tejido en pocos años una sorprendente red comercial que la ha llevado a los lineales de tiendas gourmet en Asia y a supermercados de alto nivel en Los Ángeles. Lo que empezó como una historia de amor se ha convertido en una marca premium que combina receta tradicional, diseño cuidado e internacionalización estratégica.
Los protagonistas de esta aventura son Isabel Martínez y Biagio Lorusso, cuya historia personal fue la chispa que encendió el proyecto. Él vivía en Italia y ella en Almería, pero con el tiempo dejaron atrás las prisas de la ciudad y decidieron rehacer su vida en el pueblo natal de la familia de Isabel. De esta forma, asentaron la producción en Chercos, un núcleo rural de menos de trescientos habitantes donde hoy elaboran sus productos.
“Le dijo a su familia que se había enamorado de una española y que se venía a vivir aquí", explica Isabel en declaraciones recogidas por El Mundo. Fue en este lugar donde surgió la idea de crear mermeladas premium trabajando con frutas y verduras locales. Esa apuesta por la materia prima, sumado a un envase rompedor que destaca en la demanda gastronómica, ha sido parte esencial de su posicionamiento como producto delicatessen.
Una mermelada internacional
La propuesta de producto es clara: mermeladas con un 85% de fruta, azúcar de caña reducido y sin aditivos artificiales, presentadas en un envase diferenciado con tarros serigrafiados y de líneas modernas que buscan contar una experiencia. Su idea era fusionar la tradición del sur de España con la modernidad del diseño italiano bajo la marca Lorusso, un proyecto que busca transmitir valores y felicidad a través de la mermelada.
Después de tres años de investigación y desarrollo, los fundadores se alejaron del mercado local para colocarse primero en canales internacionales de alto valor añadido. La primera venta se produjo en Shanghai y después en Hong Kong, donde colocaron su producto en supermercados de lujo y tiendas gourmet, entre ellos cadenas como City Super. Al poco después, consiguió llegar al escaparate de Erewhon en Los Ángeles, templo de la alimentación orgánica y de culto para muchos consumidores de alto poder adquisitivo.
Esa presencia extranjera les permitió consolidar su imagen de marca antes de ampliar su distribución en España. Además, Lorusso acumula varios reconocimientos en concursos internacionales de conservas y mermeladas, incluido el prestigioso certamen británico The World’s Original Marmalade Awards, donde han obtenido medallas de oro en distintas ediciones. Esos galardones han reforzado su narrativa de excelencia artesana.
Lo que empezó como una mezcla de búsqueda personal y de pasión por la gastronomía ha acabado convirtiéndose en el ejemplo de que desde un pueblo pequeño se puede aspirar a mercados globales sin renunciar a la identidad local. La dirección del proyecto insiste en mantener la producción en lotes pequeños y sostenibles, respetando la filosofía ecológica que tanto define su catálogo.