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España se echó a las terrazas a tomar "cervezas algo calientes" durante el apagón: de bares que dejaron a fiar a helados gratis

España se echó a las terrazas a tomar "cervezas algo calientes" durante el apagón: de bares que dejaron a fiar a helados gratis

Las terrazas de muchos locales se llenaron de clientes, a pesar de la falta de electricidad.

Terrazas en Barcelona durante el apagón.Anadolu via Getty Images

Desde las 12:30h en las casas de toda la Península se estaba a oscuras, sin conexión a internet, sin teléfono y sin luz. Sin embargo, las calles de algunas ciudades como Madrid mostraron un escenario muy distinto al habitual. Las aceras a rebosar de gente que no tenía cómo moverse en transporte público con buena parte de los autobuses colapsados, los semáforos apagados con algunos policías en determinados cruces y sin funcionamiento de Metro o Cercanías.

Había incluso atascos de personas por las aceras, que habían echado a caminar durante horas desde su puesto de trabajo a casa. Pero si había algo que llamaba la atención en ese escenario eran las terrazas de los bares llenas un lunes por la tarde. Algo para algunos totalmente marca España o directamente muestra del espíritu mediterráneo en un día de sol y buenas temperaturas en buena parte del país.

Pese a que muchos establecimientos estaban cerrados, otros tantos estaban a rebosar, con multitud de gente en sus mesas tomando cerveza, algún refresco e incluso algún combinado. Algunos acompañados de bocadillos, otros de patatas fritas o aceitunas.

La mayoría de ellos se situaban en el exterior, donde la mayoría tomaba cerveza de barriles antes de que se echara a perder, pero algunos también se ubicaban en las “tinieblas” del interior. En zonas de Madrid como La Latina, en el Café Bar Duque de Alba, donde la terraza estaba llena y en el interior del bar unas cuatro personas tomaban su consumición prácticamente a oscuras.

Algunos locales tenían hasta cola, como era el caso de Tendido 11 en la esquina de avenida de Daroca con calle Alcalá, donde las mesas de la terraza al sol estaban llenas y unas cinco o seis personas esperaban a que alguna se quedara libre mientras preguntaban si de alguna forma podían pagar con tarjeta. En la céntrica calle madrileña de la Cruz, unas 20 personas, entre turistas con trolleys y locales, hacían cola y aprovechaban la plancha de gas de un kebab para comer algo.

No fueron los únicos y es que numerosos grupos de amigos decidieron encontrarse “en el bar” a pesar de estar incomunicados, dejando alguna breve señal en los momentos en los que la conexión permitía enviar o recibir algún WhatsApp. Otros decidieron hacerlo con sus compañeros de trabajo, viendo que no iban a poder trabajar sin luz.

Es el caso de María, de 32 años, que trabaja en el paseo de la Castellana y en un primer momento, sin información sobre cuánto iba a durar el apagón, se trasladó con sus compañeros a un bar cercano. “Nos fuimos al bar de abajo a tomar algo porque nuestro jefe nos dijo que no nos alejásemos mucho por si volvía la luz y teníamos que volver a la oficina”, recuerda. “Él se quedó de guardia y se asomó sobre las 15h a decirnos que nos podíamos ir, pero ya nos quedamos todos a tomar unas cervezas, aunque algo calientes”, señala y recuerda que desde el establecimiento en un primer momento les ofrecieron patatas fritas, pero conforme se fue llenando el bar, se acabaron. “También había gente con ensaladillas rusas, imagino que para no echarlas a perder mientras estaban frescas”, explica.

"Estábamos allí casi todos los trabajadores de las oficinas de la zona, todos sin saber nada, sin radio, cada uno con su teoría conspiranoica"
María, trabajadora de 32 años

“Estábamos allí casi todos los trabajadores de las oficinas de la zona, todos sin saber nada, sin radio, cada uno con su teoría conspiranoica”, bromea y recuerda que sobre las 18h muchos emprendieron el viaje a casa andando.

Laura también decidió irse también a una de las terrazas de la zona entre Acacias y Legazpi. "Tenían cerveza fría, no sé cómo, pero de barril y de tercios", señala y recuerda que "la terraza estaba llena de grupos de amigos". "También padres de colegios del barrio mientras los niños jugaban en el parque que hay relativamente cerca", detalla. "Nos ofrecieron como un montadito como de ensaladilla rusa, con mayonesa y tal, torreznos de bolsa y cacahuetes", señala. Según ella la mayoría de la gente en este bar estaba tratando de desconectar. "La verdad que no había mucha gente con radio ni nada, todo el mundo a su bola, como la gente hablando y riendo", recuerda.

Lo mismo le sucedió a Julia, de 35 años. “Fui a la terraza del bar Teide, cerca de mi oficina en la zona de Delicias”. “Me ofrecieron cerveza, que todavía estaba fría, pero había gente tomando bebida con hielo también”, explica y recuerda que “comida solo podían poner aperitivos tipo patatas”, aunque intentó pedir un bocadillo: “Me dijeron que no, porque no veían en la cocina”.

  Grupo de amigos en Madrid durante el apagón.GTRES

“En ese momento la gente estaba más bien tranquila porque apenas habían pasado dos horas de apagón y yo me fui temprano, así que en principio la gente tomaba algo como un día normal”, explica y recuerda que en el bar la mayoría eran trabajadores de la zona “que habían salido a tomar algo porque no podían trabajar o quizá algún estudiante, que tampoco tenía clase”. “Yo pensaba que iba a poder volver después de comer a la oficina, pero como seguíamos sin luz, me fui a casa”, añade.

En prácticamente todos los establecimientos solo permitían el pago en efectivo ya que los datáfonos no funcionaban, pero hubo otros por toda España que optaron por invitar a la clientela para dar salida al producto que se iba a echar a perder e incluso los hay que dejaron “a fiar” a sus consumidores más habituales. Toda una regresión a los años 80 y 90. Según contó un trabajador del bar Tía Feli a Europa Press había tocado "volver a la antigua, escribiéndolo todo" y solo podían servir bebidas.

Los bares también fueron lugar de encuentro para amigos y vecinos, fue el caso de Jorge y sus amigos, quienes se reunieron en un bar de la avenida de Oporto, en el madrileño barrio de Carabanchel. “Mi vecino y yo vimos que no podíamos teletrabajar y nos bajamos al bar, luego fueron llegando otros amigos y conocidos del barrio y allí nos quedamos tomando unas cañas”, recuerda. “Hoy ya con todo recuperado apañaremos Bizum porque solo uno tenía efectivo para pagar”, señala.

"Mi vecino y yo vimos que no podíamos teletrabajar y nos bajamos al bar, luego fueron llegando otros amigos y conocidos del barrio y allí nos quedamos tomando unas cañas"
Jorge, vecino de Carabanchel

Otros incluso llevaron el transistor al bar para compartir con el resto de personas las novedades que se iban conociendo del apagón que asoló a España durante más de 12 horas.

En zonas como la plaza del Dos de Mayo del madrileño barrio de Malasaña o en la plaza de Olavide, en el distrito de Chamberí, distintos grupos se agolpaban e incluso bailaban, cantaban y hacían congas en la calle, mientras otros jugaban a las cartas, o niños corrían y jugaban.

Solidaridad, ofertas y hasta "helados gratis"

Hubo locales donde la solidaridad con los vecinos se hizo más que patente. Tom, quien ha contado en X que en el bar La nueva cata de Córdoba, el dueño se apresuró a abrir e invitar a sus clientes ya que muchos de ellos no iban a poder cocinar ese día sin electricidad.

En Madrid, en el bar La Madrileña de la plaza de Tirso de Molina, según cuenta Daniel Fuentes Castro en X, “fiaron al que no tenía efectivo”, pero además se pusieron a hacer bocadillos con los productos que tenían para “dar de comer a la gente” y abrieron sus baños también a los que no fueran clientes del local.

Esta escena en la que bares han invitado o han hecho precios populares para evitar el desperdicio de sus productos se ha repetido por toda España, pero también la de aquellos que dejaron a fiar a sus clientes.

En León, tal y como recoge La Nueva Crónica, la conocida heladería Los Valencianos decidió a partir de las 15h regalar los helados que tenían en las neveras para evitar que se echaran a perder. Este gesto por parte de la heladería corrió de boca en boca entre los vecinos y formó colas de hasta dos horas en el local.

En el caso de Pan Pasión Cafetería y Panadería de Alcobendas (Madrid), su dueño decidió también regalar los helados que se le estaban derritiendo a niños de los vecinos de la zona y dejó a deber a algunos vecinos productos básicos como agua.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.

 

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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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