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Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Lo califican como un "acto de violencia legal".

Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Lo califican como un "acto de violencia legal".

Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Lo califican como un "acto de violencia legal".

Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Lo califican como un "acto de violencia legal".

Tardan 4 años en construir un puente de 419 millones de euros y mucho menos en despertar la ira de todo un país

Lo califican como un "acto de violencia legal".

Vista del puente incompleto del estrecho de Messina sobre el paisaje marino y las cadenas montañosas contra el cielo nublado en Pelješacsimon skafarsimonskafar.com

Lo que debía ser una obra de integración nacional y progreso logístico ha terminado por convertirse en una fuente de tensiones geopolíticas en los Balcanes. El Puente de Pelješac, inaugurado en verano de 2022 tras cuatro años de construcción y con un coste estimado de 357 millones de libras, unos 419 millones de euros, ha desatado una tormenta diplomática con Bosnia y Herzegovina.

La estructura, de 2.400 metros de longitud y casi 100 metros de altura, conecta la localidad de Komarna, en el continente croata, con la península de Pelješac. Así, permite a los conductores circular por Croacia sin atravesar ningún paso fronterizo. 

Sin embargo, esta construcción ha desastado un problema político. Adil Osmanovic, ministro de Asuntos Civiles de Bosnia en el momento de la construcción, llegó a calificar la obra de "violencia legal", afirmando que la estructura restringe el acceso de Bosnia y Herzegovina a aguas internacionales.

Un ataque a la soberanía

“El puente amenaza la soberanía marítima de nuestro país y contradice directamente la Convención de la ONU. Bosnia debe tener libre acceso al mar”, aseguró Osmanovic en una carta enviada al entonces primer ministro croata, Andrej Plenkovic. 

Según denuncian, el diseño original preveía una altura de 47 metros, lo que habría impedido la entrada de grandes embarcaciones al puerto de Neum. Ante las protestas, la altura se elevó a casi 100 metros, pero no fue suficiente para calmar los ánimos.

Halid Genjac, diputado bosnio, insistió en que las aguas bajo el puente no son territoriales croatas, sino parte del dominio internacional que une a Bosnia con el mar abierto. Además, afirmó que ningún organismo oficial bosnio ha dado su consentimiento para su construcción. Según él, el levantamiento del puente sin acuerdo representa un precedente peligroso en materia de soberanía regional.

Críticas por todas partes

Desde Zagreb, las autoridades croatas rechazan las acusaciones. Sostienen que la estructura se encuentra íntegramente dentro del territorio nacional croata y que su construcción no interfiere con el derecho de paso marítimo de Bosnia y Herzegovina, ni infringe acuerdos internacionales.

Además de sus implicaciones geopolíticas, el proyecto también ha sido blanco de críticas desde otros frentes. Grupos ambientalistas croatas alertan de daños al ecosistema marino de la bahía de Mali Ston durante la construcción. Otros detractores cuestionan su viabilidad técnica y económica, sugiriendo alternativas como un túnel submarino o acuerdos logísticos transfronterizos.

También se ha cuestionado los intereses de la construcción de este puente. Fue diseñado por el ingeniero estructural esloveno Marjan Pipenbaher y construido por la China Road and Bridge Corporation, filial de la empresa estatal China Communications Construction Company. La participación china ha generado inquietudes sobre posibles conflictos de intereses y dependencia estratégica de infraestructura crítica por parte de potencias extranjeras.

Lo que debía ser una obra de integración nacional y progreso logístico ha terminado por convertirse en una fuente de tensiones geopolíticas en los Balcanes. El Puente de Pelješac, inaugurado en verano de 2022 tras cuatro años de construcción y con un coste estimado de 357 millones de libras, unos 419 millones de euros, ha desatado una tormenta diplomática con Bosnia y Herzegovina.

La estructura, de 2.400 metros de longitud y casi 100 metros de altura, conecta la localidad de Komarna, en el continente croata, con la península de Pelješac. Así, permite a los conductores circular por Croacia sin atravesar ningún paso fronterizo. 

Sin embargo, esta construcción ha desastado un problema político. Adil Osmanovic, ministro de Asuntos Civiles de Bosnia en el momento de la construcción, llegó a calificar la obra de "violencia legal", afirmando que la estructura restringe el acceso de Bosnia y Herzegovina a aguas internacionales.

Un ataque a la soberanía

“El puente amenaza la soberanía marítima de nuestro país y contradice directamente la Convención de la ONU. Bosnia debe tener libre acceso al mar”, aseguró Osmanovic en una carta enviada al entonces primer ministro croata, Andrej Plenkovic. 

Según denuncian, el diseño original preveía una altura de 47 metros, lo que habría impedido la entrada de grandes embarcaciones al puerto de Neum. Ante las protestas, la altura se elevó a casi 100 metros, pero no fue suficiente para calmar los ánimos.

Halid Genjac, diputado bosnio, insistió en que las aguas bajo el puente no son territoriales croatas, sino parte del dominio internacional que une a Bosnia con el mar abierto. Además, afirmó que ningún organismo oficial bosnio ha dado su consentimiento para su construcción. Según él, el levantamiento del puente sin acuerdo representa un precedente peligroso en materia de soberanía regional.

Críticas por todas partes

Desde Zagreb, las autoridades croatas rechazan las acusaciones. Sostienen que la estructura se encuentra íntegramente dentro del territorio nacional croata y que su construcción no interfiere con el derecho de paso marítimo de Bosnia y Herzegovina, ni infringe acuerdos internacionales.

Además de sus implicaciones geopolíticas, el proyecto también ha sido blanco de críticas desde otros frentes. Grupos ambientalistas croatas alertan de daños al ecosistema marino de la bahía de Mali Ston durante la construcción. Otros detractores cuestionan su viabilidad técnica y económica, sugiriendo alternativas como un túnel submarino o acuerdos logísticos transfronterizos.

También se ha cuestionado los intereses de la construcción de este puente. Fue diseñado por el ingeniero estructural esloveno Marjan Pipenbaher y construido por la China Road and Bridge Corporation, filial de la empresa estatal China Communications Construction Company. La participación china ha generado inquietudes sobre posibles conflictos de intereses y dependencia estratégica de infraestructura crítica por parte de potencias extranjeras.

Lo que debía ser una obra de integración nacional y progreso logístico ha terminado por convertirse en una fuente de tensiones geopolíticas en los Balcanes. El Puente de Pelješac, inaugurado en verano de 2022 tras cuatro años de construcción y con un coste estimado de 357 millones de libras, unos 419 millones de euros, ha desatado una tormenta diplomática con Bosnia y Herzegovina.

La estructura, de 2.400 metros de longitud y casi 100 metros de altura, conecta la localidad de Komarna, en el continente croata, con la península de Pelješac. Así, permite a los conductores circular por Croacia sin atravesar ningún paso fronterizo. 

Sin embargo, esta construcción ha desastado un problema político. Adil Osmanovic, ministro de Asuntos Civiles de Bosnia en el momento de la construcción, llegó a calificar la obra de "violencia legal", afirmando que la estructura restringe el acceso de Bosnia y Herzegovina a aguas internacionales.

Un ataque a la soberanía

“El puente amenaza la soberanía marítima de nuestro país y contradice directamente la Convención de la ONU. Bosnia debe tener libre acceso al mar”, aseguró Osmanovic en una carta enviada al entonces primer ministro croata, Andrej Plenkovic. 

Según denuncian, el diseño original preveía una altura de 47 metros, lo que habría impedido la entrada de grandes embarcaciones al puerto de Neum. Ante las protestas, la altura se elevó a casi 100 metros, pero no fue suficiente para calmar los ánimos.

Halid Genjac, diputado bosnio, insistió en que las aguas bajo el puente no son territoriales croatas, sino parte del dominio internacional que une a Bosnia con el mar abierto. Además, afirmó que ningún organismo oficial bosnio ha dado su consentimiento para su construcción. Según él, el levantamiento del puente sin acuerdo representa un precedente peligroso en materia de soberanía regional.

Críticas por todas partes

Desde Zagreb, las autoridades croatas rechazan las acusaciones. Sostienen que la estructura se encuentra íntegramente dentro del territorio nacional croata y que su construcción no interfiere con el derecho de paso marítimo de Bosnia y Herzegovina, ni infringe acuerdos internacionales.

Además de sus implicaciones geopolíticas, el proyecto también ha sido blanco de críticas desde otros frentes. Grupos ambientalistas croatas alertan de daños al ecosistema marino de la bahía de Mali Ston durante la construcción. Otros detractores cuestionan su viabilidad técnica y económica, sugiriendo alternativas como un túnel submarino o acuerdos logísticos transfronterizos.

También se ha cuestionado los intereses de la construcción de este puente. Fue diseñado por el ingeniero estructural esloveno Marjan Pipenbaher y construido por la China Road and Bridge Corporation, filial de la empresa estatal China Communications Construction Company. La participación china ha generado inquietudes sobre posibles conflictos de intereses y dependencia estratégica de infraestructura crítica por parte de potencias extranjeras.

Lo que debía ser una obra de integración nacional y progreso logístico ha terminado por convertirse en una fuente de tensiones geopolíticas en los Balcanes. El Puente de Pelješac, inaugurado en verano de 2022 tras cuatro años de construcción y con un coste estimado de 357 millones de libras, unos 419 millones de euros, ha desatado una tormenta diplomática con Bosnia y Herzegovina.

La estructura, de 2.400 metros de longitud y casi 100 metros de altura, conecta la localidad de Komarna, en el continente croata, con la península de Pelješac. Así, permite a los conductores circular por Croacia sin atravesar ningún paso fronterizo. 

Sin embargo, esta construcción ha desastado un problema político. Adil Osmanovic, ministro de Asuntos Civiles de Bosnia en el momento de la construcción, llegó a calificar la obra de "violencia legal", afirmando que la estructura restringe el acceso de Bosnia y Herzegovina a aguas internacionales.

Un ataque a la soberanía

“El puente amenaza la soberanía marítima de nuestro país y contradice directamente la Convención de la ONU. Bosnia debe tener libre acceso al mar”, aseguró Osmanovic en una carta enviada al entonces primer ministro croata, Andrej Plenkovic. 

Según denuncian, el diseño original preveía una altura de 47 metros, lo que habría impedido la entrada de grandes embarcaciones al puerto de Neum. Ante las protestas, la altura se elevó a casi 100 metros, pero no fue suficiente para calmar los ánimos.

Halid Genjac, diputado bosnio, insistió en que las aguas bajo el puente no son territoriales croatas, sino parte del dominio internacional que une a Bosnia con el mar abierto. Además, afirmó que ningún organismo oficial bosnio ha dado su consentimiento para su construcción. Según él, el levantamiento del puente sin acuerdo representa un precedente peligroso en materia de soberanía regional.

Críticas por todas partes

Desde Zagreb, las autoridades croatas rechazan las acusaciones. Sostienen que la estructura se encuentra íntegramente dentro del territorio nacional croata y que su construcción no interfiere con el derecho de paso marítimo de Bosnia y Herzegovina, ni infringe acuerdos internacionales.

Además de sus implicaciones geopolíticas, el proyecto también ha sido blanco de críticas desde otros frentes. Grupos ambientalistas croatas alertan de daños al ecosistema marino de la bahía de Mali Ston durante la construcción. Otros detractores cuestionan su viabilidad técnica y económica, sugiriendo alternativas como un túnel submarino o acuerdos logísticos transfronterizos.

También se ha cuestionado los intereses de la construcción de este puente. Fue diseñado por el ingeniero estructural esloveno Marjan Pipenbaher y construido por la China Road and Bridge Corporation, filial de la empresa estatal China Communications Construction Company. La participación china ha generado inquietudes sobre posibles conflictos de intereses y dependencia estratégica de infraestructura crítica por parte de potencias extranjeras.

Lo que debía ser una obra de integración nacional y progreso logístico ha terminado por convertirse en una fuente de tensiones geopolíticas en los Balcanes. El Puente de Pelješac, inaugurado en verano de 2022 tras cuatro años de construcción y con un coste estimado de 357 millones de libras, unos 419 millones de euros, ha desatado una tormenta diplomática con Bosnia y Herzegovina.

La estructura, de 2.400 metros de longitud y casi 100 metros de altura, conecta la localidad de Komarna, en el continente croata, con la península de Pelješac. Así, permite a los conductores circular por Croacia sin atravesar ningún paso fronterizo. 

Sin embargo, esta construcción ha desastado un problema político. Adil Osmanovic, ministro de Asuntos Civiles de Bosnia en el momento de la construcción, llegó a calificar la obra de "violencia legal", afirmando que la estructura restringe el acceso de Bosnia y Herzegovina a aguas internacionales.

Un ataque a la soberanía

“El puente amenaza la soberanía marítima de nuestro país y contradice directamente la Convención de la ONU. Bosnia debe tener libre acceso al mar”, aseguró Osmanovic en una carta enviada al entonces primer ministro croata, Andrej Plenkovic. 

Según denuncian, el diseño original preveía una altura de 47 metros, lo que habría impedido la entrada de grandes embarcaciones al puerto de Neum. Ante las protestas, la altura se elevó a casi 100 metros, pero no fue suficiente para calmar los ánimos.

Halid Genjac, diputado bosnio, insistió en que las aguas bajo el puente no son territoriales croatas, sino parte del dominio internacional que une a Bosnia con el mar abierto. Además, afirmó que ningún organismo oficial bosnio ha dado su consentimiento para su construcción. Según él, el levantamiento del puente sin acuerdo representa un precedente peligroso en materia de soberanía regional.

Críticas por todas partes

Desde Zagreb, las autoridades croatas rechazan las acusaciones. Sostienen que la estructura se encuentra íntegramente dentro del territorio nacional croata y que su construcción no interfiere con el derecho de paso marítimo de Bosnia y Herzegovina, ni infringe acuerdos internacionales.

Además de sus implicaciones geopolíticas, el proyecto también ha sido blanco de críticas desde otros frentes. Grupos ambientalistas croatas alertan de daños al ecosistema marino de la bahía de Mali Ston durante la construcción. Otros detractores cuestionan su viabilidad técnica y económica, sugiriendo alternativas como un túnel submarino o acuerdos logísticos transfronterizos.

También se ha cuestionado los intereses de la construcción de este puente. Fue diseñado por el ingeniero estructural esloveno Marjan Pipenbaher y construido por la China Road and Bridge Corporation, filial de la empresa estatal China Communications Construction Company. La participación china ha generado inquietudes sobre posibles conflictos de intereses y dependencia estratégica de infraestructura crítica por parte de potencias extranjeras.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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