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El grupo de catalanes voluntarios que acabó desangrado en la guerra de Marruecos por España

El grupo de catalanes voluntarios que acabó desangrado en la guerra de Marruecos por España

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!".

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"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!".

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"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!".

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"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!".

El grupo de catalanes voluntarios que acabó desangrado en la guerra de Marruecos por España

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!".

La Plaza de Tetuán en Barcelona (Cataluña, España). Recibe su nombre del asedio y la ocupación de la ciudad marroquí de Tetuán por el general Joan Prim y los voluntarios catalanes.Marianna Ceccarelli

En 1860, en plena Guerra de África, un grupo de voluntarios catalanes se unió al ejército español para combatir en Marruecos bajo las órdenes del general Juan Prim. Vestidos con sus tradicionales barretinas rojas, estos 500 hombres se lanzaron a la batalla con un fervor que los llevó a protagonizar algunos de los combates más cruentos del conflicto. Sin embargo, su valentía tuvo un alto precio ya que lograron regresar a casa menos de la mitad, solo 200 hombres. 

Aquel conflicto, iniciado tras un incidente fronterizo cerca de Ceuta, despertó un inusual apoyo popular en España. Desde campesinos hasta comerciantes contribuyeron con donaciones para financiar la campaña militar, mientras miles de jóvenes fueron reclutados para el ejército. Entre ellos, los voluntarios catalanes respondieron a la llamada de Prim con la promesa de defender el honor de Cataluña en tierras africanas.

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!"

Los combates resultaron ser más duros de lo esperado. En la batalla de Tetuán, en febrero de 1860, los soldados españoles lanzaron un asalto masivo contra un campamento enemigo, con los catalanes a la cabeza. Bajo un fuego enemigo devastador, atravesaron un pantano que servía de trinchera natural y se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores. 

Prim, que participó en el combate, les alentó con un grito que quedó para la historia: "¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder! ¡Acordaos de vuestra promesa!". Sim embargo, los ánimos no fueron suficientes y las pérdidas fueron enormes. En aquel enfrentamiento, la unidad de voluntarios perdió más de dos tercios de sus hombres. Pero la guerra aún no había terminado.

De la gloria a la devastación

Tras la toma de Tetuán, los supervivientes volvieron a combatir en la sangrienta batalla de Wad-Ras, en la que sufrieron otras 111 bajas. De los quinientos hombres que partieron de Cataluña, menos de 200 quedaron en pie cuando finalmente se firmó la paz con Marruecos.

El conflicto terminó con una victoria española que llevó a la ampliación de los territorios de Ceuta y Melilla, la cesión de Ifni y una cuantiosa indemnización. El general Leopoldo O'Donnell regresó triunfante a Madrid, donde se fundieron cañones capturados en la guerra para esculpir los leones del Congreso de los Diputados.

El regreso de los héroes

Para los pocos catalanes que lograron volver, la recompensa fue el reconocimiento de su tierra. Barcelona los recibió con un entusiasmo desbordante, con lluvias de flores y vítores en las calles. La imagen de Juan Prim, héroe de la campaña, quedó grabada en la memoria colectiva como la personificación del coraje y la determinación catalana.

Sin embargo, la historia de estos soldados ha quedado relegada al olvido. Fueron voluntarios que lucharon por España, pero muchos de ellos no vivieron para contar su experiencia. Hoy, su sacrificio sigue siendo un capítulo poco conocido de la historia militar española.

En 1860, en plena Guerra de África, un grupo de voluntarios catalanes se unió al ejército español para combatir en Marruecos bajo las órdenes del general Juan Prim. Vestidos con sus tradicionales barretinas rojas, estos 500 hombres se lanzaron a la batalla con un fervor que los llevó a protagonizar algunos de los combates más cruentos del conflicto. Sin embargo, su valentía tuvo un alto precio ya que lograron regresar a casa menos de la mitad, solo 200 hombres. 

Aquel conflicto, iniciado tras un incidente fronterizo cerca de Ceuta, despertó un inusual apoyo popular en España. Desde campesinos hasta comerciantes contribuyeron con donaciones para financiar la campaña militar, mientras miles de jóvenes fueron reclutados para el ejército. Entre ellos, los voluntarios catalanes respondieron a la llamada de Prim con la promesa de defender el honor de Cataluña en tierras africanas.

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!"

Los combates resultaron ser más duros de lo esperado. En la batalla de Tetuán, en febrero de 1860, los soldados españoles lanzaron un asalto masivo contra un campamento enemigo, con los catalanes a la cabeza. Bajo un fuego enemigo devastador, atravesaron un pantano que servía de trinchera natural y se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores. 

Prim, que participó en el combate, les alentó con un grito que quedó para la historia: "¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder! ¡Acordaos de vuestra promesa!". Sim embargo, los ánimos no fueron suficientes y las pérdidas fueron enormes. En aquel enfrentamiento, la unidad de voluntarios perdió más de dos tercios de sus hombres. Pero la guerra aún no había terminado.

De la gloria a la devastación

Tras la toma de Tetuán, los supervivientes volvieron a combatir en la sangrienta batalla de Wad-Ras, en la que sufrieron otras 111 bajas. De los quinientos hombres que partieron de Cataluña, menos de 200 quedaron en pie cuando finalmente se firmó la paz con Marruecos.

El conflicto terminó con una victoria española que llevó a la ampliación de los territorios de Ceuta y Melilla, la cesión de Ifni y una cuantiosa indemnización. El general Leopoldo O'Donnell regresó triunfante a Madrid, donde se fundieron cañones capturados en la guerra para esculpir los leones del Congreso de los Diputados.

El regreso de los héroes

Para los pocos catalanes que lograron volver, la recompensa fue el reconocimiento de su tierra. Barcelona los recibió con un entusiasmo desbordante, con lluvias de flores y vítores en las calles. La imagen de Juan Prim, héroe de la campaña, quedó grabada en la memoria colectiva como la personificación del coraje y la determinación catalana.

Sin embargo, la historia de estos soldados ha quedado relegada al olvido. Fueron voluntarios que lucharon por España, pero muchos de ellos no vivieron para contar su experiencia. Hoy, su sacrificio sigue siendo un capítulo poco conocido de la historia militar española.

En 1860, en plena Guerra de África, un grupo de voluntarios catalanes se unió al ejército español para combatir en Marruecos bajo las órdenes del general Juan Prim. Vestidos con sus tradicionales barretinas rojas, estos 500 hombres se lanzaron a la batalla con un fervor que los llevó a protagonizar algunos de los combates más cruentos del conflicto. Sin embargo, su valentía tuvo un alto precio ya que lograron regresar a casa menos de la mitad, solo 200 hombres. 

Aquel conflicto, iniciado tras un incidente fronterizo cerca de Ceuta, despertó un inusual apoyo popular en España. Desde campesinos hasta comerciantes contribuyeron con donaciones para financiar la campaña militar, mientras miles de jóvenes fueron reclutados para el ejército. Entre ellos, los voluntarios catalanes respondieron a la llamada de Prim con la promesa de defender el honor de Cataluña en tierras africanas.

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!"

Los combates resultaron ser más duros de lo esperado. En la batalla de Tetuán, en febrero de 1860, los soldados españoles lanzaron un asalto masivo contra un campamento enemigo, con los catalanes a la cabeza. Bajo un fuego enemigo devastador, atravesaron un pantano que servía de trinchera natural y se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores. 

Prim, que participó en el combate, les alentó con un grito que quedó para la historia: "¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder! ¡Acordaos de vuestra promesa!". Sim embargo, los ánimos no fueron suficientes y las pérdidas fueron enormes. En aquel enfrentamiento, la unidad de voluntarios perdió más de dos tercios de sus hombres. Pero la guerra aún no había terminado.

De la gloria a la devastación

Tras la toma de Tetuán, los supervivientes volvieron a combatir en la sangrienta batalla de Wad-Ras, en la que sufrieron otras 111 bajas. De los quinientos hombres que partieron de Cataluña, menos de 200 quedaron en pie cuando finalmente se firmó la paz con Marruecos.

El conflicto terminó con una victoria española que llevó a la ampliación de los territorios de Ceuta y Melilla, la cesión de Ifni y una cuantiosa indemnización. El general Leopoldo O'Donnell regresó triunfante a Madrid, donde se fundieron cañones capturados en la guerra para esculpir los leones del Congreso de los Diputados.

El regreso de los héroes

Para los pocos catalanes que lograron volver, la recompensa fue el reconocimiento de su tierra. Barcelona los recibió con un entusiasmo desbordante, con lluvias de flores y vítores en las calles. La imagen de Juan Prim, héroe de la campaña, quedó grabada en la memoria colectiva como la personificación del coraje y la determinación catalana.

Sin embargo, la historia de estos soldados ha quedado relegada al olvido. Fueron voluntarios que lucharon por España, pero muchos de ellos no vivieron para contar su experiencia. Hoy, su sacrificio sigue siendo un capítulo poco conocido de la historia militar española.

En 1860, en plena Guerra de África, un grupo de voluntarios catalanes se unió al ejército español para combatir en Marruecos bajo las órdenes del general Juan Prim. Vestidos con sus tradicionales barretinas rojas, estos 500 hombres se lanzaron a la batalla con un fervor que los llevó a protagonizar algunos de los combates más cruentos del conflicto. Sin embargo, su valentía tuvo un alto precio ya que lograron regresar a casa menos de la mitad, solo 200 hombres. 

Aquel conflicto, iniciado tras un incidente fronterizo cerca de Ceuta, despertó un inusual apoyo popular en España. Desde campesinos hasta comerciantes contribuyeron con donaciones para financiar la campaña militar, mientras miles de jóvenes fueron reclutados para el ejército. Entre ellos, los voluntarios catalanes respondieron a la llamada de Prim con la promesa de defender el honor de Cataluña en tierras africanas.

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!"

Los combates resultaron ser más duros de lo esperado. En la batalla de Tetuán, en febrero de 1860, los soldados españoles lanzaron un asalto masivo contra un campamento enemigo, con los catalanes a la cabeza. Bajo un fuego enemigo devastador, atravesaron un pantano que servía de trinchera natural y se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores. 

Prim, que participó en el combate, les alentó con un grito que quedó para la historia: "¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder! ¡Acordaos de vuestra promesa!". Sim embargo, los ánimos no fueron suficientes y las pérdidas fueron enormes. En aquel enfrentamiento, la unidad de voluntarios perdió más de dos tercios de sus hombres. Pero la guerra aún no había terminado.

De la gloria a la devastación

Tras la toma de Tetuán, los supervivientes volvieron a combatir en la sangrienta batalla de Wad-Ras, en la que sufrieron otras 111 bajas. De los quinientos hombres que partieron de Cataluña, menos de 200 quedaron en pie cuando finalmente se firmó la paz con Marruecos.

El conflicto terminó con una victoria española que llevó a la ampliación de los territorios de Ceuta y Melilla, la cesión de Ifni y una cuantiosa indemnización. El general Leopoldo O'Donnell regresó triunfante a Madrid, donde se fundieron cañones capturados en la guerra para esculpir los leones del Congreso de los Diputados.

El regreso de los héroes

Para los pocos catalanes que lograron volver, la recompensa fue el reconocimiento de su tierra. Barcelona los recibió con un entusiasmo desbordante, con lluvias de flores y vítores en las calles. La imagen de Juan Prim, héroe de la campaña, quedó grabada en la memoria colectiva como la personificación del coraje y la determinación catalana.

Sin embargo, la historia de estos soldados ha quedado relegada al olvido. Fueron voluntarios que lucharon por España, pero muchos de ellos no vivieron para contar su experiencia. Hoy, su sacrificio sigue siendo un capítulo poco conocido de la historia militar española.

En 1860, en plena Guerra de África, un grupo de voluntarios catalanes se unió al ejército español para combatir en Marruecos bajo las órdenes del general Juan Prim. Vestidos con sus tradicionales barretinas rojas, estos 500 hombres se lanzaron a la batalla con un fervor que los llevó a protagonizar algunos de los combates más cruentos del conflicto. Sin embargo, su valentía tuvo un alto precio ya que lograron regresar a casa menos de la mitad, solo 200 hombres. 

Aquel conflicto, iniciado tras un incidente fronterizo cerca de Ceuta, despertó un inusual apoyo popular en España. Desde campesinos hasta comerciantes contribuyeron con donaciones para financiar la campaña militar, mientras miles de jóvenes fueron reclutados para el ejército. Entre ellos, los voluntarios catalanes respondieron a la llamada de Prim con la promesa de defender el honor de Cataluña en tierras africanas.

"¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder!"

Los combates resultaron ser más duros de lo esperado. En la batalla de Tetuán, en febrero de 1860, los soldados españoles lanzaron un asalto masivo contra un campamento enemigo, con los catalanes a la cabeza. Bajo un fuego enemigo devastador, atravesaron un pantano que servía de trinchera natural y se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores. 

Prim, que participó en el combate, les alentó con un grito que quedó para la historia: "¡Adelante, catalanes! ¡No hay tiempo que perder! ¡Acordaos de vuestra promesa!". Sim embargo, los ánimos no fueron suficientes y las pérdidas fueron enormes. En aquel enfrentamiento, la unidad de voluntarios perdió más de dos tercios de sus hombres. Pero la guerra aún no había terminado.

De la gloria a la devastación

Tras la toma de Tetuán, los supervivientes volvieron a combatir en la sangrienta batalla de Wad-Ras, en la que sufrieron otras 111 bajas. De los quinientos hombres que partieron de Cataluña, menos de 200 quedaron en pie cuando finalmente se firmó la paz con Marruecos.

El conflicto terminó con una victoria española que llevó a la ampliación de los territorios de Ceuta y Melilla, la cesión de Ifni y una cuantiosa indemnización. El general Leopoldo O'Donnell regresó triunfante a Madrid, donde se fundieron cañones capturados en la guerra para esculpir los leones del Congreso de los Diputados.

El regreso de los héroes

Para los pocos catalanes que lograron volver, la recompensa fue el reconocimiento de su tierra. Barcelona los recibió con un entusiasmo desbordante, con lluvias de flores y vítores en las calles. La imagen de Juan Prim, héroe de la campaña, quedó grabada en la memoria colectiva como la personificación del coraje y la determinación catalana.

Sin embargo, la historia de estos soldados ha quedado relegada al olvido. Fueron voluntarios que lucharon por España, pero muchos de ellos no vivieron para contar su experiencia. Hoy, su sacrificio sigue siendo un capítulo poco conocido de la historia militar española.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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