El rey de España que cayó en una de las mayores estafas de la historia
Fue un negocio rápido, caro y ruinoso.

En los años posteriores a la desastrosa derrota naval de Trafalgar en 1805, España se encontraba en una situación desesperada. Su flota estaba devastada y el imperio americano, en pleno auge independentista, comenzaba a desmoronarse.
En su intento por recuperar el control del Atlántico y restaurar el poder naval de España, el rey Fernando VII recurrió al zar Alejandro I de Rusia. Sin embargo, de aquel pacto desesperado nació uno de los episodios más oscuros y vergonzosos de la historia naval europea. Se trataba de la precipitada compra de una flota que pasaría a la historia bajo el nombre de los 'Barcos Negros'.
La necesidad era urgente y el tiempo escaso, por lo que el acuerdo se selló con prisa, sin la supervisión de las autoridades. España adquirió ocho buques por 68 millones de reales.Los barcos partieron de Tallin en octubre de 1817 y, tras un viaje repleto de reparaciones de emergencia, llegaron a Cádiz cuatro meses después.
Una flota condenada al naufragio
Al tocar puerto español, la realidad fue devastadora ya que los buques comenzaron a descomponerse. Esto ocurrió porque estaban construidos con madera de pino báltico, diseñada para aguas frías y al llegar al atlántico, no aguantaron sus cálidas temperaturas.
Hubo casco agrietado, filtraciones constantes, plagas en la madera… Los navíos eran inservibles. Cubiertos de alquitrán para disimular su estado, fueron bautizados como “Barcos Negros”. La flota, pensada para revitalizar el poder naval español, se convirtió en un cúmulo de ruinas flotantes.
Lejos de resolver el problema, el intento de enmienda rusa solo agravó el desastre. El zar envió tres fragatas adicionales, pero los problemas persistieron: El Reina Isabel fue capturado por independentistas chilenos. Además, el Viva se hundió en el puerto de La Habana y El Alejandro I tuvo que regresar a mitad de camino por hacer aguas.
