Extremadura acoge el monasterio más pequeño del mundo con apenas 72 metros cuadrados
Uno de los monumentos religiosos más representativos de la Edad Moderna.

Entre sierras y valles de Cáceres se esconde un rincón que llama la atención por su sorprendente sobriedad y por la intensidad que concentra en tan poco espacio: un monasterio de pequeñas dimensiones que guarda siglos de silencio, devoción e historia. Su aspecto modesto no advierte a primera vista la importancia del lugar, pero invita a todo visitante a detenerse en su puerta y adentrarse para conocer su historia.
Estamos hablando del Monasterio El Palancar, un conjunto religioso que ocupa apenas 72 metros cuadrados y que se ha ganado la fama de ser el monasterio más pequeño del mundo. Este Convento de Nuestra Señora de la Concepción del Palancar, ubicado en en el municipio de Pedroso de Acim, hoy es considerado uno de los lugares de meditación, retiro y peregrinación más curiosos y sorprendentes de la zona, invitando a la calma y reflexión.
Fundado en 1557 por fray Pedro de Alcántara, El Palancar nació como una casa de vida eremítica que con el tiempo conservó la austeridad y la sencillez que caracterizaron a su fundador. Su reducido tamaño, que obligó a soluciones tan estrictas como las camas de madera en las celdas, convierte al lugar en uno de los monumentos religiosos más representativos de la Edad Moderna.
Un lugar de paz
Juan de Santa María lo definía como “un lugar con 32 pies de largo y 28 de ancho, con una capilla tan pequeña que en ella cabían el sacerdote y el acólito que le ayudaba, si otro alguno entraba ocupaba mucho”, según recoge la página web de Turismo de Cáceres. Esa sensación de recogimiento extremo es aún perceptible al visitar el interior, ya que la puerta actual desvirtúa su tamaño y nos hace creer que es más grande de lo que verdaderamente es.
Aunque el conjunto es modesto en superficie, conserva detalles artísticos y materiales originales: la capilla apenas supera los pocos metros cuadrados y fue decorada con mosaicos y alberga una talla de San Pedro de autor reconocido. Las reformas sucesivas que han tenido lugar en el convento han respetado la sobriedad original, añadiendo bóvedas y restauraciones que han preservado su carácter.
El Palancar es visitable y, además de ser parada para peregrinos y devotos, se ha consolidado como destino turístico para quienes buscan un viaje breve al pasado y a la contemplación. Sus visitas guiadas, marcadas por un horario establecido, permiten asomarse a su singular belleza sin perturbar el recogimiento del lugar. Todo ello rodeado de un entorno idílico cerca de la Sierra de Cañaveral.
