La batalla por Italia de hace 500 años que propulsó la imagen poderosa de este emperador español
Fue considerado el monarca elegido por Dios.

Hace 500 años, durante una fría madrugada del 24 de febrero, un emperador español en los campos italianos cercanos a la ciudad de Pavía, logró una de las victorias más resonantes de la historia militar europea al derrotar el rey de Francia. Desde entonces, Carlos V es recordado como 'el invencible', quien estuvo destinado a regir los destinos de Europa.
El perdedor, nada menos que el ejército del rey francés Francisco I, fue derrotado de manera fulminante y capturado en pleno campo de batalla. La batalla de Pavía no solo consolidó el poder de los Habsburgo sobre Italia, sino que llevó la figura de Carlos V a ser el del monarca elegido por Dios para liderar la cristiandad.
El ascenso de los arcabuceros
La ciudad italiana Pavía simboliza mucho más que un triunfo imperial. Representó el punto de inflexión entre dos eras: la de la caballería pesada medieval y la de la infantería armada con pólvora.
La carga de la temida caballería francesa, que era hasta entonces la más formidable de Europa, fue fulminada por una lluvia de plomo disparada por los arcabuceros castellanos, emboscados en un bosque cercano. Este acontecimiento marcó el fin de una época y el principio de la guerra moderna, que comenzaba a escribir sus primeras líneas.
Una ofensiva imparable
La batalla fue el clímax de una guerra larga y compleja entre los Valois y los Habsburgo por el control de Italia. Años antes, Francisco I había ocupado el ducado de Milán, desafiando el poder imperial. A pesar de victorias previas como Bicoca (1522) o la del Sesia (1523), los españoles perdieron Milán. No obstante, reagruparon fuerzas en Pavía, donde resistieron con firmeza hasta que llegó el momento decisivo.
Al mando del marqués de Pescara, unos 20.000 hombres, entre lansquenetes alemanes y tercios españoles, lanzaron un ataque nocturno sorpresivo, en una acción conocida como la encamisada. Con camisas blancas sobre las armaduras para distinguirse en la oscuridad, los imperiales se infiltraron en las líneas enemigas mientras los arcabuceros tomaban el castillo de Mirabello.
Más que una victoria
El caos fue total, ya que la artillería francesa no tuvo tiempo de reaccionar y fue derrotada. El mismo rey Francisco I fue capturado por tres jinetes españoles. Además, Cerca de 10.000 soldados enemigos murieron, y otros 3.000 fueron hechos prisioneros. Las bajas imperiales, en contraste, apenas superaron los 500 hombres.
La victoria coincidió con el cumpleaños de Carlos V y fue interpretada como un plan divino. Para un emperador recién elegido, con muchos frentes abiertos como rebeliones internas y conflictos con el papado, el triunfo se convirtió en una herramienta clave de legitimación.
Incluso en el arte, la victoria inspiró piezas majestuosas como la gran chimenea del “Franc” en Brujas o los tapices conmemorativos regalados por los Estados Generales flamencos, conservados hoy en Nápoles. Pero además de panfletos, canciones, grabados, tapices, había discursos como el de Alfonso de Valdés, que presentó a Carlos como el elegido de Dios.
Francia en crisis
La derrota sumió a Francia en el desconcierto. Con su rey preso, se abrió una profunda crisis interna que afectó al ámbito social, territorial, económico y político. La opinión pública estaba dividida entre el apoyo al monarca y el reproche por su captura. El Tratado de Madrid, firmado bajo coacción en 1526, obligaba a Francisco I a renunciar a sus derechos sobre Italia y entregar el ducado de Borgoña, sin embargo nada de eso se cumplió tras su liberación.