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La leyenda detrás de una de las zonas de quedada más populares de Zaragoza

La leyenda detrás de una de las zonas de quedada más populares de Zaragoza 

Su historia se remonta a la Guerra de la Independencia Española en 1808.

Espectacular horizonte de la ciudad de Zaragoza al atardecerGetty Images

Zaragoza, capital de Aragón, es una ciudad que combina historia, modernidad y tradición en un equilibrio perfecto. Situada a orillas del río Ebro, esta ciudad es un cruce de caminos y culturas que a lo largo de los siglos ha sido testigo de eventos históricos de gran relevancia que han hecho que se convierta en el hogar de una herencia cultural inigualable. 

La ciudad ha sido escenario de un fascinante mestizaje cultural. Romanos, musulmanes, judíos y cristianos dejaron su huella, visible hoy en monumentos tan icónicos como la majestuosa Basílica del Pilar, la Aljafería o el Puente de Piedra. Desde las pintorescas calles del Casco Histórico hasta sus instalaciones más modernas, Zaragoza ofrece una experiencia completa, mezclando tradición y vanguardia en un entorno único.

En el corazón de la ciudad, junto a la Glorieta Sasera, se encuentra uno de los puntos de encuentro más emblemáticos de la ciudad, los cañones Tigre y Rayo. Según ha publicado el medio Aragón Digital, desde hace décadas, generaciones de zaragozanos han usado la frase "¿Quedamos donde los cañones?" como referencia para reunirse en esta transitada zona comercial, pero pocos conocen la fascinante historia que envuelve a estas legendarias piezas de artillería.

La leyenda oculta tras los cañones

Estos cañones no son simples elementos decorativos. Su historia se remonta a los Sitios de Zaragoza durante la Guerra de la Independencia Española en 1808, cuando la ciudad resistió heroicamente frente a las tropas francesas. Bajo las órdenes del general Palafox, el ingeniero Antonio Sangenís dispuso de ocho cañones para reforzar las defensas en la zona sur de la ciudad, entre ellos Tigre y Rayo. Aunque las fuerzas francesas lograron tomar la posición, estos cañones sobrevivieron al caos y fueron resguardados en el Palacio de la Aljafería.

Con el paso del tiempo, Tigre y Rayo participaron en las Guerras Carlistas, pero fue en 1909 cuando recuperaron su lugar en la memoria colectiva zaragozana. Con motivo del centenario de los Sitios, el arquitecto Ricardo Magdalena los incluyó en el diseño de la Glorieta Sasera, donde permanecen como testigos silenciosos de la historia.

Estos dos guardianes de hierro, a pesar del paso del tiempo y los estragos del uso, han mantenido su posición como emblemas de la ciudad. Incluso han vivido anécdotas curiosas, como la misteriosa desaparición temporal de Tigre en 2016, que generó alarma entre los zaragozanos. Finalmente, se supone que fue llevado a un taller municipal para su restauración, regresando un año más tarde completamente renovado.