Queralt Lahoz: "La frase 'sexo, drogas y rock and roll' no nos representa ni al 70% de la industria"
La artista de Santa Coloma de Gramanet, presenta '9:30 PM', su segundo disco.

Aunque muchos siguen calificándola como "artista revelación", Queralt Lahoz lleva más de cinco años trabajando en su proyecto personal desde su Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) natal. Con letras comprometidas y crudas, la catalana comenzó su andadura en 2019 con un EP ,1917, en el que homenajeaba a su abuela y sus raíces andaluzas originarias de Guadix (Granada), algo que no ha dejado de hacer en posteriores trabajos como Pureza (2021), colaboraciones con grupos como Califato 3/4 en temas como Tó ba a çalîh bien mamá, o temas como De la cueva a los olivos.
De hecho, "la nieta de la molinera" como se presentó hace ya cuatro años, vuelve a reivindicar sus raíces y sus vivencias en este segundo LP, 9:30 PM, en el que sigue habiendo una clara seña andaluza con guiño a la emigración que hubo hacia Cataluña, pero también narra duras vivencias que ella misma narra.
Lahoz presenta un trabajo en el que se mezclan referencias más puramente rap y urbanas, flamenco, pero también el bolero y la música latina que había mostrado en discos anteriores. Todo, tal y como cuenta a El HuffPost, sin encajonarse en ningún género: "Yo siempre digo que bebo de ese manantial para poder inspirarme y para poder hacer cosas grandes. Pero con todo el respeto que merecen todas las músicas".
Pero también de las comparaciones que la han acompañado con otras artistas coetáneas como Rosalía o María José Llergo, algo que admite que en un primer momento le molestó, pero que ahora se toma como un "honor". "Somos tan diferentes que si realmente escuchas mi obra no me vas a comparar", recalca. Tampoco cree que se tenga una visión realista del artista, que para ella no dejan de ser "trabajadores de la cultura". "Algo que siempre ha pasado es el hecho de ver a los artistas como los rockandrollas, ¿sabes? La frase 'sexo, drogas y rock and roll' no nos representa ni al 70% de la industria", señala.
¿Cómo lo estás viviendo este lanzamiento? Precisamente en la apertura del disco abres con el tema 19/17, ¿es coincidencia con tu primer EP 1917?
Es fuertísimo, estoy flipándolo mucho. Esto es lo más honesto que he hecho para mí misma, entonces es fuertísimo. Es pura casualidad, porque 1917 era el año en que nació mi abuela. 19/17 es que dice la canción tú del 19 de diciembre y yo del 17 de noviembre. Cuando lo puse caí que era igual que el año también. Me parece un buen guiño también.
Es un disco donde hablas mucho de tus raíces, ¿Cómo ha sido ese proceso, esa catarsis para ti?
Ha sido un viaje fortísimo, lleno de paisajes hermosos y de turbulencias, también claro. Hablar de cosas tan profundas y viajar en la memoria y rascar en la memoria aquellas cosas que querías olvidar para no dañarte y que de pronto dices ‘hostia, voy a hablar de estas emociones’, se empiezan a abrir compuertas, ¿sabes? Y recuerdas cosas que pensabas que estaban olvidadas. Pero ha sido súper necesario porque también creo que he hecho un trabajo de sanación y un trabajo de introspección también, de conocerme a mí misma mejor.
Ha sido muy fuerte, muy necesario, muy terapéutico, también con terapia real, con psicólogas que me han estado ayudando a lo largo de estos años. Gracias a ellas he podido llegar a crear esta obra. Pero también de parón entre creación porque necesitaba también que reposara todo eso.

¿Cómo gestionas abrirte en canal a hablar de realidades tan íntimas para ti a que las escuchen miles de personas?
Es muy heavy porque te estás desnudando de una manera que nunca antes lo has hecho. De una forma u otra, lo he disfrazado mucho menos que anteriormente, con aquellas formas tan poéticas de expresarlo. Ahora he sido mucho más explícita y eso también ha sido un gesto generoso para mí. Creo que he empezado a pensar en mí más que en los demás.
En YNEPN introduces una interpolación del tema Banzai de Gata Cattana, ¿de dónde nació aquello?
Cuando escribimos el tema les dije ‘me encantaría que de pronto rompiese el tema con un rap superasiático’. Y empezamos a crearlo y fue guapísimo. En un primer momento, yo iba a cantar encima y en una de las versiones de la canción lo hago. Pero de pronto dije ‘tío, esto ha sido una señal’. Conforme pasaron los meses, ese guiño japonés y tal, que yo soy muy friki y tengo playlists de música japonesa, del anime y tal porque es un mundo de fantasía que me encanta. Tenía que entrar la gata, con su katana, con Banzai, que además justamente hablo de eso, de las relación de poderes, que no me entiendes, ese “no me compares”. Es como decir ‘yo estoy acá, yo no he venido para tener el carácter de ninguna, esta es mi vaina, yo soy yo, a mí se me respeta’. Era perfecto, salía solo.
¿Qué significó para ti ella, su figura?
Yo la descubro gracias a Suite Soprano, con Juancho Marqués, cuando tenía tres o cinco temas publicados, no recuerdo bien, quizás un primer EP. Ahí dije ‘hostia, esta piba’. Yo estaba con un chico entonces que me puso sus temas y empezamos a saber de ella, que hacía Poetry Slams y nosotros éramos unos frikis de la poesía. Fue una conexión increíble, no sé si he vuelto a tener una conexión tan fuerte como la que tuve con la Gata. Me sentía representada, sentía que alguien hablaba todo lo que por mi mente pasaba, desde un punto político increíble y con una forma, yo creo que nadie escribe como ella.
En La Fe hablas de la persistencia para seguir en el mundo del espectáculo, de algo que te estaba destinado. ¿Has sentido mucha presión por cambiar el camino que tú querías seguir, ya fuera por tu entorno o por la industria?
No, mi madre siempre me ha apoyado en todo, pero primero me dijo que estudiase una carrera y luego que hiciese lo que quisiera. Y bueno, tampoco estudié la que tenía más salidas, estudié Criminología y lo hice por puro conocimiento, porque si algo me gusta es aprender. Entonces al final uno tiene que hacer las cosas por disfrutarlas. Quería estar cuatro años de mi vida, que iba a hacer Derecho o Historia del Arte o algo así y me plantee hacer algo que me gustara.
Este tema va de lo que tú proyectas de pequeña, yo tenía muy claro siempre que yo quería dedicarme a esto y ser cantante. Pero cuando vas entrando en ese mundo, te vas dando cuenta que de todo lo que hay, no te pertenece casi nada, más que tu talento y que tu visión. Cuanto más vas entrando, más te vas dando cuenta de que tu obra pertenece a muchísima gente que no ha hecho nada por crearla. Eso es muy triste porque es el juego de la música es un pastel con sus porciones que hay que partir, porque vienen más. También es interesante, porque al final vas viendo como la sociedad también aprende mucho.
De hecho, tú te has definido muchas veces como obrera de la música, como una trabajadora más.
Creo que los músicos somos muy trabajadores, somos trabajadores de la cultura también. Lejos de la visión de que era hobby y se convirtió en oficio, era algo que tú querías dedicarte, le pusiste amor, empeño, y ahora, evidentemente, es a lo que le dedicas 24/7. En este país hay una visión muy fea de lo que es ser artista.
Pienso que algo que siempre ha pasado es el hecho de ver a los artistas como los rockandrollas, ¿sabes? La frase “sexo, drogas y rock and roll” no nos representa ni al 70% de la industria. Es heavy.
En lo que llamáis urbano, hay mucho rapper y mucha peña que quizás lo que hace es escribir y poco más. Hay un porcentaje de eso y puede hacer que la peña se confunda. Pero creo que cada vez más se labura para que haya una imagen, para que haya un show bien hecho, para que haya una exigencia sobre el escenario.
Otros no lo tendrán, otros entrarán en moto y se caerán y de pronto ganarán millones y no sé qué. Pero la mayoría de artistas no somos eso.
En SNTK hablas de la emigración andaluza y haces un homenaje a todos los que emigraron a Cataluña.
Sí, es como le abreviamos los colomenses al nombre de Santa Coloma. Es un homenaje a esa migración andaluza y a todos los hijos y a los nietos de Andalucía que crearon la otra Andalucía, que es Barcelona y su extrarradio, donde siempre ha habido mucha costumbre: casas de Huelma, casas de la Niña de la Puebla... Eran las peñas donde aprendíamos nosotros de chicos a cantar, a tomar las palmas, a bailar... Aquí donde se cocinan los pucheros, donde se celebra el 28 de febrero, eso para nosotros es nuestra otra identidad y parte de nuestra vida.
Necesitaba también rendir homenaje a esa identidad que siempre me va a acompañar, ese sentimiento de arraigo de ser otro lugar.
¿Crees que desde la política se intenta desvincular dos raíces que han estado históricamente tan unidas como son la andaluza y la catalana?
Creo que siempre ha habido como ese enfrentamiento. No sé por qué, porque España es tan pequeña que pienso que no tiene sentido. Creo que eso lo hacen los catetos, lo de querer enfrentarse. También hay que dejar de ver tanto la televisión. La televisión no es cultura y hace mucho daño porque te manda mensajes que no son reales. De pronto la peña tiene miedo a la independencia económica, tiene miedo a no sé qué. Yo pienso ¿no tenéis miedo a la historia que se repite? ¡Qué barbaridad! Pero bueno, es que hay mucha incultura y mucho catetillo.
Al tratar de encasillarte en un género, ¿has recibido muchas críticas por parte de esos que llaman el flamenco puro?
No, porque los flamencos de verdad, aquí en Barcelona cuando me meto con mis colegas flamencos y la peña que se dedica al 100% les flipa. Les flipa porque ven que lo hago desde un cariño y un respeto que yo nunca diría que he hecho flamenco. Yo siempre digo que bebo de ese manantial para poder inspirarme y para poder hacer cosas grandes. Pero con todo el respeto que merecen todas las músicas.
También te digo, mucha peña del rap y del urbano de ese rollo, aplauden a gente que no ha hecho cuatro barras en su puta vida y hay gente que lleva años haciéndolo y con calidad y no lo consideras. ¡Anda que te follen, eres un cateto!
El más ciego es el que no quiere ver, porque también hay una cosa que se llama en este país moda. Si tú de pronto entras a esas redes de moda, vienen cuatro y dicen que vales, todo el mundo dice que vales. Hace dos días no me creían, si ahora dices que valgo, pues llevo años partiéndola y siendo buena. Solo que de pronto, ahora dices que mola porque lo dicen ocho.
También te diré una cosa, el rapper de verdad escucha las barras, los otros son los que quieren vivir de los cuatro raperos. Hay muchos podcasts de mierda en este país, muy innecesarios. Todo el mundo quiere vivir un oficio que no ha estudiado, así te lo digo. Me da un poco de rabia, porque hay mucho crítico musical que es para decirle ¿qué escuchas? ¿La música que a ti te gusta o aprendes de otras cosas? La peña que critica el flamenco es la peña que no ha cantado ni hecho flamenco en su vida. Es la gente que solamente se dedica a mirar y a decir “tú sí, tú no”. ¿Con qué criterio? Desde fuera es muy fácil todo.
En ese sentido, has vivido comparaciones de todo tipo desde Rosalía a María José Llergo o Judeline, ¿por qué siempre se compara entre mujeres?
Eso es. Sen Senra a veces, con su tono de voz, me ha recordado al Tangana, por ejemplo. Nunca nadie le ha dicho eso, nadie lo dice. Al principio me rayaba mucho, tengo que decir que yo caí en la trampa de rayarme y de decir “no, yo no soy eso, yo soy diferente”. Incluso de molestarme porque me comparasen con Rosalía, o con la María José y tal. Es que somos tan diferentes que si realmente escuchas mi obra no me vas a comparar. Evidentemente somos coetáneas, pero somos otros mundos.
Eso lo entendí al año de empezar con mi proyecto, hace ya cinco años. Dije “tío, ¿cómo me voy a molestar si es un honor?”. Es un honor que nos comparen a todas porque significa que estamos haciendo las cosas bien, que somos buenas, que estamos ahí. Que me comparen con gente buena, gloria. Pero creo que todas caímos un poco ahí.

Tienes numerosas confirmaciones a festivales este año, ¿te sientes cómoda en este formato? ¿O eres más de conciertos pequeños?
No, a mí me gustan los conciertos grandes. Me encantan, pero también es verdad que te gusta que vengan a cantar tus canciones, esa vibra. Luego también me gustan mucho los festivales donde hay gente que quiere ir a descubrir cosas. En el Sonorama me lo gozo. Me encanta porque la gente quiere ir a descubrir cosas y va por la música de verdad.
Tiene una diversidad de escenarios en el Sonorama, que han conseguido siendo un festival que era indie, han conseguido tener una diversidad de escenarios con una coherencia y una elegancia que yo me lo gozo, tío. Eso es lo interesante de los festivales, que disfrutes de estar ahí.
Decían algunas compañeras que antes de la pandemia sí había cárteles más paritarios, se había hecho mucho por la música de las mujeres y en los últimos años han ido para atrás ¿Tú lo has notado también? ¿O no lo crees?
Yo creo que siempre hemos estado en desigualdad. Faltan mujeres en muchos carteles, que también es una cosa que solo se irá cambiando si lo vamos luchando, si lo vamos reivindicando. También te digo que faltan mujeres dentro de esos festivales, organizando, seleccionando... A mí, la mayoría de gente que me ha seleccionado son mujeres. En Lollapalooza, la mayoría de gente que estaba ahí eran mujeres que decían “a esta piba yo la quiero aquí dentro”.
Es verdad, también hay muchos tíos que les encantaba y que me han puesto ahí, pero me refiero a que las mujeres sin querer nos fijamos en otras mujeres porque el mensaje quizá también nos interpela de otra manera o nos vemos referenciadas.
Por eso las playlists también están llenas de hombres. Es curioso, pero claro, nos sacan ventaja, es que es inevitable. Es que ¿Cuándo las mujeres tuvimos derecho de empezar a hacer música? ¿Cuándo empezaron a ocupar espacios? Que parece que eso es de siempre, pero fue hace dos días, que las mujeres dijeron “aparta, que vengo yo”. Todavía estamos en desventaja de todo tipo, de seguridad a la hora de ocupar espacios, de porcentaje... Pero poco a poco yo creo.