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Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

"Tened compasión de esta Europa que se derrumba".

Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

"Tened compasión de esta Europa que se derrumba".

Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

"Tened compasión de esta Europa que se derrumba".

Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

"Tened compasión de esta Europa que se derrumba".

Un médico español ya quiso impulsar la Unión Europea en el siglo XVI

"Tened compasión de esta Europa que se derrumba".

Banderas de Europa en el edificio Berlaymont, sede del poder ejecutivo en la Unión Europea.
Banderas de Europa en el edificio Berlaymont, sede del poder ejecutivo en la Unión Europea.Nicolas Economou

Mucho antes de que se firmaran los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, un médico español ya advertía de la necesidad de una Europa unida. Fue Andrés Laguna, un segoviano que nació en 1510 y dedicó su vida a ser médico humanista atendiendo a emperadores, reyes y papas en pleno siglo XVI. 

En el invierno de 1543, tras meses cuidando a los habitantes de Metz de la peste y en un contexto de guerras religiosas y políticas, Laguna fue invitado por la Universidad de Colonia a pronunciar una lección magistral. La sala estaba abarrotada de príncipes, nobles y figuras intelectuales.

En un contexto donde el continente se encontraba desgarrado por conflictos como la guerra entre Carlos V y Francisco I, el avance del Imperio Otomano y luchas por el control del ducado de Güeldres, aprovechó la ocasión y propuso una colaboración estrecha entre los pueblos europeos para hacer frente a las amenazas externas. 

Un discurso adelantado a sus tiempos

A las siete de la tarde del 22 de enero, bajo una escenografía lúgubre con antorchas negras y telas oscuras, Laguna pronunció su Discurso sobre Europa, una obra que circuló por todo el continente. En ella, dibujó un panorama desolador con guerras, ciudades en ruinas, templos incendiados y campos desolados. 

En una metáfora conmovedora, representó a Europa como una mujer mutilada, escuálida y ensangrentada que clamaba por el fin de los conflictos. Con este discurso, Laguna hizo un llamamiento a la concordia, insistiendo en reforzar los lazos culturales comunes, superar divisiones religiosas y trabajar por el bien común.

Advirtió que las guerras destruían el comercio, las leyes, las artes y daban vía libre a todo tipo de crímenes. Su mensaje, dirigido a la élite europea, fue claro: “Tened compasión de esta Europa que se derrumba”. Si no os conmueve mi luto, si no os dulcifica mi llanto, si no os suaviza mi lastimosa ruina, que nos mueva el gemido de vuestro misérrimo pueblo"

El discurso, que todavía se sigue estudiando por su sorprendente vigencia, convierte a este médico segoviano en uno de los primeros visionarios de una Europa unida. Aunque hoy es una figura poco conocida, fue citado incluso por Cervantes en El Quijote, y su legado fue homenajeado siglos después en la Universidad de Alcalá de Henares.

Mucho antes de que se firmaran los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, un médico español ya advertía de la necesidad de una Europa unida. Fue Andrés Laguna, un segoviano que nació en 1510 y dedicó su vida a ser médico humanista atendiendo a emperadores, reyes y papas en pleno siglo XVI. 

En el invierno de 1543, tras meses cuidando a los habitantes de Metz de la peste y en un contexto de guerras religiosas y políticas, Laguna fue invitado por la Universidad de Colonia a pronunciar una lección magistral. La sala estaba abarrotada de príncipes, nobles y figuras intelectuales.

En un contexto donde el continente se encontraba desgarrado por conflictos como la guerra entre Carlos V y Francisco I, el avance del Imperio Otomano y luchas por el control del ducado de Güeldres, aprovechó la ocasión y propuso una colaboración estrecha entre los pueblos europeos para hacer frente a las amenazas externas. 

Un discurso adelantado a sus tiempos

A las siete de la tarde del 22 de enero, bajo una escenografía lúgubre con antorchas negras y telas oscuras, Laguna pronunció su Discurso sobre Europa, una obra que circuló por todo el continente. En ella, dibujó un panorama desolador con guerras, ciudades en ruinas, templos incendiados y campos desolados. 

En una metáfora conmovedora, representó a Europa como una mujer mutilada, escuálida y ensangrentada que clamaba por el fin de los conflictos. Con este discurso, Laguna hizo un llamamiento a la concordia, insistiendo en reforzar los lazos culturales comunes, superar divisiones religiosas y trabajar por el bien común.

Advirtió que las guerras destruían el comercio, las leyes, las artes y daban vía libre a todo tipo de crímenes. Su mensaje, dirigido a la élite europea, fue claro: “Tened compasión de esta Europa que se derrumba”. Si no os conmueve mi luto, si no os dulcifica mi llanto, si no os suaviza mi lastimosa ruina, que nos mueva el gemido de vuestro misérrimo pueblo"

El discurso, que todavía se sigue estudiando por su sorprendente vigencia, convierte a este médico segoviano en uno de los primeros visionarios de una Europa unida. Aunque hoy es una figura poco conocida, fue citado incluso por Cervantes en El Quijote, y su legado fue homenajeado siglos después en la Universidad de Alcalá de Henares.

Mucho antes de que se firmaran los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, un médico español ya advertía de la necesidad de una Europa unida. Fue Andrés Laguna, un segoviano que nació en 1510 y dedicó su vida a ser médico humanista atendiendo a emperadores, reyes y papas en pleno siglo XVI. 

En el invierno de 1543, tras meses cuidando a los habitantes de Metz de la peste y en un contexto de guerras religiosas y políticas, Laguna fue invitado por la Universidad de Colonia a pronunciar una lección magistral. La sala estaba abarrotada de príncipes, nobles y figuras intelectuales.

En un contexto donde el continente se encontraba desgarrado por conflictos como la guerra entre Carlos V y Francisco I, el avance del Imperio Otomano y luchas por el control del ducado de Güeldres, aprovechó la ocasión y propuso una colaboración estrecha entre los pueblos europeos para hacer frente a las amenazas externas. 

Un discurso adelantado a sus tiempos

A las siete de la tarde del 22 de enero, bajo una escenografía lúgubre con antorchas negras y telas oscuras, Laguna pronunció su Discurso sobre Europa, una obra que circuló por todo el continente. En ella, dibujó un panorama desolador con guerras, ciudades en ruinas, templos incendiados y campos desolados. 

En una metáfora conmovedora, representó a Europa como una mujer mutilada, escuálida y ensangrentada que clamaba por el fin de los conflictos. Con este discurso, Laguna hizo un llamamiento a la concordia, insistiendo en reforzar los lazos culturales comunes, superar divisiones religiosas y trabajar por el bien común.

Advirtió que las guerras destruían el comercio, las leyes, las artes y daban vía libre a todo tipo de crímenes. Su mensaje, dirigido a la élite europea, fue claro: “Tened compasión de esta Europa que se derrumba”. Si no os conmueve mi luto, si no os dulcifica mi llanto, si no os suaviza mi lastimosa ruina, que nos mueva el gemido de vuestro misérrimo pueblo"

El discurso, que todavía se sigue estudiando por su sorprendente vigencia, convierte a este médico segoviano en uno de los primeros visionarios de una Europa unida. Aunque hoy es una figura poco conocida, fue citado incluso por Cervantes en El Quijote, y su legado fue homenajeado siglos después en la Universidad de Alcalá de Henares.

Mucho antes de que se firmaran los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, un médico español ya advertía de la necesidad de una Europa unida. Fue Andrés Laguna, un segoviano que nació en 1510 y dedicó su vida a ser médico humanista atendiendo a emperadores, reyes y papas en pleno siglo XVI. 

En el invierno de 1543, tras meses cuidando a los habitantes de Metz de la peste y en un contexto de guerras religiosas y políticas, Laguna fue invitado por la Universidad de Colonia a pronunciar una lección magistral. La sala estaba abarrotada de príncipes, nobles y figuras intelectuales.

En un contexto donde el continente se encontraba desgarrado por conflictos como la guerra entre Carlos V y Francisco I, el avance del Imperio Otomano y luchas por el control del ducado de Güeldres, aprovechó la ocasión y propuso una colaboración estrecha entre los pueblos europeos para hacer frente a las amenazas externas. 

Un discurso adelantado a sus tiempos

A las siete de la tarde del 22 de enero, bajo una escenografía lúgubre con antorchas negras y telas oscuras, Laguna pronunció su Discurso sobre Europa, una obra que circuló por todo el continente. En ella, dibujó un panorama desolador con guerras, ciudades en ruinas, templos incendiados y campos desolados. 

En una metáfora conmovedora, representó a Europa como una mujer mutilada, escuálida y ensangrentada que clamaba por el fin de los conflictos. Con este discurso, Laguna hizo un llamamiento a la concordia, insistiendo en reforzar los lazos culturales comunes, superar divisiones religiosas y trabajar por el bien común.

Advirtió que las guerras destruían el comercio, las leyes, las artes y daban vía libre a todo tipo de crímenes. Su mensaje, dirigido a la élite europea, fue claro: “Tened compasión de esta Europa que se derrumba”. Si no os conmueve mi luto, si no os dulcifica mi llanto, si no os suaviza mi lastimosa ruina, que nos mueva el gemido de vuestro misérrimo pueblo"

El discurso, que todavía se sigue estudiando por su sorprendente vigencia, convierte a este médico segoviano en uno de los primeros visionarios de una Europa unida. Aunque hoy es una figura poco conocida, fue citado incluso por Cervantes en El Quijote, y su legado fue homenajeado siglos después en la Universidad de Alcalá de Henares.

Mucho antes de que se firmaran los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, un médico español ya advertía de la necesidad de una Europa unida. Fue Andrés Laguna, un segoviano que nació en 1510 y dedicó su vida a ser médico humanista atendiendo a emperadores, reyes y papas en pleno siglo XVI. 

En el invierno de 1543, tras meses cuidando a los habitantes de Metz de la peste y en un contexto de guerras religiosas y políticas, Laguna fue invitado por la Universidad de Colonia a pronunciar una lección magistral. La sala estaba abarrotada de príncipes, nobles y figuras intelectuales.

En un contexto donde el continente se encontraba desgarrado por conflictos como la guerra entre Carlos V y Francisco I, el avance del Imperio Otomano y luchas por el control del ducado de Güeldres, aprovechó la ocasión y propuso una colaboración estrecha entre los pueblos europeos para hacer frente a las amenazas externas. 

Un discurso adelantado a sus tiempos

A las siete de la tarde del 22 de enero, bajo una escenografía lúgubre con antorchas negras y telas oscuras, Laguna pronunció su Discurso sobre Europa, una obra que circuló por todo el continente. En ella, dibujó un panorama desolador con guerras, ciudades en ruinas, templos incendiados y campos desolados. 

En una metáfora conmovedora, representó a Europa como una mujer mutilada, escuálida y ensangrentada que clamaba por el fin de los conflictos. Con este discurso, Laguna hizo un llamamiento a la concordia, insistiendo en reforzar los lazos culturales comunes, superar divisiones religiosas y trabajar por el bien común.

Advirtió que las guerras destruían el comercio, las leyes, las artes y daban vía libre a todo tipo de crímenes. Su mensaje, dirigido a la élite europea, fue claro: “Tened compasión de esta Europa que se derrumba”. Si no os conmueve mi luto, si no os dulcifica mi llanto, si no os suaviza mi lastimosa ruina, que nos mueva el gemido de vuestro misérrimo pueblo"

El discurso, que todavía se sigue estudiando por su sorprendente vigencia, convierte a este médico segoviano en uno de los primeros visionarios de una Europa unida. Aunque hoy es una figura poco conocida, fue citado incluso por Cervantes en El Quijote, y su legado fue homenajeado siglos después en la Universidad de Alcalá de Henares.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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