El papa del sentido del humor: la simbología y los gestos que acercaron a Francisco a la gente
Al contrario que sus predecesores, el pontífice prefirió alejarse de la ostentación y ser cercano con los fieles.

Cuando Jorge Mario Bergoglio salió al balcón de San Pedro en la tarde del 13 de marzo de 2013 convertido en papa Francisco ya estaba sentando las bases de su pontificado. En un simple vistazo, dejaba claro que tenía poco que ver con su predecesor, Benedicto XVI, y que sería un papa sencillo y cercano.
“Hermanos, hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo”, saludó el papa Francisco, que iba ataviado con una sencilla sotana blanca. “Desde el primer momento rompió con algunas formas tradicionales. Se presentó sin la muceta roja de armiño que habían usado Juan Pablo II y Benedicto XVI, y con una sotana blanca sencilla. No solo era una decisión estética: era una declaración de intenciones”, explica Diana Rubio, doctora en comunicación, politóloga y experta en protocolo, imagen y etiqueta.
Durante sus doce años de papado, Francisco mantuvo esa sencillez que iba en consonancia con su deseo de ser simplemente un pastor en una Iglesia sin grandes lujos. “Su estilo ha sido más sobrio, austero, menos ceremonial y más funcional, eliminando ornamentos superfluos y optando por una estética que remite a los valores de humildad, servicio y cercanía. En lugar de reforzar la majestuosidad, ha preferido proyectar una imagen de pastor más que de alto hombre de poder”, señala la experta.
La simbología de los zapatos rojos y el anillo del pescador
La indumentaria de los papas ha sido durante siglos una forma de trasladar a los fieles toda la simbología de poder de la figura del pontífice, por lo que los cambios que introdujo Francisco fueron especialmente relevantes. El argentino se negó a llevar los tradicionales zapatos rojos que hicieron correr ríos de tinta en el pontificado de Benedicto XVI y cambió en anillo del pescador de oro por otro de plata.

“Los zapatos rojos papales tienen una carga simbólica histórica: representan la sangre de los mártires y la disposición del papa a seguir sus pasos, incluso hasta el sacrificio. También son un signo de continuidad con la tradición y, en cierta manera, un elemento de distinción del oficio”, explica Rubio sobre este calzado. “Francisco decidió seguir usando sus habituales zapatos negros de siempre, renunciando así a ese signo visible de poder o sacralidad. Esta elección transmite un mensaje claro: renuncia a los privilegios estéticos del cargo para centrarse en su dimensión pastoral”, añade la experta sobre la importancia de la elección del papa Francisco.
En el caso del anillo, habitualmente de oro macizo, el fallecido pontífice prefirió lucir uno de plata dorada, otra decisión nada casual y en consonancia con su intención de una Iglesia menos opulenta. “En el lenguaje visual de la Iglesia, los materiales nobles como el oro refuerzan la majestuosidad, mientras que la plata —y más aún si es sobria o envejecida— alude a la modestia. En conjunto, estas decisiones han sido coherentes con su mensaje inicial: 'cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres'. Su imagen ha sido el reflejo de ese deseo”, apunta Rubio.

La importancia de la coherencia
Para Ana Moreno, mentora de comunicación, una de las mayores virtudes del papa Francisco es que predicó con el ejemplo y mantuvo la coherencia hasta sus últimos días. “Por un lado él es el papa del humor, la alegría, pero también es el papa de la pobreza. Los grandes líderes generan cosas nuevas, que antes no estaban, y se atreven a cambiar estructuras que no funcionan o en las que realmente hay que ponerse a hacer una limpieza”, valora sobre las decisiones del papa.
“Cuando ahora hacemos balance de lo que ha sido, una de las cosas que más destaca es esa coherencia. Él quería una Iglesia pobre para los pobres y él con su actitud buscaba lo sencillo, incluso lo hemos visto en los cambios en su funeral”, recuerda Moreno sobre la decisión del pontífice de simplificar todo el proceso. “Él cambia en noviembre, cuando ve que su salud se resiente, los ritos para que fueran más sencillos. Además, como él ha tenido también esa devoción a la Virgen, también ha sido audaz y ha dicho ‘no, yo no me quedo en San Pedro. Se ha atrevido a encarnar el mensaje en el que creía”, destaca la comunicadora.
Moreno destaca esa coherencia entre su mensaje y sus actos, recordando un encíclica “en la que el papa hablaba de limpiar la porquería”. “Esa misma escoba y recogedor la usó de puertas para dentro de la Iglesia y descubrió a gente que estaba robando de la caja de la Iglesia”, valora la experta. “No fue a Argentina porque no quería ser instrumentalizado en un periodo complicado en el país y eso es muestra de su coherencia aunque su corazón se lo pudiera pedir. Su pontificado no ha sido especialmente largo pero ha sido productivo y ha dado ejemplo demostrando que la Iglesia tiene que ser otra cosa”, asegura la experta.
Sobre esa coherencia, Rubio recuerda que el papa utilizó su indumentaria y su estilo de vida “como una extensión de su discurso”. “La sencillez de su indumentaria, su decisión de vivir en la residencia Santa Marta en vez del Palacio Apostólico, y sus gestos cotidianos, como llevar él mismo su maleta o no dejar que besaran el anillo, algo que tambien fue comentado y polémico a partes iguales, han reforzado una figura papal que se percibe más accesible, más humana y menos institucionalizada”, destaca la experta en imagen.
“En la era de la imagen, este tipo de elecciones tienen tanto peso como un discurso, especialmente en un mundo donde el lenguaje visual es parte esencial de la comunicación política, de la comunicación pública”, recuerda Rubio sobre el impacto del papa Francisco.
El papa cercano y del sentido del humor
Hasta la llegada del papa Francisco, era habitual que los papas fueran figuras algo alejadas de los fieles, percibidas como personas sagradas y poderosas. Eso cambió con Bergoglio, que no dudó en utilizar el contacto físico y mostrarse siempre cercano y empático con los que menos tenían. “A la hora de hablar es muy importante para un líder ser capaz de hablar en el lenguaje de la gente. Benedicto fue un papa muy intelectual que dejó una obra prolífica, pero no hablaba en el lenguaje de la gente como Francisco”, valora Moreno.
“La cercanía fue muy importante para su papado y es importante en general para las personas. El contacto nos aproxima a los demás, siempre va a multiplicar el cariño y la empatía”, cuenta José Luis Martín Ovejero, experto en análisis de la comunicación no verbal, sobre el lenguaje corporal del pontífice. “No solo se aproximaba, sino que se mantenía. Es decir, no daba un abrazo y se separaba, el mantenía el abrazo. Un abrazo que lo que está haciendo es anclar y enganchar el corazón de la otra persona”, explica el experto.

En los últimos días, se han rescatado numerosos vídeos del papa abrazando por ejemplo a niños e incluso consolando a uno de ellos que temía que su padre no fuera al cielo por no ser creyente. También de sus visitas a las cárceles o a los albergues para personas sin hogar. “Él seguía comiendo con la gente sin hogar, no dejó de estar cerca de los pobres, celebró su cumpleaños con los niños... mantuvo su espíritu. Él se ha acercado mucho físicamente y creo que para él era muy importante tocar a las personas, tener esa ternura de abrazar a niños, enfermos, mayores...”, valora Ana Moreno.
Martín Ovejero también recuerda que a la hora de valorar el lenguaje del papa y su cercanía hay que tener en cuenta que era argentino. “Ratzinger no es que fuera muy afectuoso, pero también era alemán y eso hay que tenerlo en cuenta. La cultura cuenta mucho y la cultura argentina es de alto contacto. Además no hay que obligar a la gente a ser cercana porque si no eres así y es artificial, se nota”, algo que no sucedía en el caso de Francisco, que se mostró transparente durante sus doce años de papado.
Además del afecto y el humor del pontífice, Martín Ovejero también destaca su sonrisa. “No solo es lo que se hace sino cómo se hace. No solo es el sentido del humor de Francisco, es la sonrisa permanente que lo acompañaba. ¿El ser humano en quién confía más? En una persona que transmite simpatía, alegría... Eso ha contribuido a aproximarle a la gente”, asegura el experto.
El humor ha sido una virtud del fallecido papa que no pasó nunca desapercibida, pero para Martín Ovejero también tuvo especial relevancia su mirada sincera, que dejaba ver lo que estaba pensando el pontífice en todo momento y que ha sido una aliada durante los últimos doce años. “Una mirada directa siempre consigue que las personas que la utilicen sean más persuasivas y sinceras. Hay personas tímidas a las que les cuesta, pero a él le salía con frescura y naturalidad. Lo que conseguía el papa era generar confianza y si tenía que convencer a alguien, lo convencía”, recuerda el experto en comunicación no verbal.
Todavía quedan días para saber quién será el sucesor del papa Francisco, pero pocos esperan que su figura tenga el carisma, el humor y la cercanía de Bergoglio que, gustara más o menos, pasará a la historia por ser un papa diferente.
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