Judit Mascó: "Hay modelos de tallas o cuerpos no normativos, pero no se sabe si es por ser políticamente correcto o porque realmente ha cambiado algo"
La que fuera una de nuestras modelos más internacionales en los 90, se estrena como autora de libros juveniles con 'The forever girls: amistad en peligro'.

Con solo 20 años posó en bañador para la mítica revista deportiva Sports Illustrated y esa portada fue el trampolín que convirtió a Judit Mascó en nuestra modelo más internacional. Es la única española que ha aparecido en la portada de Vogue USA, ha desfilado para Armani, Valentino y Carolina Herrera, fue elegida como imagen de los Juegos Olímpicos de Barcelona y compartió campañas con Claudia Schiffer y Naomi Campbell.
A sus 55 años, la catalana, que de vez en cuando sigue subiéndose a las pasarelas, mantiene una intensa agenda como imagen de algunas marcas y causas solidarias, y no cierra la puerta a nada: "Yo creo que a estas alturas ya me me lanzo a la piscina de todo". Uno de sus últimos proyectos ha sido el libro juvenil The forever girls: amistad en peligro (Inuk Books), junto a Mar Picó e ilustrado por Naomi Kado, la aventura de cuatro amigas movidas por valores feministas, solidarios y ecologistas.
En las entrevistas de la promoción del libro te has mostrado relajada y divertida, y has dejado ver tu versión más desconocida. ¿Es cosa de la edad?
Sí, con la edad te sientes un poco más liberada, pero no sé, no lo he analizado tanto. Puede ser que como hace tantos años que soy conocida... Yo empecé a trabajar a los 17 y a los 20 años ya salí en esa portada que me hizo famosa a nivel internacional y nacional. Ahora tengo 55 años y casi no recuerdo otra cosa que no sea que me hagan entrevistas, me pregunten o me miren. Y no me quejo, estoy superacostumbrada, todo me lo tomo con humor y, en general, la gente me tiene cariño.

Fue en el principio de la madurez cuando me di cuenta de que mis opiniones podían tener peso y que debía tener mucho cuidado con no herir a la gente cuando me expresaba. Soy un personaje público y siempre, incluso cuando me voy de vacaciones o cuando voy a cenar o con mis amigas, puede haber alguien que mire con otros ojos porque acaba de descubrir al personaje, entonces me siento con la obligación moral de expresarme dentro de los términos políticamente correctos, pero no por quedar bien, sino por no herir, por empatía, por respeto... Pero por otro lado, estoy en una etapa en la que me apetece que se sepa públicamente que tengo sentido del humor, y un sentido del humor bastante gamberro.
Tu papel como modelo ha ido más allá de una cara y un cuerpo bonito que desfila sobre una pasarela. Hace tiempo que asumiste la responsabilidad de ser un personaje público poniendo cara a algunas causas sociales...
Claro, siempre que me he implicado en proyectos. Voy a reconocer que tengo una profesión muy egocentrista: salgo en la portada, la gente habla de mí, yo represento la marca tal, soy yo, yo y yo. Hasta que esto te satura y tienes mucha necesidad, también por cómo me educaron y por mi entorno, de velar y moverte por ciertas cosas con las que te sientes afín. El trabajo que tengo, que se entiende como un trabajo muy frívolo, y que a priori es así, nos ha dado muchísimas oportunidades y si las hemos aprovechado nos han ayudado a crecer. He podido viajar, he podido ver, he podido conocer y he podido escuchar y todo eso te abre los ojos. Esta profesión personalmente me ha dado muchas oportunidades que además yo he querido aprovechar. Y como es una profesión que me ha dado notoriedad, o llámalo popularidad o fama, he comprendido que podía ser o puedo ser altavoz de muchas personas y me he volcado mucho con las mujeres, especialmente cuando he sido madre.
Hace más de 26 años que trabajo con la Fundación Ared, de la que soy presidenta desde hace siete, y nuestra misión es acompañar a mujeres que están en situación de vulnerabilidad para que consigan su plena integración en la sociedad. Lo hacemos a través de la formación y un acompañamiento integral que les permita la incorporación en el mercado laboral y tirar adelante por sí mismas. Esto para mí es espectacular, es un éxito personal que yo pueda estar involucrada en un proyecto como este y es muy satisfactorio que aunque por un lado me puedo reír de mi trabajo y de todas las anécdotas y de lo frívolo que es, por otro también estoy muy agradecida de haberle sacado tanto jugo y sentido a mi vida con este tipo de proyectos.
Y además de trabajar como modelo y de estar implicada en este tipo de iniciativas, eres madre de cuatro hijas y has escrito un libro para adolescentes, The forever girls: amistad en peligro. ¿Qué cuenta este libro?
He pensado en una historia que enseñe muchas cosas, hay muchos valores pensados expresamente para la historia, pero sobre todo se trata de que esos preadolescentes se diviertan y que el libro conecte con el público más joven. A mí me parece una historia majísima de amistad, de sororidad, de altruismo, de valentía, de autenticidad o de preocupación por el entorno que no están en otros libros de hace pocos años.
¿Por qué eliges protagonistas femeninas?
Es la primera cosa que tenía clara. Yo quería un grupo de amigas chicas porque es verdad que yo no conozco otra cosa, tengo cuatro hijas y conozco muy bien las posibilidades de esas relaciones entre mujeres, esos ideales que las unen. Nos hemos inventado cuatro mujeres diferentes: una con un carácter bien fuerte, otra muy metida en redes, otra que con unos padres famosos... Ahí sí que puedo haberme inspirado en mis hijas porque yo puedo saber por mis hijas cómo han vivido esto de tener una madre famosa y lo han hecho con la máxima discreción.
En el libro también hay un contundente mensaje medioambiental...
Este es un libro que tiene una perspectiva muy de ahora, una perspectiva actual y cercana, pues es lógico que haya un mensaje en defensa del medioambiente. Yo vivo a través de las inquietudes de mis hijas —aunque ya son mayores, pues la pequeña tiene 18 y la mayor 26— esa parte de concienciación con nuestro entorno, con la gente que trabaja en el campo, con la gente que tiene sus pequeños negocios de toda la vida, de cómo nos invaden desde fuera en este mundo global... Ya sé que puede parecer muy hippie, pero es que es verdad, es la lucha de muchos de los jóvenes de hoy en día. Por eso, cuando digo que este libro tiene como objetivo que tenga muchas referencias femeninas positivas y que tenga esta perspectiva actual y cercana, pues una de las cosas que a mí me gustaba es que, aparte de que fuera una historia divertidísima, pues que acercara al público más joven estos referentes, estas ideas y estos valores. Yo creo que las lecturas que yo leía a mis hijas se habían quedado un poquito anticuadas y modernizarlas para mí es acercar estas experiencias que creo que son las que estamos viviendo. Pero siendo divertidas y apasionantes porque lo que pretendo es que la gente muy joven lea y se enganche.
¿Miras con envidia a las protagonistas del libro, al mundo en el que viven, su manera de mostrarse, su manera de sentir respecto a lo que viviste tú en esos años de adolescencia y juventud?
Sí, un poco sí, pero es una envidia chulísima, ¿eh? Uno escribe de algo que le inspira, de lo que le gustaría ser o que le gustaría vivir. Y además a través de la historia, que no vamos a desvelar, porque el título ya lo dice un poquito Amistad en peligro, queda clara la importancia de la amistad en la adolescencia. Y sí, envidia de que puedan vivir todas estas cosas porque yo no las puede vivir así, yo las viví después de mayor. Yo creo que el mundo da más oportunidades a los jóvenes, aunque no nos engañemos, no a todos, porque no todas las familias tienen esas oportunidades. En este mundo global todo es más democrático, es más fácil viajar, es más fácil conocer otras culturas... Y sí, sí, yo lo veo con un poquito de envidia porque a mí me hubiera encantado vivir una aventura como esta.
¿Crees que a las chicas en general les resulta más fácil ahora ser ellas mismas?
Bueno, yo solo he puesto de relieve la parte bonita, pero también creo que es muy difícil ser joven ahora y sabemos todos los problemas que sufren. No es fácil, no es fácil. Vamos a decir que, precisamente, para este grupo de cuatro amigas, por encima todas las cosas que les pasan en esta aventura está la amistad entre ellas y esa palabra que yo descubrí hace tres o cuatro años gracias a mis hijas, la sororidad, que es esta superamistad entre mujeres, entre chicas.
Además de esa sororidad, también hay diversidad entre las protagonistas de The forever girls. Tú que como modelo has vivido esos años en los que el concepto diversidad sobre la pasarela ni estaba ni se le esperaba, ¿cómo vives este cambio que desde fuera ha llegado al mundo de la moda?
Sí que existía, al menos de piel, pero era una minoría. Yo coincidí de lleno con Naomi Campbell, o sea, etnias diferentes, sí. En cuanto a cuerpos que no eran normativos, obviamente no había tanta diversidad como la hay ahora. Y entre comillas, porque también de eso podríamos debatir, porque las revistas de vez en cuando sacan un especial curvy y en las pasarelas hay una o dos o tres modelos de tallas o cuerpos no normativos, pero ya no sabes si es para ser políticamente correcto o porque realmente ha cambiado algo.
Dicho esto, sí que había minoría y casi parecía también una cuota. En algunas ocasiones, cuando hacía fotos, recuerdo hacer sesiones repitiendo otras que ya habían hecho modelos de otra etnia, afroamericana, oriental o lo que fuera. Y yo lo repetía porque, dependiendo en qué país se fuera a vender esa colección, tenían la misma prenda fotografiada por una rubia.
En América había más diversidad de pieles y allí empecé a descubrir que había más cantidad de bases de maquillaje. Claro, como había muchos afroamericanos y latinos, todas las marcas que se anunciaban tenían modelos de diferentes colores para anunciar cada tipo de base. Quizá fue un poco el despertar. También en los desfiles de alta costura de París había mujeres de diferentes etnias dependiendo de quién fuera el diseñador.
¿Y por qué se acabaron las supermodelos? En el mundo y en España, porque en nuestro país tampoco ha vuelto a haber una generación de modelos como la que encabezaste tú junto a Nieves Álvarez, Eugenia Silva, Vanesa Lorenzo...
Sí, bueno, yo no sé... Yo creo que porque la moda es cíclica y no deja de ser un negocio. Trata siempre de vender, es capitalismo a tope aunque venga acompañada de una parte artística. Y cuando algo llega a la cumbre, porque es cíclico, pues cae en picado y da paso a otro movimiento. También ha pasado en el mundo de la música y en el cine.
Yo siempre digo que tuve suerte de poder estar al lado de estas súper tops. Yo estaba en esos desfiles o estaba en esas sesiones de fotos o en viajes y me daba cuenta y alucinaba de lo que estas mujeres generaban. Eran lo más esperado en cualquier trabajo, fiesta, desfiles...
Y las nacionales pues fueron detrás, es el mismo movimiento. Yo creo que llegó a lo más alto y hubo una necesidad por parte del sistema de buscar la antítesis, la antimodelo y la antitop-model, que era una mujer sin curvas, sin tener aspecto saludable, sin sensualidad y sin feminidad. Llegó entonces la etapa del grunge, de lo roto, del boho y de ese aspecto tan enfermizo, la extrema delgadez, como símbolo de modernidad. Bueno, pues eso fue lo que llegó después de esa década de las tops, porque fueron aproximadamente diez años o menos o menos.
¿Y ahora como ves ese mundo? ¿Sigues desfilando?

Ya no, salvo porque sea algo especial, por un diseñador o diseñadora muy especial. Y te diré que, aunque sea una vez al año o cada tres años, los desfiles me ponen nerviosa. Desfilar es la parte más excitante de nuestro trabajo, porque están en contacto directo con el público y no hay trampa ni cartón. A mí me gusta, me gusta. Ahora lo sé disfrutar con muchísima intensidad, a tope y con agradecimiento.
¿Cómo se lleva cumplir años cuando has vivido precisamente de eso, de la plenitud de tu juventud y de tu cuerpo y de tu piel?
Pues eso es un ejercicio mío interno que voy verbalizando a medida que me lo vais preguntando. Todas sabemos que no es fácil, pero yo no engaño, soy muy sincera y, partiendo de que no es fácil, también es muy bonito porque es parte de la vida. Estoy viva, estoy aquí, puedo hacer todas estas cosas que te he estado contando, cuando muchas personas no lo han conseguido. Todos tenemos la experiencia de alguien a nuestro alrededor que no ha llegado. Lo vivo desde el agradecimiento, sintiéndome con una energía buenísima y además con una plenitud sana y encantada de poder dejar paso a las nuevas generaciones.
Con la edad que tengo sé que me voy haciendo mayor. No es que me entusiasme porque la estética para mí es importante, siempre lo ha sido, porque es el ámbito en el que yo me he movido, pero también sé darle la vuelta a la cosa y quitarle hierro, y sentirme bien con cómo soy, de cómo estoy, de hacia donde voy y del sentido de mi vida. Estoy muy en activo y me pasan muchas cosas.
