Bélgica esconde el tabaco a sus fumadores y los estanqueros pasan al ataque: “Ahora no pueden saber el precio de los cigarrillos”
Los estancos deberán tapar los paquetes con cortinas, puertas correderas u otros sistemas opacos si no quieren arriesgarse a una multa de 2.000 euros.

Desde este martes, los fumadores en Bélgica se han topado con una sorpresa al entrar en su estanco de confianza: los paquetes de cigarrillos han desaparecido de la vista. Una nueva normativa obliga a todos los puntos de venta a ocultar el tabaco detrás de cortinas, puertas correderas o vitrinas opacas. El Gobierno belga asegura que esta medida busca reducir el impacto visual del tabaco en menores de edad y frenar su consumo entre los más jóvenes.
El país no solo ha subido el precio del tabaco de forma contundente (el paquete ha pasado de costar 8 a 11,50 euros desde noviembre), sino que ahora también apuesta por esconderlo. La norma afecta a todos los productos derivados del tabaco: cigarrillos, puros, tabaco de liar e incluso cigarros electrónicos.
Muchos estanqueros han expresado su malestar por lo que consideran un cambio que complica su trabajo diario. El estanquero Maxence Provost, que regenta un local en Callicanes, una localidad fronteriza con Francia, ya ha adaptado su tienda. “Ahora los precios, no los pueden ver. No pueden ver la marca”, explica en declaraciones recogidas por BFMTV, donde también critica el aumento de tareas que implica el nuevo sistema. Porque ahora tiene que dar más pasos, buscar más paquetes y responder a las dudas de muchos clientes que entran desorientados. "Aquí se vende tabaco, ¿por qué hay que esconderlo?”, se queja uno de ellos. Otro lo tacha de inútil: “No va a impedir que se fume”.
Los estanqueros que no cumplan con la norma se arriesgan a una sanción económica que arranca en los 2.000 euros. Las autoridades belgas consideran que la visibilidad del producto influye directamente en la normalización del consumo, sobre todo entre adolescentes. La nueva ley busca cortar esa conexión de raíz. No se trata solo de no fomentar el hábito: quieren que los jóvenes ni siquiera lo tengan presente.
Esta medida sigue la línea de lo que otros países europeos ya han puesto en marcha. En Irlanda, Reino Unido o Noruega, los paquetes de cigarrillos llevan años fuera del alcance visual del cliente. Francia también ha introducido restricciones, aunque con menos contundencia. En todos los casos, los Gobiernos alegan motivos de salud pública y apelan a la necesidad de reducir las tasas de tabaquismo.
En Bélgica, la normativa forma parte de un plan más amplio que incluye el aumento de impuestos, la expansión de las zonas sin humo y la prohibición de fumar en eventos al aire libre donde haya menores. El Ministerio de Sanidad ha lanzado campañas de sensibilización para preparar a la población y justificar los cambios. Sin embargo, en la calle, muchos ciudadanos siguen sin entender la lógica de esconder un producto legal que se vende con total normalidad.
Los estanqueros, además, denuncian que no han recibido apoyo técnico ni ayudas para adaptar sus locales. Algunos han tenido que hacer obras menores para instalar vitrinas o estanterías con cierre. Otros directamente han improvisado con telas, biombos o cartones. “Esto nos cuesta dinero y nos hace perder tiempo con cada cliente”, señala otro vendedor en declaraciones a la televisión belga.
Mientras tanto, quienes viven del negocio se enfrentan a una doble presión: vender un producto cada vez más caro… y ahora también invisible.
