Laura, farmacéutica: "Durante las fiestas navideñas, el alcohol suele ser más dañino porque se consume con estos alimentos"
La ingesta elevada puede aumentar el riesgo de accidentes, empeorar la salud mental y agravar problemas hepáticos o cardiovasculares.
Pese a que las celebraciones navideñas suelen asociarse a mesas llenas y reuniones interminables, lo que muchas veces pasa desapercibido es cómo ese ambiente festivo facilita que el consumo de alcohol se dispare. Y, según recoge el medio lituano TV3, esa combinación de comidas copiosas y bebidas a discreción puede tener un impacto mayor del que imaginamos. La farmacéutica Laura Kairiūkštienė, de la cadena BENU, explica que durante estas fechas el organismo se enfrenta a un estrés extra que no debe subestimarse.
Kairiūkštienė señala que, a diferencia de un consumo más esporádico o moderado, la mezcla típica de las fiestas (alcohol más platos grasos, dulces y salados) crea un escenario perfecto para que aparezcan síntomas más intensos al día siguiente. Tal y como detalla: "Durante las fiestas, el alcohol suele ser más dañino porque se consume con alimentos grasos, salados, dulces o ricos, lo que somete aún a más tensión al cuerpo".
El hígado, recuerda la experta, se ve obligado a trabajar “a doble turno”: debe procesar tanto el alcohol como la elevada carga de grasas. Esto favorece la aparición de pesadez, digestiones lentas y malestar general. A esto se suma que los alimentos azucarados provocan picos rápidos de glucosa, seguidos por una caída que se traduce en cansancio repentino. Y, por si fuera poco, lo salado favorece la deshidratación, lo que conduce a beber aún más alcohol para calmar la sed. El resultado es conocido: más resaca, más irritación digestiva y mayor sensación de fatiga.
La farmacéutica también enumera las señales que avisan de que el consumo se está volviendo excesivo. Entre ellas destaca el impulso de beber para “relajarse”, la necesidad creciente de cantidades mayores (un indicio claro de tolerancia) y la frecuencia de las resacas incluso fuera de las celebraciones. Además, los comentarios de familiares o amigos deben tomarse en serio: "No siempre podemos ver con claridad la situación real", advierte.
Las consecuencias no se limitan al malestar inmediato. Kairiūkštienė recuerda que la ingesta elevada puede aumentar el riesgo de accidentes, empeorar la salud mental y agravar problemas hepáticos o cardiovasculares. También alerta de la especial peligrosidad de mezclar alcohol con ciertos fármacos: "Es especialmente peligroso consumir alcohol con sedantes o con medicamentos para bajar la presión arterial".
Para quienes identifiquen que han cruzado una línea, la experta aconseja actuar cuanto antes. Reconocer el problema es, según afirma, el paso más importante. Hablar con una persona de confianza, pedir ayuda médica y apoyarse en grupos como Alcohólicos Anónimos son opciones recomendables. Y recuerda además la importancia de lo básico: hidratación, descanso, alimentación equilibrada y evitar entornos donde sea difícil decir que no.
Kairiūkštienė concluye que salir del bucle requiere apoyo, constancia y cuidados: “Beber mucha agua, dormir bien y evitar situaciones de riesgo son claves para empezar a recuperar el equilibrio”. Una reflexión oportuna antes de que arranque oficialmente la temporada más tentadora del año.