Consentimiento, deseo o autoestima: por qué la educación sexual es fundamental para la igualdad

Consentimiento, deseo o autoestima: por qué la educación sexual es fundamental para la igualdad

Es importante hablar de sexo antes de que los niños aprendan a través del porno o de internet. 

Un batiburrillo de las que cosas que se enseñan sobre educación sexual en los colegios.Getty Images/iStockphoto

La mayoría de jóvenes aprenden sobre sexo a través de internet o de sus amigos. Como consecuencia, se han adoptado prácticas sexuales poco adecuadas, el deseo femenino ha sido el último de fila y, en los últimos años, ha aumentado el número de ITS (Infecciones de Transmisión sexual) en España al mismo tiempo que desciende el número de personas que utilizan preservativo en las generaciones más jóvenes. Los expertos coinciden: la educación sexual es fundamental y desde edades tempranas.

“La educación sexual forma parte de los derechos humanos, es fundamental para relacionarnos con los demás y con nosotros mismos”, defiende rotunda la sexóloga y psicóloga Ana Lombardía, que señala que no se habla de “cuestiones básicas” de sexualidad y salud sexual. “Hay muy poca información y se sigue perpetuando lo que se ha ido transmitiendo hasta ahora. Básicamente la educación sexual en internet se resume en pornografía e influencers”, denuncia la experta, que pone ejemplos como el del tiktoker Naim Darrechi, que contó que decía a sus citas que era estéril para tener relaciones sin preservativo. “Y ese porque se hizo viral, pero hay muchísimos. Como los tiktoks de mujeres a las que les preguntan qué método anticonceptivo usan y se santiguan. Pues las seguidoras más jóvenes que quieren ser como ellas las imitan”, recuerda la sexóloga.

En los últimos días, el caso de la violación grupal a una niña de 11 años en Badalona ha conmocionado a la sociedad y ha vuelto a poner de relevancia la necesidad de educar a los niños desde pequeños. La menor fue presuntamente violada por seis niños también menores en los lavabos de un centro comercial después de que la amenazaran con una navaja. La niña intentó avisar a un vigilante de seguridad que no la creyó y no reveló lo que le había sucedido hasta un mes después, cuando su hermano mayor le preguntó qué había pasado tras ver un vídeo de la violación. El vídeo en cuestión había circulado entre decenas de alumnos y solo uno de ellos avisó. Numerosas voces han vuelto a insistir estos días en la necesidad de hablar con los niños de sexo desde pequeños y de contar con una educación sexual de calidad. 

Para Laura Marcilla, sexóloga, la educación sexual es todo lo que tiene que ver con “los afectos, salud, autoestima y por supuesto relaciones” y considera que ahora mismo lo que están recibiendo los jóvenes a través de sus amigos, redes sociales o internet no es apropiado ni todo lo que se cuenta es fiable. “Sin una educación sexual integral y de calidad empiezan a surgir problemas como el machismo, los abusos, la discriminación del colectivo LGTBI...”, defiende la experta, que imparte talleres formativos en institutos. 

“La pornografía no es realista, e igual que no confiamos la educación vial a una película de ficción de Hollywood, no podemos dejar la educación sexual en manos de la pornografía. Además, es muy accesible. Se estima que los primeros accesos se están dando a los ocho o nueve años, y no necesariamente intencionados, a veces se la encuentran o igual les manda un vídeo algún niño más mayor. Si les está llegando este contenido, los padres tienen que hacer para contrarrestar estos mensajes y proporcionarles educación sexual”, explica la sexóloga, que cree que no hay que esperar a que los niños reciban estos primeros mensajes.

“Hay que adaptarse a la madurez de los niños pero si nos esperamos ya habrán interiorizado ideas que luego tenemos que deconstruir. Yo trabajo sobre todo en institutos y gran parte de la educación sexual ahora consiste en saber qué ideas tienen interiorizadas y deconstruirlas”, señala Marcilla.

“No existe una educación sexual formal, de calidad y bien delimitada en los currículos escolares o educativos. Y la que hay se limita a dos cosas, evitar embarazos no deseados y la prevención de infecciones de transmisión genital. Es decir, es una educación sexual basada en el miedo”
Elena Requena, sexóloga y experta en terapia de pareja

Por su parte Elena Requena, sexóloga y experta en terapia de pareja, recuerda que el acceso temprano a la pornografía sin educación sexual “lleva a unas creencias y unas conductas completamente fuera de lo que es un relación o un encuentro entre dos personas”. “No existe una educación sexual formal, de calidad y bien delimitada en los currículos escolares o educativos. Y la que hay se limita a dos cosas, evitar embarazos no deseados y la prevención de infecciones de transmisión genital. Es decir, es una educación sexual basada en el miedo”, cuenta la experta, que cree que hay que dejar espacio a otro tipo de contenidos. “Que se hablara de relación, de vulnerabilidad, de deseo, de emoción y sentimientos, y también de corporalidad, estoy convencida que sería un terreno de cultivo maravilloso para unas relaciones y unos encuentros mucho más satisfactorios, consensuados y placenteros para todas las partes”, defiende.

Requena reconoce que “mucha gente se echa las manos a la cabeza porque piensa que se va a hablar de cosas que no corresponden para la edad de los niños”, pero es partidaria de incluir la educación sexual desde primaria en los colegios y achaca parte del rechazo a que la palabra sexo “se ha usado para designar todo lo que era tabú”. “Cuando de lo que se habla fundamentalmente en de diversidad, de respeto y de amor. También de lo corporal, claro, porque está ahí y vivimos y nos relacionarse a través de nuestro cuerpo”, recuerda la sexóloga.

Clave para entender el consentimiento

En los últimos meses el consentimiento ha estado en el centro del debate por la ley del sólo sí es sí y se ha recordado que quedarse paralizada o sentirse obligada a tener relaciones sexuales no es consentir. La educación sexual se ha posicionado como la mejor herramienta para entender que el consentimiento y el deseo son la base de cualquier encuentro sexual y para tener relaciones más sanas.

“A las mujeres se nos ha enseñado a protegernos, pero a ellos no se les ha enseñado a no violar. No se les enseña lo que es consentir y lo que es el deseo. El sí tiene que ser muy claro, pero no es solo eso. Si ella está quieta eso es un no, si no toma la iniciativa, eso es un no. Esas señales hay que leerlas y saber interpretarlas y eso se consigue con educación sexual”, defiende Ana Lombardía.

“Ellas acceden a prácticas que no desean y ellos tampoco saben identificar que su pareja no quiere. Hay que enseñar a detectar el consentimiento, a respetarlo y a no asumir el rechazo de una manera personal. Esto no nos lo enseñan o nos enseñan todo lo contrario. Hace falta una visión más amplia de la sexualidad”
Laura Marcilla, sexóloga y divulgadora de talleres de educación sexual.

Por su parte Laura Marcilla recuerda que “el consentimiento no es solamente decir que sí, porque puedes decir que sí con chantaje”. “Tiene que ser voluntario y reversible, es decir, puedes cambiar de opinión. Puedes empezaz y acceder y después cambiar de idea y se tiene que respetar”, defiende la sexóloga, que recuerda que tiene que ir acompañado de “deseo y entusiasmo”, y debe ser específico. “Cuando consentimos, consentimos cómo son esos encuentros, qué prácticas hacemos, si lo hacemos con protección. Negarse a usar preservativo puede hacer que la otra persona diga que no porque no ha consentido un encuentro sin condón”, ejemplifica Marcilla.

La sexóloga también achaca la mala comunicación o la incapacidad de interpretar el lenguaje o las señales que envía la persona con la que estamos teniendo un encuentro como una carencia más de no contar con una educación sexual de calidad. “Ellas acceden a prácticas que no desean y ellos tampoco saben identificar que su pareja no quiere. Hay que enseñar a detectar el consentimiento, a respetarlo y a no asumir el rechazo de una manera personal. No se te está rechazando a ti o a la pareja. Esto no nos lo enseñan o nos enseñan todo lo contrario. Hace falta una visión más amplia de la sexualidad”, se lamenta Marcilla, que insiste en que hay que trabajar la autoestima, los límites y las capacidades sociales. “Con más educación sexual de calidad se podría trabajar, con la que tenemos ahora, no”, sentencia la sexóloga.

“Creo que la inclusión de una educación sexual adecuada y reglada nos permitiría como sociedad tener mucho más claro que es el consentimiento. Porque hablamos de deseo, de comunicación y de afectos. Sin entender todo esto, es muy difícil incluir el consentimiento como concepto en el imaginario colectivo de las generaciones futuras”, coincide Elena Requena.

Educar en el placer femenino

En una encuesta de Sigma Dos para el Instituto de las Mujeres publicada el pasado octubre, más de la mitad de las españolas revelaban haber tenido sexo “sin ganas” y haberlo hecho con la intención de “complacer” o como “sacrificio” a la pareja. ¿Denota esto carencias en la educación sexual de las españolas? “Tradicionalmente a las mujeres se nos educaba para complacer al hombre y del deseo femenino ni siquiera se hablaba. De hecho, incluso a veces perdemos el deseo porque los encuentros sexuales solo giran en torno al deseo del hombre y para nosotras son una patata. Hay que educar en emociones y placer, no solo en la parte del peligro de ‘puede pasarte esto si tienes sexo’. O tenemos educación en placer o no va a haber manera”, defiende Lombardía.

La sexóloga asegura que hay que poner el foco en el deseo femenino y recuerda que las mujeres convivimos con el miedo a decir que no en un encuentro sexual. “Poder decir que no sin que la pareja se enfade, sin que tenga una reacción violenta, porque esto puede ocurrir tanto si tenemos una pareja estable como con una cita de Tinder. Entonces tenemos que ser capaces de decir que no sin miedo a las consecuencias porque las consecuencias son en muchos casos porque los hombres han asumido tener sexo como un derecho por una cuestión de educación, y el sexo no es un derecho. No tenemos derecho sobre los cuerpos ajenos por mucho que una persona sea tu mujer desde hace 30 años”, denuncia la sexóloga.

“Tradicionalmente a las mujeres se nos educaba para complacer al hombre y del deseo femenino ni siquiera se hablaba. Incluso a veces perdemos el deseo porque los encuentros sexuales solo giran en torno al deseo del hombre y para nosotras son una patata. Hay que educar en emociones y placer"
Ana Lombardía, sexóloga y psicóloga.

“Antes se entendía que el hombre era el sujeto deseante y la mujer el objeto deseable, ellos estaban para disfrutar y ellas para complacer”, recuerda Laura Marcilla, que señala que “puede haber una mala comunicación del deseo y del consentimiento” en un encuentro sexual. “Las dos partes tienen que estar completamente seguras de que la otra parte quiere. Su lenguaje no verbal, hay que prestar atención ante una posible inseguridad, dudas...”, cuenta la sexóloga.

Requena por su parte recuerda que el deseo femenino ha ido cambiando a lo largo del tiempo. "Podríamos distinguir a las generaciones pasadas en las que la mujer debía rechazar los encuentros eróticos, aunque le apeteciera, ya que esto dictaba la sociedad de entonces, muy influenciada por lo religioso. En los sesenta hubo una liberación sexual en la que empezó a verse a la mujer con un papel activo en la erótica, si bien, esta mujer era por regla general una 'amante perfecta'. Es decir, participaba de forma activa en la relación, pero aún relegaba o ponía en un segundo plano sus deseos. Y por último tendríamos una mujer, más actual, que disfruta y pone sobre la mesa sus deseos y se preocupa por su propio placer", relata la sexóloga. 

A pesar de que se ha avanzado mucho en los últimos años para que el deseo femenino deje de ser un tabú, la realidad, en palabras de Requena, es que todavía "conviven estas tres actitudes hacia el sexo en gente de la misma generación".